Giudecca

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    Cuarta Esfera: Giudecca


    luo141



    La Cuarta Esfera: Guidecca, es el templo donde descansa el trono de Hades, siendo el último edificio. En lo más profundo de este templo se encuentra un muro indestructible: el Muro de los Lamentos, que separa el infierno del paraíso (o Elysion) considerado como el punto terminal y más profundo del Inframundo.

    Giudecca actúa como el cuartel general de los espectros, desde allí Hades reina como emperador de las tinieblas, convoca y da órdenes a sus espectros a través de su hermana Pandora, la comandante suprema de su armada, ya que el dios se muestra muy raramente.

    El palacio del dios Hades es un templo al más puro estilo griego, elevado sobre una plataforma con dos rampas de escaleras. El edificio está formado por una estructura circular central afincada sobre dos estructuras cuadrangulares laterales, toda la edificación está rodeada por altas columnas caladas. Se accede al interior por una enorme puerta de madera. Está desprovisto de guardias en el exterior.

    Sobre la entrada del templo, en el punto más alto de Giudecca, el vértice de la cúpula, podemos ver una pequeña estatua de una mujer con alas y vestido largo que sostiene un anillo en su mano derecha y un tridente en la mano izquierda (referencia a la estatua del Siegessäule, la columna de la victoria, en Alemania).
     
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    No tenía mucho que el juez había regresado a Ptolomea, se encontraba algo distraído en su lectura, echado despreocupadamente en un sofá, luego de recuperarse de una resaca cuando una misiva inesperada llegó.

    Era algo extraño que le llegaran cartas, siendo que con la tecnología de la actualidad no era necesaria, así que se imaginó que sería un asunto bastante importante. Se levantó perezoso y tras dejar el libro en su lugar, se dispuso a abrir la carta, encontrándose para su sorpresa que el remitente no era ni más ni menos que la señorita Pandora. El juez soltó un suspiro a medida que leía, varias preguntas venían a su cabeza, no terminaba de hacerse a la idea de qué querría exactamente, aunque con todo lo que había pasado últimamente, también estaba algo intrigado al respecto, es decir, ¿por qué no escuchar una boca diferente que la de los espectros en cuanto a la situación actual?, aunque también era bien sabido que la señorita Pandora tenía su carácter particular, todo podía pasar en ese caso. De cualquier manera, rechazar ese llamado solo significaría traer problemas y no de los que le gustaban necesariamente, así que con un poco de fastidio pero también intriga, partió a Giudecca.

    Al cabo de un rato y tras recorrer las ya conocidas de memoria tierras del Inframundo, Griffon se encontraba presente en el sitio acordado, vestido con una camisa de entrenamiento de color gris, un pantalón negro y unas botas del mismo color. Sin mucho en mente, avanzó subiendo las escaleras del imponente sitio que era bien conocido por todos los espectros. Una vez dentro, avanzó hasta la sala dónde se solían reunir los jueces usualmente. No encontró de vista a nadie y se preguntaba si era por algún asunto en particular o tal como había puesto en la carta, solo se trataba de asuntos banales relacionados con su trabajo como juez. Sin duda, podía decir que era el más responsable de los 3, su trabajo era serio y disfrutaba de enjuiciar almas de los condenados… aunque sin duda con la nueva Era, también vinieron un par de cambios y el guardián de la tercera Esfera, no había sido impecable del todo, salir de vez en cuando a disfrutar de las ventajas que ahora había en el mundo era una tentación constante, no tanto como sus compañeros, que al parecer estaban de lo más tranquilos y alegres paseando por todas partes con antiguos enemigos; pero joder, que nunca hicieran una inspección a sus aposentos o encontrarían una cantidad de alcohol casi comparable a la de una vinatería de gran calidad y es que cada que se escapaba, no podía evitar ir a algún bar, comprar botellas o tabaco; finalmente, si ya estaban condenados a esa jodida paz, al menos tenía que sacarle provecho ¿no?

    Tras esperar unos momentos, decidió caminar un poco más y finalmente, de manera respetuosa, pero en voz alta, se aclaró la garganta para finalmente hablar. —Ya estoy aquí. Juez Minos de Griffon presente, señorita Pandora. — Fue su presentación, mientras cruzado de brazos esperaba por respuesta próxima.
     
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  3. HellDomina
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    La calma en el mundo del Dios Hades había hecho que las noticias llegaran de forma más rápida a oídos de Pandora debido a la serenidad del río Aqueronte y la disminución de almas juzgadas en cada una de las Prisiones que conformaba el Inframundo.

    Ella se enteró pronto de los enredos de los Tres Grandes de Hades con peones de ejércitos ajenos. Pese a que al asunto de con quién o qué compartían las camas los espectros no era relevante para su Comandante, los nombres que sobresalían en las habladurías de la tierra de los muertos provocaron a la representante de Hades arquear la ceja inquisitivamente para comenzar a maquinar un plan de interrogatorio.


    Comenzaría con el líder natural y mitológico de los Tres Jueces. Minos de Griffon.


    Para la audiencia, Pandora vistió uno de sus característicos vestidos violeta, vaporosos y escotados, a juego con su joyería sagrada simbolo de estatus en la jerarquía del Inframundo. Calzaba discretas zapatillas y un aditamento con forma de serpiente en el dedo medio de su mano izquierda era la fuente de su poder si era necesario utilizarlo.


    Cuando el custodio de Ptolomea arribó a la sala de juntas de los Jueces, Pandora apareció entre las sombras con su aura solemne y calma, casi sobrenatural.

    Bienvenido a Giudecca, Juez Griffon. — habló con recato ella. Luego, se sentó en su asiento correspondiente, frente al lugar de los Tres y con un gesto de su mano invitó al noruego a tomar su lugar. — ¿Un poco de té? — ofreció la alemana.


    Al instante aparecieron doncellas que cubrían su rostro con un velo arrastrando un carrito de servicio sobre el que estaba dispuesto un juego de té de porcelana. La jarra estaba llena de la caliente y aromática bebida y ellas sirvieron una taza para cada uno, preguntando antes si deseaban azúcar o crema.


    Aunque... a decir verdad dudo mucho que este sencillo té pueda complacer tu fuerte y demandante sentido del gusto — comentó con sus juegos de palabras. — Dime, mi querido y valeroso Minos, ¿Cómo te ha caído la paz durante los últimos meses? ¿Ha sido un calvario pavoroso para ti? ¿Es demasiado insoportable?... ¿O ... a caso has encontrado cómo sobrellevarla mediante prácticas privadas?

    Mientras se llevaba la tacita a la boca de nuevo, fue visible la serpiente enredada en el fino dedo medio de la Comandante, aditamento que le proveía del poder de castigar a los espectros en caso de ser necesario.
     
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    No tuvo que esperar demasiado cuando la presencia de la comandante del ejército de Hades hizo su aparición, dándole al noruego la bienvenida con una naturalidad propia de ella. Sin cambiar su semblante sereno, el juez la observó tomar asiento; era curioso, su vestimenta, sus modales, todo en cuanto a la mujer frente a sí, no parecía nada diferente, es como si las cosas en el Inframundo, las cosas genuinamente arraigadas no tuvieran un efecto tan notable aún con la Era de paz.

    “¿Un poco de té?”

    Minos soltó un leve suspiro sin contestar de inmediato, limitándose a tomar su respectivo asiento, siendo el principal de los tres jueces, justo en medio de los otros dos vacíos que correspondían a sus compañeros ausentes. La sensación fue un tanto extraña, su lugar parecía haberse vuelto algo más grande de lo usual, pero claro, era una mera ilusión, producto de estar sin su sapuri puesta como usualmente era el caso. Apenas miró a las doncellas de servicio, solo esperó tranquilo, mientras veía como llenaban ya una taza para cada uno, fue cuando tuvo que responder algo simple.

    —Sí, un terrón de azúcar está bien. — Tras la contestación, subió una de sus piernas sobre su otra rodilla, evidentemente sin ninguna clase de consternación.

    “Aunque... a decir verdad dudo mucho que este sencillo té pueda complacer tu fuerte y demandante sentido del gusto.”

    Sonrió sin responder de inmediato, limitándose a escuchar el resto de lo que sea que tuviera que decir, aunque ciertamente pareciéndole interesante lo que le comentaban, más que nada porque estaba seguro que no sólo él podía emplear juegos de palabras y mover la lengua con agilidad, quizá era un regalo del propio señor Hades.

    —Desde luego, no es una sorpresa que como nuestra comandante conozca los gustos particulares de cada espectro. Pero aceptaré con gusto el té. — Hizo un gesto de agradecimiento con la mano, irguiéndose un poco sobre su asiento para tomar la taza ya servida a su gusto y dar un sorbo ligero, volviendo a dejar la fina porcelana a un lado cuando se dispuso a contestar el resto.

    —Debo decir que en cuanto recibí su carta, imaginé que esto sería… ya sabe, más rutinario. — Se acomodó el flequillo y sin temor alguno mantuvo su rostro altivo, enfocando sus ojos en los de la chica frente suyo. —Pero una charla amena, ahora en estos “tiempos de paz” creo que es lo más adecuado para la ocasión, incluso para nosotros. — Hizo una leve pausa para un sorbo más a su té y prosiguió. — La paz actual no es más que un espejismo despreciable, si me lo permite decir señorita Pandora. La única paz que como servidores del señor Hades anhelamos, es aquella que él mismo podría brindarnos si fuera el gobernante absoluto. Podrá suponer que efectivamente; estos meses experimentando la nueva Era pactada con Athena, no me ha dejado satisfecho en lo más mínimo. — Era cierto, al menos en su mayoría, desde que el aliento de “vida” había regresado a él, no había dejado de cuestionarse constantemente respecto a ello. —Y no quiero sonar en mi papel autoritario de juez en contra de mis propios compañeros. Pero me parece que sin duda lo disfrutan más que yo. La vida normal y cotidiana como simples hombres parece bastante atractiva para… algunos.— Se mordió la lengua antes de soltar alguna cosa de más, aunque su sonrisa no se había desvanecido realmente en ningún momento. —Lo que no termino de entender en su pregunta, es la parte de “prácticas privadas”. — No, no era ningún tonto y sabía perfectamente que estaba tentando un terreno peligroso, pero vamos, que eso jamás le había importado. El sabor del té, al final resultó casi como beber agua, acostumbrado a sabores fuertes y a consumir bastante alcohol, era obvio que el té poco gusto le encontrara. —Con todo respeto, mi señora Pandora…— Echó el cuerpo un poco más hacia adelante, sin levantarse del asiento, pero mostrando desde luego su orgulloso y atrevido porte. — ¿Y usted? ¿De qué formas a sobrellevado esta Era? Dudo que beber té y tocar el arpa todo el día le traiga la misma satisfacción que nos traía la eterna guerra en contra del Santuario. Al final, somos espectros y eso no puede ser opacado por la hipocresía de la "luz" de esta supuesta paz. ¿Me equivoco?— La mirada intensa aún algo obstruida por el particular flequillo del Griffo, era similar a la de un águila mirando a la presa, incluso estando en contra de una peligrosa serpiente o cualquier animal que pudiese herirle.
     
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  5. HellDomina
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    Escucho con paciencia el discurso del Juez más inquieto de los Tres. Sin duda alguna, para Griffon la calma y cotidianidad de la era de paz le estaba afectando como un sarpullido molesto y creciente. La ejecutora del Dios Hades valoró con mesura las declaraciones del custodio de Ptolomea y le observó beber té con modales adecuados; sin embargo, la visión era hasta bizarra. Como si una bestia bebiera de una tacita tan fina casi como si estuviera domada.

    Mi querido Juez, veo que el ambiente de la paz de Athena está acalmbrando tu espíritu y sólo te queda adaptarte de la manera más digna posible — ella dejó a un lado su porcelana y encaró de frente su mirada de depredador. — Ya lo creo que tienes colegas que toman de mejor manera el cambio de era. Radamanthys, por ejemplo, siempre ha sido el más metódico y obsesivo de los Tres y actualmente parecen vacaciones para su estirada manera de ser — ella sonrió. — Aiacos... no sé muy bien que ha sido de él. Me parece que es un errante del mundo y de camas... — bajó la mirada, fingiendo ser una señorita apenada. — Y yo... ¿Qué clase de confesión esperas de mi parte, digno Juez? Me aburre la paz como a ti e intento sobrellevarla con una vida común y corriente como mandó la niña Athena... — soltó un bufido de desprecio. — Coordinar las casi inexistentes acciones del ejército de Hades se vuelve más tedioso conforme la calma aumenta y... quién sabe, quizás deba ser más como Aiacos y Radamanthys y disfrutar como mejor pueda... o, bien, aprender de ti a no resignarne tan facilmente

    Lo encaró con una expresión no tan fácil de leer. Sin sonrisa aparente, pero sí las cejas fruncidas de modo invitante y los ojos violetas oscuros, pero brillantes.
     
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4 replies since 29/1/2019, 04:54   88 views
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