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Benetnasch+1
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—Hay muchas cosas de mi que no sabes, Mime.
—Hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro ¿No sería buena idea armar un pequeño juego con eso? Como verdad o reto, o como sea que se llame ese juego de niños. Trataré de adivinar algo sobre ti, y si no puedo tu me propones un desafío, y viceversa.
Estaba consciente de ello, Alberich era un enigma, aunque debía admitir que antes no le interesaba demasiado conocer a nadie. El juego le pareció interesante así que decidió participar y responde con la verdad.
— Estuviste cerca, me gustan el azul y el turquesa. — Pensó un momento que reto ponerle, no deseaba que el pelirrojo se accidentara así que finalmente decidió algo inofensivo. — Toma otro sorbo de vino. — Era su turno y no tenía idea sobre que decir acerca de su anfitrión.
— En el fondo, no nos desprecias ni te parecemos tan molestos como nos haces creer. — Hacer esa declaración era como lanzar una moneda al aire, Megrez era impredecible.
Sus orbes granete no se desprendieron de la figura adversa, le era agradable pasar ese momento al lado de su compañero, podía sentir un poco de felicidad por ser bien recibido y afirmar que en algún momento lo repetiría. También pensaba dejar la invitación abierta para que le visitara si así lo deseaba aunque lo veía poco probable.. -
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Se encogió de hombros y aceptó la primer derrota, dejando que otro sorbo del dulce líquido se deslizara por su garganta. Las siguientes palabras de Mime le hicieron fruncir el ceño, si quería hacerse el gracioso no estaba funcionando. Pensó que ya habrían dejado esa conversación atrás, pero decidió responderle de todos modos.
—Voy a suponer que lo que buscas es que sea más específico con lo que dije ya varias veces. Muy bien—se puso de pie para caminar alrededor del pelirrojo—No te desprecio a ti ni a Fenrir, de hecho, son hasta interesantes para hablar o provocar. Hagen y Tholl me dan igual, son aburridos. A Siegfried podría estar comiéndoselo un oso que no lo ayudaría—dijo como si enumerara las cosas de la lista de las compras—Así que en parte es cierto, y en parte es falso. Entonces tu reto no será tan severo... Mm...—se permitió pensarlo un momento antes de reír como un niño, le gustaba la expresión de Mime—¿Qué tal si te arrodillas ante mi?
Se sostuvo de la mesa ante un mareo repentino y se recompuso lo más rápido que pudo.
—Me toca, ya que te has ido a asuntos más privados... Diré que eres virgen, o más bien que nunca has besado a nadie ¿verdadero o falso?. -
Benetnasch .
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Sus labios temblaron por la sonrisa que quería formarse en ellos al imaginar aquél trágico final para su compañero a manos de un oso pero se negó a reír aunque probablemente su diversión era notoria en su mirar, pero pronto se vió funcienendo el entrecejo. — No voy a arrodillarme ante ti, pídeme otra cosa. — Tenía orgullo y no pensaba ceder ante eso, además no había perdido como tal y algo le decía que el más bajo solo jugaba con el.
Mantuvo sus manos quietas para no ceder al impulso de sujetar al pelirrojo al verle perder el equilibrio sabiendo que se molestaría. Estaba pensando seriamente en sugerirle detener el juego cuando sintió como su temperatura corporal aumentaba, muertes del color rojo que habían adquirido sus mejillas. Aquello era demasiado personal y nunca hablaba de esos temas con nadie, pero al recordar la sinceridad con que Megrez había respondido decidió corresponder.
— Verdadero, ¿Que quieres que haga? — Ya había dejado claro que no iba a arrodillarse y hacer cosas que lastimaran a otros no entraba en el juego, estaba seguro de que Alberich lo sabía, y sin embargo; todavía se sentía nervioso mientras esperaba que el adverso decidiera su castigo.. -
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Se quedó en silencio por unos momentos, era obvio que el muchacho no se iba a arrodillar sin importar que fuera solo un 'juego', pero de todos modos se sentía un poco decepcionado por ello. Las mejillas enrojecidas de Mime al responder esa última pregunta se le antojaron un poco más adorables de lo que le gustaría admitir, incluso podía sentir en su propia cara el rubor por eso. O tal vez era por el calor del vino que le estaba nublando las ideas. Llevó la mirada al techo, pensando qué pedirle puesto que por lo visto aún estaba demasiado sobrio para humillarlo.
—Bueno, no lo sé, ¿qué tal si lo decides tu? ¿hay algo que quisieras hacer? algo que de normal no harías, pero que deseas—inclinó la cabeza hacia un lado y se mordió los dedos, su mente viajaba un poco. Tal vez él estaba cada vez más interesado en cómo afrontaría Mime ahora sus límites con su nueva vida ¿podría realmente dejar atrás esa armadura que había construido? ¿buscaría desafíos nuevos o se estancaría en la sensación de paz que daba el acuerdo entre los dioses? Quería saber si valía la pena verle mientras cumplía nuevas metas—Te toca preguntar....
Cabaña en la costa noreste |
