-
.La electricidad recorrió el cuello del sueco cuando el roce de sus labios se profundizó, deslizó la mano izquierda por debajo del brazo que sujetaba para atraer al griego por la cintura, jugando con la yema de los dedos en la amplia espalda con caricia suaves. El beso gustaba a piscis, era suave pero ocultaba un ansia que era evidentemente seductora y le incitaba a profundizarlo pero tal como el escorpión se dedicó a degustar el sabor de la boca ajena, como si la mayoría de experiencia en ambos no existiera creando un ambiente seductor. El beso terminó antes de lo que seguramente a cualquiera de los dos le gustaría pero estaba bien así porque la electricidad continuaba en la habitación.
Los dedos en su cabello le causaban cosquillas y las ansias por enredar los suyos en la rebelde cabellera del escorpión despertaron con fuerza pero se limitó a acariciarle el rostro dedicándole una sonrisa ladeada cayendo por costumbre y diversión en aquel juego de llevarse la contraria aunque en esta ocasión no había demasiada alteraría en las palabras del pisciano, había una complicidad cómoda entre ellos después de todo. — Fue insuficiente bastante inocente viniendo de hombres como nosotros. — Bromeó mordiendole con suavidad la barbilla.
—Tu faraón te dará libertad para agradecer como consideres sin embargo, está de buen humor. — La mirada del sueco había perdido rastro de la vanidad habitual dejándole un aspecto tranquilo, estaba disfrutando de la convivencia con Milo más de lo que hubiera esperado. Pasó la mirada por el rostro ajeno aceptando para sí mismo que Milo era alguien muy atractivo, poseía un aspecto indomable, casi salvaje que le gustaba, en otras circunstancias se habría enamorado del escorpión, si hubiese conocido este lado suyo antes probablemente habría terminado con el veneno de antares en las venas.
Una sonrisa nostálgica apareció en los labios del doceavo guardián mientras le acariciaba el rostro, era una verdadera lástima que ambos fueran tan similares que se cubrían con el veneno saliendo de los labios y habían terminando chocando.. -
+2 .
Los labios del escorpión reconocieron con una sonrisa divertida la verdad que se asomaba en las palabras de Afrodita sobre su beso, y disfrutó la pequeña mordida en su mentón como un buen jugador. Decidió sacar los dedos de entre aquella mata de azul brillante, y dejar que sus dedos tocaran los hombros ajenos otra vez y se perdieran con movimientos sutiles por la espalda tibia y suave del faraón.
Afrodita tenía una piel muy bien cuidada para ser hombre, de hecho podía sentir sus músculos firmes con la yema de los dedos, y aún así disfrutar una suavidad mayormente común en una chica. Eso no le resultó extraño ya que sabía de los cuidados especiales que el otro empleaba en cada parte de su cuerpo, y que eran mucho más notorios en los labios exquisitos que ahora deseaba, y en el rostro que admiraba por la facilidad que tenía al demostrarle sus emociones.
Milo perdió la mano derecha sobre la superficie de la espalda sueca, mientras la izquierda rozaba distraídamente el vientre del otro con movimientos circulares que tocaban su ombligo.
— Sí el faraón se siente de tan buen humor...— comenzó a hablar, siguiendo el juego de aquella situación—... tal vez me permita ocupar un lugar como su amante... Al menos esta noche...— en realidad no tenía ni idea sí era de día, o si la luna se asomaba fuera de aquellas paredes, pero había usado la palabra que le acomodaba mejor, porque la noche con su manto de oscuridad era mejor para ocultar a los amantes, y su silencio para admirar los sonidos de placer entre las sábanas... Sonidos que jamás creyó anhelar escuchar por boca de Afrodita.
De haber sido cualquier otro momento tal vez no lo hubiera pedido... De no haber existido ése instante de mutua comprensión y complicidad quizá habría actuado según sus instintos, pero algo en ése instante le hacía tocarlo con suavidad, como sí supiera que sólo eso bastaba para cortar la rosa y evitar el dolor por sus espinas.
Supo que realmente quería seducirlo cuando sus labios se alzaron y buscaron los hombros suecos para dejar pequeños besos como un tributo a sus deseos. -
+1 .
Las caricias del "esclavo" suaves e insinuantes despertaban en Afrodita el deseo de probar el sabor del griego por esa noche, los roces e insinuaciones eran probablemente más suaves y ligeros que cualquiera que habían usado en sus anteriores conquistas y piscis no sabía si eso se debía a la sinceridad compartida, al juego que llevaban o a la curiosidad que habían despertado mutuamente en el otro.
El sueco levantó la mano del griego para guiarla a sus labios y besar suavemente la yema de cada uno de los dedos ajenos antes de sonreír con picardia. —El faraón está tan de buen humor que te dará ese privilegio concedido a pocos. — tras conceder el permiso inesperado al escorpiano juntó sus cuerpos rodeando con los brazos el cuello adverso para acariciarle la nuca con los dedos de la mano izquierda y deslizar la derecha por los pectorales bien formados. Curiosamente en ese momento quería a Milo sobre su cuerpo, disfrutar de la diferencia entre sus pieles y al menos por esa noche ahogarse en el placer que este podía ofrecerle.
Los besos en los hombros le provocaban un cosquilleo que viajaba por todo su cuerpo imaginando los labios ajenos en otros lugares. —Muéstrame que puedes complacerá a tu faraón y tu fama es bien merecida esclavo. Si haces un buen trabajo tal vez te recompense, aunque no encontrarás recompensa más grande que yacer en mi cama. — El sueco se había metido en el papel con facilidad, altivez y excitacion. Antes de pasarse la lengua por los labios asegurándose de acercarse lo suficiente para rozar los contrarios y humedecerlos, tentándolos a salir al encuentro de los suyos.
Acarició un pezon ajeno con las yemas de los dedos hasta endureacerlo y continuo un camino hacia el sur de manera insinuante y seductora, todo hasta llegar a la escasa tela que cubría el miembro ajeno para darle golpesitos muy suaves con las yemas de los dedos antes de frotar el lugar con suavidad. —Muéstrame lo que va a complacerme por esta noche. — Dicho eso le mordió el labio inferior con suavidad antes de retroceder hacia la cama con la elegancia y altivez que cualquier faraón envidiaria. Una vez ahí se sentó para apreciar la vista y ser seducido por el griego.. -
.
ESCENA TERMINADA
~ Tema disponible para su uso~.
Habitación temática - Antiguo Egipto |
Contacts
