[AU] Human Nature

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    DIVINO

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    Minos de Griffon
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    No le fue posible despegar la mirada de la magistral forma en la que el menor preparaba todo para que, de principio hasta el apresurado fin, resultara toda una obra maestra digna de disfrutarse. Aún con el historial criminal, le seguía pareciendo sorprendente cómo aquel chiquillo sabía perfectamente rebanar la carne y sobre qué lugares para seccionar el dolor y la fluidez de la sangre, cual carnicero experto. Demasiadas cosas como para poder concentrarse en algo, el estímulo visual era más que suficiente, pero el tener el cuerpo contrario pegado tampoco ayudaba a su desbocado latir.

    Cuando las quejas terminaron y finalmente aquel oficial dio sus últimos respiros, Minos quedó un tanto absorto, como quién ha quedado extasiado al contemplar la mismísima providencia. No fue sino hasta que los suaves besos del menor le devolvieron ahí que exhaló con regusto. Oh, sin duda que aunque hubiera sido en una fracción de segundo, a él también le hubiera gustado tirarse como animal contra Alberich y besarlo apasionadamente, arrancarle gemidos de placer en medio de ese cuarto lleno de sangre y tripas, sin ningún miedo a fornicar ahí mismo sobre el cuerpo moribundo del otro policía y que más fluidos se unieran a la dantesca escena, seguramente sería aún más sublime de lo que ya… pero no, no se había esforzado tanto en pensar todo aquello como para que terminase tan pronto, al menos alguna parte de su arraigado ego natural le había ayudado a mantener una ínfima parte de cordura para que no terminaran ambos condenados a muerte tan pronto, finalmente, la diversión recién comenzaba a tocar cimas gloriosas, no tenía ninguna intención de cortar ello entonces.

    —Tal vez… en otra ocasión. — Y si, no negaba que quizá en otro momento simplemente se dejaría arrastrar por la avalancha de sensaciones y emociones a un vacío tan oscuro del cual no le importaría jamás volver a salir, sin duda alguna sería un momento trascendental en su vida, pero hasta entonces, disfrutaría de sentirse devorado poco a poco por cada paso lento y meticuloso que hacía, dejándose consumir por la oscuridad de forma lenta y asfixiante; estaba seguro que el menor también lo disfrutaba de cierta manera, por más pucheros y reproches que hubiera. “Marioneta, sí, MI marioneta.” Pensó alzando la mirada, escuchando la propuesta de ser apuñalado. El insano gesto de satisfacción seguía en su rostro y ni el pie en su hombro, el amenazante tono del contrario o el cuchillo en el cuello, le hizo dudar ni un poco. —Veo que entiendes sin necesidad de explicarte demasiado, no por nada decidí no romperte el cuello, Alberich. — Un leve escalofrío recorrió su cuerpo, pero no por miedo, sino por esos resquicios de goce que habían quedado luego de todo el show.

    —La idea era sencilla, no hay huellas mías en ese cuchillo, pero sí tuyas y debe haberlas sobre todo también del que quedó vivo, no quisiera que condenaran a mi pequeña marioneta a morir tan pronto. — De forma desvergonzada echó una risa. —Usaremos al idiota ese como chivo expiatorio. La historia es simple, una pelea, una trifulca; ese cabrón se volvió loco, nos apuñaló a todos y tú, solo te defendiste cuando hubo oportunidad, después de todo, con tus dedos jodidos ¿cómo habrías podido apuñalar a tantos y contra dos policías armados? — El tono de burla ahí estaba. —Desde luego no soy el único que debe verse “menos limpio”. — Sin apartar el amenazante cuchillo de su cuello, y aprovechando la cercanía, buscó con sus labios los del menor, mordiendo un poco fuerte, como reproche por haberse estado besuqueando con el otro también. —Te dejaré el resto por ahora… Creo que estás aprendiendo a servirme bien. Pero no olvides que eres mío. — Guió la mano con el cuchillo sobre su cuello hacia abajo, haciendo algo de presión para dejar algunos cortes leves hasta dejarlo sobre uno de sus costados, sobre una zona no vital. —Adelante Alberich, tómalo como parte de tu obsequio ¿si?. — Dejó ahí la indicación, mientras se quitaba los guantes de látex para no levantar más sospecha y se los dejaba al otro, asumiendo que sabría que tendría que deshacerse de ello. Tampoco se fiaba al cien de que el menor solo dañaría lo necesario, en todo caso mantenía el taser consigo, pero quería ver la reacción contraria, no se cansaba de probar al menor a cada segundo, de ver sus acciones y de cómo su retorcida mente hacía de las suyas, probablemente porque en sí mismo veía un reflejo de aquellos deseos.
     
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    Hobbit Mochaflecos

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    Godwarrior Alberich de Megrez Delta
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    El pelirrojo repasó sus propios labios con la lengua entre suaves jadeos, recuperando el aliento después del semejante esfuerzo que había tenido que hacer peleando en primer lugar con aquellos hombres y en segundo apuñalando una y otra vez al desdichado guardia que ahora yacía sin vida en el suelo a sus pies. Por supuesto que estaba feliz de escuchar las palabras de aquel hombre, saber que podría haber otra ocasión para que pudieran cumplir tales fantasías retorcidas le generaba escalofríos que le recorrían la columna y se agolpaban como una fuerte electricidad en su cabeza. Soltando una suave risa por el comentario sobre romperle el cuello el joven preso se mordió los labios para escuchar con atención el siguiente paso en el plan de Minos.

    Una historia sencilla de recordar que tendría tiempo de aprenderse de memoria para cuando le preguntaran, podían comentar los detalles después si era necesario o simplemente fingir más demencia de la que tenía. Después de todo había sido tan alegre y simpático desde el principio, seguro que verlo traumatizado por semejante escena desplegada delante de él, y teniendo en cuenta la posibilidad que nadie más que el guardia hubiese leído su expediente, sería bastante convincente. Un beso más y una mordida le hicieron soltar un gemido suave, dejando que su mano fuese guiada por el mayor al punto donde pudiera hacer el menor daño posible.

    Estaba encantado, sus irrefrenables deseos de clavar la afilada hoja de acerco en las entrañas del guardia que acosaba sus pesadillas hacían que su mano temblara y los dedos se aferraran con fuerza al mango del cuchillo. Tomó los guantes, pensando un poco y analizando su posición para no dejar ninguna pista de lo que había pasado en realidad; después observando con atención los ojos del albino, estaba confiando en él más de lo que incluso Alberich hubiese estado dispuesto a confiar en si mismo en esa situación ¿tanto así había invadido la mente y el corazón de aquel siniestro carcelero?

    Estoy tan feliz, señor guardia—dijo con tono cantarín como el primer día al escribir su nombre en la pared y se dio el gusto de al fin enterrar el cuchillo en la carne de aquel que lo volvía loco. Con los ojos verdes fijos en el rostro del mayor para poder disfrutar al menos de algún gesto de dolor de su parte, algo que anhelaba aún más que las amenazas mezcladas con gruñidos contra su oreja, más que sus besos y sus manos acariciándole el cuerpo. Deseaba ver más del dolor ajeno, pero sabía que estaría en problemas si se le iba la mano.

    Retiró el afilado utensilio del cuerpo del oficial, viendo cómo la sangre brotaba de la herida abierta. Allí se quedó unos instantes como si se hubiese detenido el tiempo, tanto había esperado por eso que en ese momento no sabía del todo cómo reaccionar. Podía esperar que el preciado líquido carmín siguiera brotando hasta que Minos perdiera por completo la consciencia o dar rienda suelta al deseo que le había invadido el corazón desde el primer día y dejar caer más puñaladas sobre el hombre. Volvió a soltar algunas risitas suaves ante las ideas, negó con la cabeza y comenzó a caminar de un lado a otro por el lugar, haciendo algunos cortes al azar en su propio cuerpo sin dejar de vigilar que su amado oficial no se desangrase. Una vez le pareció que estaba lista la escena sonrió tranquilo una vez más.

    ¿Será convincente si lloro?—dijo en un murmullo, poniéndole el cuchillo en la mano al tercero de los tipos solo para que estuviesen claras las huellas mientras intentaba que algún recuerdo triste o sensación desagradable le hiciera soltar las lágrimas. Difícil por lo mucho que estaba disfrutando aquella masacre, pero al final sintió sus ojos nublarse lo suficiente—De acuerdo, hora de pedir ayuda entonces...—sintió la ropa humedecerse con su propia sangre, volviendo con calma hasta la puerta para golpear apresuradamente.

    Decir que con todo el alboroto no le dolía la mano sería mentir, además los dedos ya se le habían comenzado a hinchar por el esfuerzo así que con todo el dolor en su voz comenzó a rogar por ayuda de los otros guardias que los habían llevado si de casualidad pretendían volver.

    No tardaron mucho en acudir a su 'rescate', encontrándose los hombres con una escena brutal que por las caras de horror harían de las pesadillas de más de uno. El pelirrojo comenzó a llorar aún más cuando le dijeron que suelte el cuchillo, y entre balbuceos él hizo lo que le ordenaron contando la historia que el albino le había indicado mientras alguien lo esposaba para llevarlo a la enfermería. Según su versión de los hechos, surgió una discusión y entre que los primeros dos reos distraían a los guardias el tercero sacó un cuchillo de entre sus ropas y apuñaló a ambos policías, ensañándose especialmente con el mayor de ellos, cuando estaban de espaldas. Cuando los presos quisieron detenerlo, fueron atacados también en tanto el pelirrojo se había quedado medio escondido en una esquina, sabiendo que sería el siguiente quiso pelear por su vida y tomó la ofensiva para quitarle el cuchillo y apuñalarlo en el ojo. Era lo mejor que había podido hacer con la mano tan dañada como la tenía.

    Por supuesto, pequeño como era y en estado de shock como estaba, herido y habiendo presenciado una situación tan sangrienta no era difícil creer en su historia. O al menos eso esperaba, porque la verdad se sentía como un verdadero actor, deberían darle un premio por esas lágrimas.
     
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76 replies since 3/12/2019, 06:55   1134 views
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