Death in The Sanctuary (prólogo + 5/? + 2/? spin-of) [Multichapter] [NC-17]

Camus/Milo; multipareja; WIP

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  1. MëRäK
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    Paxito!! ^^

    A mi no me alcanzan las palabras para decirte realmente lo que me significan las tuyas :amoroso:
    Agradezco todos y cada uno de tus comentarios, son el estimulo para seguir escribiendo ^^

    Qué bonito saber que te sigue gustando este fic :(*.*):, que los personajes sean de tu agrado y que te guste como escribo :kemozionx3:

    MUCHÍSIMAS GRACIAS POR PASARTE Y COMENTAR!!
    :hugss: :amoroso:
     
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  2. MëRäK
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    IV

    Camus dejó la taza sobre el escritorio y sacó la libretita del bolsillo trasero del pantalón, solo para dejarla, cerrada, al lado de la taza.

    *flashback*

    Camus se detuvo a unos metros de donde se encontraban todos. Haciendo que consultaba su anotador aprovechó para escuchar lo que cuchicheaban entre ellos.

    -Escuché decir a uno de los policías que lo apuñalaron – decía una de las chicas, una pechugona con cara de lolita, que a duras penas si pasaba la mayoría de edad, pero que seguramente recibía buenas propinas gracias al desproporcionado par de tetas.

    -Ay, Saori, no seas tan ingenua – la contradijo otra, maquillada de violeta – Si lo hubieran apuñalado debería estar lleno de sangre y no se ven ni rastros… - Saori hizo pucheros y cruzó los brazos por debajo de sus pechos haciéndolos resaltar aún más.

    En cambio una tercera, una pelirroja, permanecía un poco alejada de las otras dos y las observaba en silencio acodada en la barra.

    -¡Seiya! Shaina me está peleando – le dijo Saori a un chico de pelo castaño que acudió raudo a consolarla.

    -Agh – Shaina hizo una mueca de desagrado – No entiendo porqué los contratan tan jóvenes – se quejó con Marín, la pelirroja, que se llevo las manos a sus pechos haciendo gestos graciosos.

    -Sorrento, creo que no deberías tomar más nada. Argol, no le sirvas más – lo retó el otro muchacho del grupo.

    -Eo, vosh no te metash… Dita eda mi mejor amigo – le decía apuntándolo a él con el índice y luego al lugar donde se encontraba el cadáver.

    Finalmente Camus optó por empezar con el de seguridad de la entrada. Era un tipo alto y grandote. Una inmensa pared de puro músculo, pero con cara de buena gente, aunque se lo notaba apenado.

    -Buenos días, soy el agente Verseau.

    -Buenos días, Aldebarán da Touro.

    -Lamento lo ocurrido pero necesito información al respecto de la víctima. Los agentes me informaron que usted es algo así como el encargado de personal.

    -Claro, por supuesto, ¿qué necesita saber? – preguntó Aldebarán sentándose en una de las banquetas de la barra, desabrochándose los botones de su saco negro.

    -Necesitaría toda la información posible sobre el trabajo de Dita en el lugar, sus horarios, a quién conocía, su relación con el resto de los compañeros…

    -A Dita lo traje yo a trabajar acá – ahora Camus entendió el porqué de su aflicción – Lo conocía del gimnasio: yo iba a hacer musculación y el hacía acrobacias en tela. Lo recomendé y lo contrataron en seguida. De su vida personal no puedo decir nada porque no lo frecuentaba fuera del trabajo. – contestó algo reacio a dar demasiadas explicaciones de cuánto lo conocía o su relación con Dita.

    -¿Qué me puede decir de hoy? – Camus anotaba todo en su libreta.

    -Dita llegó a la hora de siempre…

    -¿Solo, acompañado?

    -Me pareció ver que se despedía de alguien en la vereda de enfrente de la discoteca, pero no vi bien por el tráfico y tampoco pensé que mereciera mayor atención… Era alrededor de la una…

    -¿La una? – Camus arqueó una ceja, recordaba que los horarios eran un poco diferentes cuando él iba a bailar.

    -Sí, él llegaba a esa hora más o menos. Su presentación empezaba una hora, hora y media después, era cuando la gente empezaba a llegar en manada. Después se quedaba un rato, tomaba algo o no sé y se iba.

    -¿Qué hay del resto de la gente?

    -Argol y Shaina son los bartenders – dijo señalando a la de pelo verde y al muchacho de cabellos rubio ceniza – Eo, Marín y Saori son los camareros del VIP y Seiya es el encargado del guardarropa.

    -¿Y el otro?

    -Ese es Sorrento, es el DJ y tengo entendido que “amigo” de Dita – agregó como al pasar, era obvio que no compartía los gustos de Dita.

    -Bien, gracias. Ya llamaron a los dueños, ¿no? Voy a necesitar hablar con ellos también.

    -Sí, lo hice ni bien me lo pidió uno de los oficiales.

    -Esta es mi tarjeta, por si recuerda algo más - dijo Camus.

    -Claro – respondió Aldebarán por lo bajo y guardó rápidamente la tarjeta en su bolsillo.

    Anotó un par de aclaraciones en su libreta, haciendo mapas mentales y escribiendo preguntas que él mismo se hacía. Levantó la mirada y vio a Milo enfrascado en una pelea de lenguas karatekas con el doctor LaMorte.

    Ese hombre, el forense, era raro. Por política personal no perfilaba a la gente con la que trabajaba, no porque no fuera interesante, sino porque no le parecía laboralmente ético. Aparte de que se rompía las pelotas de que todo el mundo lo tomara por psicólogo.

    Pero el doctor LaMorte era un caso particular. No lo había perfilado, no del todo, seamos sinceros, pero estaba seguro de que debía ser todo un caso digno de estudio.

    Se dirigió al grupo de chicas y chicos.

    -Lamento lo ocurrido – comenzó diciendo. A pesar de los años no lograba iniciar la conversación con una frase que no sonara a completa mentira y resultaba frustrante – Entiendo que eran todos compañeros de trabajo y amigos…

    -Dita esh un eselente trabajadod, responsable y compañedo – comenzó Sorrento con su alegato defensor a pesar del tener la lengua pastosa por culpa del alcohol – No she mereshe eshto…

    -Eo, por favor… - pidió Shaina. El muchacho de pelo rosa tomó al otro por los hombros y lo acompaño con pasos torpes al baño – Sorrento está muy mal – Shaina era, a todas luces, quien llevaba la voz cantante del grupo – Fue él quien encontró a Dita en el piso, enredado en sus telas…

    -Bueno, eso explica su comportamiento… A todos los afecta de maneras diferentes – contestó Camus dedicándole una sonrisa empática. La chica le devolvió el gesto. Mirándola mejor no parecía tan agresiva como pretendía aparentar con ese maquillaje oscuro y recargado. Es más, debajo de la abundante máscara de pestañas y delineador líquido, tenía una mirada tierna. – Sé que no es el mejor momento, pero necesito saber todo lo que hizo Dita mientras estuvo acá…

    -Llegó alrededor de la una – primera coincidencia, pensó Camus – Nos saludos a los que estábamos en la barra, a esa hora recién empieza a venir gente, así que el lugar estaba tranquilo. Supongo que después habrá ido a su camarín a prepararse – dijo encogiéndose de hombros.

    -Sí, yo lo encontré cuando salía del baño. – intervino Argol – Los camarines están pasando los baños.

    -¿A qué hora empezó su espectáculo?

    -Mmmm… creo que empezó alrededor de las dos, ¿dos y media? – se volvió para mirar a Marín en busca de confirmación.

    -Sí, fue a las dos y media, un rato antes habían llegado los dueños - ¿los dueños?, interesante. Camus anotaba como un poseso.

    -¿Cuánto duró la presentación?

    -Siempre son alrededor de quince, veinte minutos, no más – respondió Argol – Parece una boludez eso de andar colgado de telas y argollas, pero requiere esfuerzo y es agotador. Una vez le pedí a Dita que me enseñara, casi me mato intentándolo – arqueó las cejas y torció el gesto. Era claro que no le parecía muy de hombre, de macho digamos, y que su intento fue para demostrar que cualquiera podía hacerlo, pero se percibía una nota de respeto en la voz, al reconocer al otro más capaz que uno mismo.

    -¿Y después?

    -Eso lo puedo responder yo – dijo Eo, que había dejado a Sorrento medio dormido en uno de los sillones de cuero del VIP – Pero preferiría hacerlo en privado – los demás lo miraron con desconfianza, salvo Marín que le dirigió una mirada cómplice acompañada de un gesto de aprobación con la cabeza.

    Camus se acercó hasta Eo y se sentaron en el sillón en frente de Sorrento.

    -Sorrento y yo somos pareja – comenzó Eo. Aldebarán no estaba muy bien informado – Los muchachos lo saben, no es por eso que pedí hablar en privado. Sorrento y Dita son… fueron mejores amigos. Sorrento le musicalizó todos los shows, se conocen de años. Se preguntará si fueron pareja. Sí, lo fueron, pero ya no – Eo se removió incómodo en su asiento. A Camus le pareció que estaba por tirar una bomba - Dita tenía apetitos sexuales… extraños para el común de la gente – Eo jugaba nervioso con sus manos haciendo sonar sus dedos en continuación – Yo no sé si debería decir esto… son cosas privadas de Dita que Sorrento me contó en confianza al tiempo de empezar a salir…

    -Necesitamos toda la información posible para resolver esto y de momento tenemos nada… Por favor… - Eo lo miró a los ojos. Tenía la mirada algo vidriosa. Camus intuyó que se sentía culpable, pero no por revelar los secretos de Dita, sino por traicionar la confianza de Sorrento.

    El muchacho pareció pensárselo y finalmente soltó un largo suspiro, acomodándose el cabello.

    -A Dita le iba el BDSM – bueno, ni que hubiera resultado caníbal, pensó Camus, en los tiempos que corren es bastante normal – En especial el bondage – ¡ah! Eso le daba otro matiz al asunto – y el “shibari”. ¿Lo conoce, agente?

    -Debo admitir que no…

    -El bondage es la práctica occidental de atar a alguien para inmovilizarlo y obtener la excitación con eso, el “shibari” es diferente: encuentra la belleza en las ataduras, en la manufactura de los nudos, los puntos energéticos y el espectador es fundamental en todo el proceso – Eo sonrió - ¿Ahora entiende lo de las acrobacias en tela?

    Camus sonrió también. Dita había encontrado la forma de expresar su “fetiche” en un arte como las acrobacias en tela: enroscarse, atarse a la tela, la energía del público… todo encajaba. Chico listo, pensó Camus.

    -Debería haberlo visto, agente, era muy hermoso lo que lograba Dita – dijo Sorrento que los miraba desde su improvisada cama en el sillón.

    -Perdón Sorren… pero me pareció que la policía debía saber todo sobre él.

    -Sí, entiendo, no te preocupes – le acarició la mano a Eo en señal de perdón.

    -¿Creen que algún amante despechado lo haya hecho?

    -Dita era el amo de muchos, pero la mayoría no lo buscaba solo por el sexo y erotismo del sadomasoquismo, era gente que necesitaba una válvula de escape – se corrió el flequillo que se le había pegado a la frente dejando ver unos profundos ojos rojos, no enrojecidos, sino de irises rojos – Créame, hablo con conocimiento de causa…

    -¿No tenía ningún amante, compañero, pareja que quisiera vengarse?

    -Estaba viendo a alguien, pero nunca me quiso dar precisiones… Me dijo que con él lograba el equilibrio entre sexo y erotismo que buscaba, pero nunca me dio el nombre. Era muy reservado de su vida privada.

    -¿Él?

    -Sí, siempre habló de esa persona en masculino… Los gustos de Dita eran variados, agente.

    -Disculpen, no era por los gustos - Camus carraspeó. Obviamente no tenía nada en contra de los gustos de Dita, el estaba en pareja con hombre, ¡por todos los dioses!, no era nadie para juzgar. – Es que esa persona podría ser el asesino y sirve saber de antemano si buscamos a un hombre o una mujer.

    Volvió a carraspear queriendo despejar un poco la pesada atmósfera que se había creado. Se había olvidado de tomar notas. La historia de Dita le resultaba intrigante, parecía una persona interesante y su mente curiosa estaba atrapada en las redes.

    -A veces iba al VIP y se quedaba con los dueños – Eo dirigió una mirada a Marín en busca de apoyo y luego miro a Camus significativamente – A veces se cerraba el privado por más de una hora… Marín y yo lo sabíamos, pero ella es demasiado reservada para hablar, por eso lo hago yo.

    -¿Eso fue lo que pasó hoy? – preguntó Camus volviendo al tema.

    Eo y Sorrento cruzaron miradas, cómo preguntándose si alguno sabía algo. Dita había sido encontrado en el VIP de la discoteca, enroscado entre las telas que usaba para sus actuaciones.

    -No sé – dijo Eo hablando por los dos – Esta vez ninguno de nosotros cerró el privado.

    A pesar del cruce de miradas, Camus no tuvo dudas de que los dos muchachos no mentían. Se habían mostrado sinceros y abiertos a la hora de contar todo.

    -Muchas gracias, fueron de una gran ayuda. Realmente lo lamento… - Camus se levanto y estrechó las manos de los dos.

    *fin del flashback*

    -¿Y los dueños? ¿Qué dijeron? – preguntó Roshi recostado en su silla giratoria.

    Milo se preguntó para qué carajo Camus anotaba todo en la libreta si después ni la miraba.
     
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    Pumba

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    Pancho ha de estar feliz de que saliera algol :v

    Bueno retomemos la investigación ¡ está bien interesante y le hace uno preguntarse varias cosas , ¿quién era con quien salía Ditta? Es el más sospechoso! . O será sorrento? bah¡ se me hace que es del quien menos sospecha uno......Seiya! Los de guardarropa siempre saben algo que los demás no! Lo sé , lo sé .

    :P

    Camus siempre tan serio e inteligente, ya me lo imagino con su libretita anotando todo, pero sin verlo después ....ah, me recuerda a un personaje del manga de Monter . *^*

    No sabía la técnica esa del bondad japonés¡ me gusta como está armado la psique de afro, ojalá den con su asesino!

    Gracias por compartir
     
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  4. MëRäK
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    Hola Frodi!! ^^

    Espero ir respondiendo todas esas preguntas, al tiempo que van apareciendo más interrogantes XD (pa' no aburrirse, vio? :P)

    Jajajajaja, oiga! Qué buena idea lo de Seiya de metiche!! XD
    No se me había ocurrido que pudiera llegar a tener alguna información... hmmm... :triunfoelmal:

    A Camus me lo imagino como una especie de Spencer Reid de "Criminal Minds", así medio nerd pero apachuchable :kemozionx3:

    El shibari es muy bonito, se consiguen diseños muy artísticos ^^, aunque todo depende de las preferencias de cada uno ;)

    Gracias por pasarte y comentar ^^
     
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    Fabulosidad alada

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    QUOTE (Frodi @ 20/7/2017, 16:34) 
    Pancho ha de estar feliz de que saliera algol :v

    Tsss

    Ps claro
     
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  6. MëRäK
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    V

    *flashback * *Camus POV*

    -Parecen salidos de una revista de moda – me dijo Milo al oído cuando vio al señor y a la señora Didymo entrar.

    Me voltee a verlos. Y sí, un poco de razón tenía. El señor era alto y espigado. Por la seguridad en el andar se le notaba cierto aire de autosuficiencia que no me paso inadvertido. Y la señora… La señora era un muñequita de hermosas facciones exóticas. Se la veía algo tímida, sumisa más bien, pero había algo en su mirada que me decía lo contrario.

    -Me dijo el agente de la entrada que usted está a cargo de la investigación – le dijo el señor a Milo.

    -Sí, así es, soy el agente Antares – estrecharon sus manos.

    -Saga Didymo y ella es mi señora, Mu Hamal – de ahí la prueba de lo que vi en sus ojos, me felicité mentalmente: el hecho de que la señora no haya tomado el apellido del marido algo quería decir, ¿no? – Entonces, agente Antares… quisiera hablarle en privado – dijo con un tono un tanto altanero.

    -Todo lo que tenga para decirme, lo puede decir también adelante del agente Verseau – contestó Milo poniéndose en guardia.

    Saga me miró de reojo, luego a su mujer, que no parecía muy de acuerdo con lo que iba a hacer y finalmente resoplo resignado pasándose una mano por el flequillo.

    -Muy bien… ¿cómo podemos hacer para terminar con todo esto cuanto antes? – preguntó apoyando sobre la barra el atado de cigarrillos y sus anteojos de sol. Mierda, otro de esos que piensa que con plata puede arreglar todo, puse los ojos en blanco, aprovechando que ninguno de los dos me veía.

    -Señor Didymo… - comenzó a decir Milo poniéndose de pie delante de Saga. Esto puede llegar a ponerse feo, pensé, así que invite a la señora Hamal (si su marido la había presentado así, podía llamarla así, ¿no?) a alejarse conmigo de la zona de guerra. Además estaba convencido que si alguno de los dos, él o ella, iba a decir algo que valiera la pena, era por separado. Milo me vio por el rabillo del ojo, pero descargo su furia contra Saga – Yo no se si usted entiende que acaba de cometerse un asesinato en su local, que esta hablando con un agente de policía, que preguntar cómo se puede hacer para terminar con “esto” cuanto antes puede ser considerado como intento de soborno y que, si de alguna manera, se atreve a obstaculizar el trabajo de los agentes a mi cargo – especial énfasis en el mi - me voy a ocupar, personalmente, de terminar con todo “esto” – hizo un gesto con los brazos abiertos abarcando todo el lugar – cuanto antes.

    Se quedaron mirándose fijamente. Dos machos alfa discutiendo sobre quién la tiene más grande.

    Le sonreí a Mu en un gesto de disculpa. Milo podía ser todo un amor de persona cuando quería.

    -Agente…

    -Camus, por favor.

    -Camus – me miro un poco confundida – Se que Saga puede ser un idiota arrogante a veces, como ahora, pero es una buena persona. Creo que está más conmocionado de lo que admite.

    -¿Y usted cómo está?

    -Yo, bueno, creo que todavía no puedo entender cómo es que alguien podría querer asesinar a otra persona, sobre todo a Dita…

    -¿Lo conocía bien? - ¿cuánto sería capaz de revelar la señora en un primer momento?

    -Bueno, verá, era nuestra estrella en la pista de baile, aparte éramos una especie de socios comerciales, dentro y fuera de la discoteca… Más allá de eso, nada. ¿Me podría pasar aquella latita?

    -¿Podría ser más clara? – pregunté pasándole una lata de bebida energizante.

    -Gracias, dormí muy poco – abrió la latita, excusándose y le dio un sorbo. Una gotita se resbaló por la comisura de sus labios, ella sonrió pícara mientras se limpiaba. ¿Estaba coqueteándome? – Soy diseñadora de ropa – salidos de una revista de moda, ¿no? – y estaba trabajando con Dita en el vestuario para un espectáculo que él quería hacer…

    -Entiendo… - Mu permaneció en silencio, mirándome directamente a los ojos. Había más detrás de esa mirada. No estaba siendo del todo sincera conmigo - ¿No le extrañó no ver a Dita después de su actuación?

    -No. - otro sorbo a la bebida – Era normal que se quedara hablando con la gente que venía a verlo y venía mucha, créame, o con Sorrento, eran amigos… ¿conoció a Sorrento? – asentí – un encanto de muchacho.

    -Entonces ¿llegaron, vieron el espectáculo y se fueron?

    -Así es agente – me contestó la voz grave de Saga, mientras apoyaba una mano en el hombro de Mu y ella elevaba la suya para acariciarla.

    -¿No vieron nada extraño, no notaron nada raro?

    -No – a secas. Simpático como Milo enojado, pensé con sarcasmo.

    Saga estaba hecho una furia, había perdido toda su altanería y se sentía humillado. Debería pedirle su número de teléfono, así el día en que quisiera matar a Milo no tendría que ensuciarme las manos. Reí por dentro con mi humor negro, soy un policía ¡por todos los dioses!

    -Me está diciendo que, prácticamente, vinieron solo por el espectáculo… - volví a presionar.

    -Me gusta cuidar de mis intereses – me sonrió torvamente, aumentando la presión sobre el hombro de Mu.

    Decirle que debería cuidar mejor de sus intereses hubiera sido seguir metiendo el dedo en la llaga y me parecía que Saga había tenido demasiado por hoy. Además era mejor tenerlo de “amigo” y que cooperara con la investigación. Se había vuelto obvio que la conversación no daba para más, iban a tener que llamarlos a la central para un interrogatorio.

    Vi como Milo se encaminaba a la puerta. Llamé a Aioria con gestos mientras me levantaba de la banqueta y me despedía para ir tras Milo.

    *fin del flashback*
     
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  7. MëRäK
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    ADVERTENCIA: fem!Shion (aviso solo para evitar los tomatazos XD)

    V (spin-off I)

    Una nube oscura de preocupación se había cernido sobre el semblante del jefe Roshi, pero pensaron que se trataba por lo complejo que parecía el caso.

    -Manténganme informado – les había dicho antes de que ellos se retiraran.

    El detalle que ni Antares, ni Verseau, ni nadie en la central conocía, era que Mu Hamal, era su hija. Una hija bastante díscola, dicho sea de paso.

    Tenía que llamar a su mujer y contarle, saber si Mu ya se había comunicado… pero no se sentía con fuerzas.

    Es cierto que no había pruebas en contra de ella y había respondido a todas las preguntas sin oponer resistencia… pero también era cierto que la investigación recién empezaba.

    ¿Y si ese loco marido suyo había cometido el crimen e implicado a Mu? Mierda, la cantidad de hipótesis que se le ocurrían eran infinitas. Demasiados años en la fuerza, pensó. Necesitaba tomar un poco de aire fresco, después se comunicaría con su esposa.
    Salió e la oficina y se dirigió al estacionamiento del personal. Subiría al auto y se iría a la mierda por un rato. En la central se las podían arreglar sin él.

    Subió al auto y vio en el asiento del acompañante la bolsita de porros que le había confiscado a un grupito de chicos que andaba molestando en el barrio cuando iba de camino a la central. La idea lo tentó. Necesitaba no pensar en nada.

    Usando el encendedor del auto prendió uno de los cigarrillos de marihuana. Aspiró, aspiró, hasta que se prendió. Luego le dio una calada más profunda y se acomodó en el asiento.

    Había conocido a la madre de Mu, Shona, una vez que había regresado a su China natal en un viaje de paseo. Por aquel entonces era un joven de dieciocho años y Shona era apenas unos meses mayor.

    La encontró por pura casualidad: se había perdido y vagando por las calles del pueblo la vio. En ese entonces, como ahora, le pareció la visión más hermosa que hubiera visto alguna vez: tenía los ojos más fascinantes, insondables, de un violeta oscuro cautivador.

    Fue un flechazo inmediato para los dos.

    El cortejo fue complejo porque tuvo que aprender las costumbres del lugar y engorroso porque tuvo que mentir en su trabajo presentando papeles para demorar la vuelta.

    La tarde previa a su primer encuentro amoroso, ella le había explicado con paciencia en qué consistía la última parte del cortejo en su tribu. Sí, su tribu, porque ella pertenecía a la tribu Mosuo: era obvio por los dos puntos sobre sus cejas, la última tribu matriarcal superviviente. Vaya suerte la mía, pensó siempre de forma risueña.

    Le había explicado que eran las mujeres quienes decidían si ver o no a su amante y que incluso podían tener más de uno si así lo querían. También le explicó que, obviamente, si ella quería, podrían pasar la noche juntos, pero él tendría que entrar por la ventana de su habitación e irse por el mismo lugar antes del amanecer.

    A pesar de que no encontraba mucho sentido en esta costumbre, la aceptó. Habría hecho cualquier cosa por Shona.

    Esa noche, y rogando por no confundirse de habitación, entró por la ventana.

    Shona lo esperaba cubierta solo por un fino camisón. Dohko se perdió entre las formas de ella y se amaron uno al otro con pasión toda la noche y muchas otras.

    Cuando ya no pudo dilatar más la vuelta a casa, le pidió a Shona que lo acompañase. Para ella había sido todo terriblemente doloroso, ya que una mosuo no abandona la casa materna, pero separarse de Dohko era como morir en vida, por lo que finalmente partió con él.

    La pequeña Mu fue largamente esperada. Años de angustia, dolor y resignación, pero cuando parecía todo perdido, Shona le dijo que estaba embarazada.

    Esa vez, como otra veces, le explicó que, aunque no estuviera más con su tribu, quería mantener la tradición por la cual la madre es la que pasa el apellido a las hijas mujeres. Dohko aceptó. No veía nada de malo en que la niña llevara el apellido Hamal y no Roshi. Era solo un apellido, no cambiaba nada: la niña seguiría siendo hija suya de todas formas.

    Mu nació y creció hermosa. Era la alegría de sus ojos. Había heredado la gracia y desenvoltura de su madre, las facciones dulces, los hoyuelos al sonreír e incluso los dos puntos sobre las cejas; de él solo había heredado los ojos verdes.

    Pero todo cambió cuando se convirtió en adolescente, edad conflictiva si las hay.

    Se reveló contra su madre, contra su padre y a los diecinueve se fue de la casa. Pasaron unos largos años hasta poder hacer las paces completamente, pero Mu ya había cambiado y no era más la flor tierna e inocente que solía ser.

    Dohko, internamente, le echaba la culpa a Saga. Nunca le había gustado, era extraño, sentía un aura densa a su alrededor, pero Mu lo amaba con locura y no le quedó otra que aceptarlo a regañadientes.

    Y ahora esto… Shona se moriría cuando le contara, si es que ya no lo sabía.

    Pero por ahora necesitaba la tranquilidad que la marihuana le daba. Aspiró nuevamente el cigarrillo, lanzó el humo hacia el techo y cerró los ojos.

    Por alguna extraña razón, saber que Shona se pondría histérica comenzaba a causarle gracia.

    *****

    *A veces la realidad supera a la ficción:
    https://enchinadas.wordpress.com/2014/04/1...rcado-en-china/
    Muchos datos los tomé de ellos, pero, obviamente no el hecho de los puntos sobre las cejas de Shion y Mu… Y si, Shona es Shion… Shona fue un deplorable intento por hacer el nombre de Shion más femenino :ehups: .


    Bueno, una cosita que quería aclarar con respecto a este fic...
    No me pude resistir y por lo tanto no me concentro exclusivamente en la relación de Camus/Milo, sino que con los spin-off quiero mostrar el otro lado de la investigación, adentrarme un poco más en los personajes.
    Por lo que, si quieren seguir solo "la investigación", puede leer los capítulos normales, si quieren saber también más sobre el resto, pueden leer todo :aiah:
    De cualquier de las dos formas... GRACIAS POR LEER!! :amoroso:
     
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  8. Baian
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    Holaaas
    Pues ami me encanta leer sobre las historias alternas de los personajes dentro de la investigación .
    Esta última con Dohko y Shona ne encanto .
    Se le rebelo la oveja violeta :v jaja
    Realmente tuvieron esa pareja que ver con el asesinato de ditta? Pobre dohko !! Ya hasta le esta dando al vicio y ya hasta se le esta trepando el payaso XD
    Muy bien! Ya quiero seguir leyendo

    Besos
     
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  9. MëRäK
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    Hola Baian!! ^^

    Qué alegría que te gustó!! :nyancat: :catparty:
    Me paració una buena forma de darle más trasfondo a la trama y no dejar "cabos sueltos" dentro de la historia de los personajes... un poco también porque hay algunos que me gustan mucho como están quedando y no me pude resistir a la tentación de explorarlos :1313:

    Jajajaja, siiiii, pobre Dohko!! XD
    Tenía que desestresarse por adelantado y le entró al vicio :jijiji: y me moría con él descostillándose de risa por los efectos del porro :weed: :derp:

    MUCHÍSIMAS GRACIAS POR PASARTE Y COMENTAR!! :amoroso:
     
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  10. MëRäK
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    V (spin-off II)

    El hijo de puta del policía se había atrevido a hacerse el loco con él, rumiaba Saga su bronca. Se había atrevido a decirle que le iba a hacer mierda el negocio si él se entrometía. A él se lo había dicho. A él. Hijo de puta… No tenía idea de con quién se metía, pensó sacando un cigarrillo de la caja. Ladeó su cabeza y lo encendió. Ya hablaría con altos funcionarios si era necesario… ese Julián Solo y la otra, cómo era… Pandora, le debían un par de favores y se los cobraría si fuera necesario. Movería todos los hilos si ese policía de mierda siquiera intentaba cumplir la amenaza. Lo aplastaría como a una cucaracha bajo su zapato. Zapato costoso, dicho sea de paso.

    La cabeza le iba a estallar.

    La llamada de Aldebarán a la madrugada lo había trastornado. Cómo si ya no tuviera suficientes quilombos, encima ahora un muerto. Y para completarla ese policía del orto que no tenía ni idea de con quien se estaba metiendo.

    Sentía las sienes palpitando. Se dejó caer en una banqueta y se las masajeó.

    Mu se giró y apoyando su cabeza en la espalda de Saga lo abrazó. Sentía el corazón de Saga bombear agitado. La sangre le bullía en las venas. Ese agente Antares se había ganado un enemigo.

    -Te vi – le dijo echando el humo por la nariz, con la cabeza gacha, el cigarrillo colgando de los labios y sus manos sobre las de ella.

    -¿Qué? – ella no se movió de su abrazo.

    -Te hacía la linda con el agente…

    -¿Sabías que trabajan en la central con papá? – le contestó dándose la vuelta hasta ponerse delante de Saga, tomándole el rostro entre las manos.

    -Hmmmm – el día estaba resultando cada vez más de mierda. Aspiró y sacó el humo por la nariz. A Mu le pareció que parecía un toro enojado. No solo iba a tener a la policía oliéndole el culo por toda esta historia, sino que no eran policías cualquiera, eran los que trabajaban con su suegro. El viejo iba a estar más que contento de ayudar al policía de mierda a arruinarlo. Pensó que debía estar meado por un dinosaurio.

    -Hay que hacer buena letra – le explicó Mu seria.

    -No hay nada que esconder – contestó pasando del enojo a la perplejidad en segundos.

    -¿Seguro? – Mu lo miraba fijo a los ojos. Si iba a tener que mentir por él, debía hacerlo con conocimiento de causa. No era que dudase de él, no, claro que no, si habían estado juntos en todo. Siempre. Pero si él sabía algo que ella no…

    -Claro – le contestó manteniendo la mirada.

    ¿Debía ponerse en alerta? No, no con Mu, se reprochó. Pero había algo en la actitud inquisitiva de su esposa que le molestaba. ¿Desde cuándo Mu dudaba de él? Si él nunca le había ocultado nada: desde las locas fantasías sexuales con ella hasta los quilombos de negocios algo turbios en los que más de una vez se había metido. Bueno, quizás con eso había sido más reticente a contárselos que con las fantasías, porque no quería involucrarla en negocios pocos claros y con gente jodida, pero ella siempre se daba cuenta cuando algo no iba bien con él. Tenía un maldito radar para esas cosas en su relación. Afortunadamente la intervención de Mu siempre había sido beneficiosa para Saga: aunque ella no estaba cien por ciento al tanto de todos los detalles, con lo que sabía le había bastado para sacarlo de la mierda en la que se había enterrado.

    –Nunca te oculté nada, lo sabés mejor que nadie – afirmó Saga.

    No había sombra de duda en los ojos de Saga. Mu lo podía ver claramente en su mirada.

    Entre muchas de las cosas que la habían cautivado al momento de conocerse, una en particular habían sido esos ojos claros, pero que en un momento, un momento apenas perceptible si no se estaba atento, podían volverse oscuros y suspicaces.

    Saga siempre la había aceptado como era. Nunca había cuestionado nada de su apariencia: en donde los demás veían a una chica rara, él había sabido ver la mujer que estaba floreciendo; ni mucho menos había cuestionado sus ideas: que solían ser bastante radicales en algunos aspectos.

    Y ella le había abierto su corazón y había confiado ciegamente en él, a pesar de los errores, del qué dirán… a pesar de ellos mismos.

    Podía confiar en ella. Como ella confiaba en él. Nunca se habían juzgado.

    -Lo sé – le contestó sonriendo, entrelazando una de sus manos con la de Saga. Los ojos verdes de ella solo revelaban amor y seguridad.

    Saga relajó los hombros. Aunque seguía teniendo colgado de las pelotas al agente Antares, ahora se sentía más sereno. Entre el efecto de la nicotina en su cerebro y el saber que Mu no lo abandonaba tampoco en ésta, más el toque calido de las manos de su esposa en sus propias manos y sobre su pecho, habían logrado que el dolor de cabeza remitiese y se sintiera más tranquilo.

    Mu había sido su pilar muchas veces y le había demostrado ser más fuerte que él en más de una ocasión.

    Miró a Mu que miraba entre reprobatoria y divertida el cigarrillo medio consumido aún entre sus dedos.

    -Lo siento – le dijo sonriéndole apenado – hoy no lo pude evitar – dijo a manera de excusa tirando el cigarrillo al piso y apagándolo con el zapato.

    -Entiendo… - le devolvió la sonrisa – No te preocupes – se metió entre las piernas de Saga y lo besó – Por lo menos son mentolados – volvió a besarlo, esta vez más profundo y sentido.

    -¿Llamarías a tu papá para explicarle el incidente con el agente… y decirle que colaboraremos en todo? – dijo mirando más allá de Mu, haciéndole apoyar la cabeza en su pecho, acariciándole los cabellos lilas. – Siento que no tengo fuerzas para darle explicaciones a tu padre…

    -Claro, si es que no le agarra un infarto cuando lo sepa – sonrió contra el pecho de Saga.

    -Nunca me toleró del todo… el viejo va a pensar cualquier cosa, va a caminar por las paredes cuando se entere – rió amargamente enfocando su mirada en ella.

    -¿Podemos volver a casa? – preguntó Mu.

    -Supongo que sí, no creo que nos necesiten para nada más… Ya se fueron todos menos los forenses – contestó Saga mirando alrededor.

    -Vamos… - Saga se levantó tironeado del brazo por Mu y con intención de tomar la caja de cigarrillos – Esos se quedan acá…
     
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