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.Habitación temática - Antiguo Egipto
La habitación cuenta con exquisitos ornamentos egipcios (columnas, estatuas, pinturas, tapices) todo para dar el ambiente lujoso del antiguo Egipto y sentirte como un verdadero faraón o reina en su lecho.
Incluye sensuales disfraces de faraón, reina, soldado egipcio y esclavo para recrear mejor tu fantasía.
Edited by Influjo de Eros - 16/2/2019, 23:56. -
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¡¿Que tan lejos estaba ese motel?! Llevaba ya un buen rato arrastrando al bicho vagabundo por la enorme cantidad de pasillos que parecían más un sendero de pilares que otra cosa y estaba comenzando a molestarse. Finalmente el sueco logró ver el letrero del famoso motel y terminó maravilladose por el lugar. Permitió que los encargados le atendieran como rey, e incluso comenzó a sentirse como uno al ser llenado de atenciones, no iba a negar que eso le gustaba así que sin pensarlo mucho y luego de pedir un catálogo de habitaciones decidió seguir su camino con un Milo dormido que jalaba por los brazos todavía.
Tres llamaron la atención de piscis pero una de ellas quedó descartada al considerar que no sería tan divertido quitarle toda movilidad a su presa, la diversión en sus peleas con escorpio radicaba precisamente en sus constantes puyas.La otra la descartó luego de darse cuenta que daría armas al griego para reírse y quedó descartada. Finalmente llegó a la opulencía del antiguo Egipto y entró cerrado la puerta al instante.
Una vez adentro finalmente el sueco de deshizo de sus zapatos primero y luego deshizo la cama para dar una apariencia de haber pasado una noche bastante apasionada en ella. Con dificultad se deshizo de la ropa del griego dejándole solamente en boxer y con algo de esfuerzo lo subió a la cama para después curiosear por toda la habitación. Encontró los disfraces y luego de sonreír de lado tomó el látigo del de guardia para atar las manos del griego impúdico a la cabecera de la cama. Revisó que no le apretaron demasiado y fue el baño para darse una ducha rápida.
Con los cabellos húmedos cayendo sobre los hombros piscis se acercó a tomar su lugar en la cama, iba a ponerse la playera de Milo pero apestaba a alcohol y decidió meterse solo en boxer. Aguantando la risa recargó la cabeza sobre el pecho ajeno para luego pasar sus dedos por los cuadritos del abdomen en provocativas caricias que detenía en el borde de la prenda inferior. El sueco aguanto la risa y lamio el pabellón de la oreja ajena antes de hablar. — Gracias por lo de anoche bicho vagabundo, podríamos repetir la experiencia. —SPOILER (click to view)Lys Garden. -
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La voz y la caricia en su oreja le hicieron despertar de golpe, mientras intentaba hacerse a un lado y apartarse de Afrodita desesperadamente como si acabara de ver un tiburón; sin embargo las ataduras en sus manos atrajeron su atención, provocándole mirar sus muñecas y dar tirones desesperados para zafarse de ahí.
—¡Pero qué mierda pasa!— gritó alterado, pues odiaba que lo despertaran de golpe, y verse en aquella situación poco le ayudaba a calmarse.
Su primer impulso fue mirar a Afrodita, quién estaba muy cerca de él, encantado con la idea de ver a Milo confundido e inmóvil. Por lo menos tenía sus piernas libres sí quisiera darle unas cuantas patadas para que dejara de reírse, pero se dio cuenta que continuar actuando con tal desesperación sólo iba a continuar divirtiendo al sueco.
Observó la habitación de un amarillo cremoso, el espejo sobre su cabeza, el látigo, las estatuas de Anubis y la apariencia de Afrodita.
La verdad no tenía ni idea de cómo había llegado ahí, o porque tenía tanto dolor en el cuerpo... Ahora que lo pensaba y que iba despertando gradualmente, con pánico que no podía evitar mostrar en su cara le dolía la espalda, la cintura y el trasero... mierda sí qué le dolía el cuerpo.
Tragó saliva con dificultad, y cerró los ojos como sí estuviera en un barco en alta mar y todo le diera vueltas al rededor.
No entendía qué había ocurrido. Ni siquiera sabía cómo pasó a estar inconsciente una ¿tercera? vez. O porque había terminado en un Motel con Afrodita, todo desnudo y con estragos de haber recibido algo más que besos, o no haber sido él quién dirigió la orquesta; por el contrario parecía haber perdido algo más que la batalla.
Tironeó otra vez de sus muñecas y observó que estaba vestido solamente con el bóxer, mientras Afrodita estaba ahí mirándole, seguramente divirtiéndose con el temor de Milo .
— Explícame qué significa esto...— buscó una respuesta mucho más creíble a sus temores mirando más allá, pero sólo descubrió la cama desordenada y su ropa tirada por ahí al igual que la del otro—. Vaya forma la tuya de agradecer un regalo, Afrodita...— le recordó la pulsera que todavía tenía el otro en su muñeca, y que fue un regalo de Milo antes de ir al banquete—. Debió gustarte mucho para que me pagaras con sexo...— rió brevemente—. No me quejo, al contrario, pero es una lastima que no recuerde cada detalle de ése exquisito miembro.. -
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Ver al bicho alterado estaba divirtiendo al sueco más de lo que pensó, a pesar de que no tardó mucho en tratar de calmarse y recordarle el regalo de la pulsera que sin poder evitarlo observó antes de arrugar la nariz porque el otro le había dado algo que ahora apreciaba y le incitaba a dejar de ser tan malo. —No es de extrañar que no lo recuerdes, estabas tan ebrio que solamente me trajiste aquí con peticiones extrañas. — Le costó evitar reírse así que comenzó a deslizar la mano que estaba sobre el abdomen del griego un poco más hacia abajo, pasándola por encima de la tela que cubría el bulto entre las piernas. Pero no se detuvo ahí, siguió bajando hasta apretarle una nalga al escorpión.
—Espero no haberte lastimado demasiado. Así podemos repetir la experiencia para que recuerdes las bondades de mi exquisito miembro
— De nuevo le lamio la oreja antes de morder la y bajar sus labios por el mentón dejando besos y ligeras mordidas hasta llegar al cuello. —Claro que esta vez puedo dejarte participar si me das tu palabra de ponerte el disfraz de esclavo. — Le mostró un gesto divertido mientras arañaba ligeramente los músculos del abdomen griego.
—Estabas muy enojado esta madrugada bicho. ¿Pasó algo? — Se estaba pasando un poco, pero que Milo pensara realmente que si habían hecho algo le hacía mucha gracia.— No estuviste nada mal debo agregar. Pero como fuiste tu quien inició aquello quizás ahora si deba agradecerte. — Piscis estaba a nada de explotar en carcajadas y por eso se subió a horcajadas sobre la cadera del griego.
—¿Piensas cobrarme el regalo bicho vagabundo? Creí que lo habías hecho por aprecio. — Movió la cadera solo para molestarlo y finalmente se recostó sobre el pecho ajeno. —¿Por qué tan acelerado? —. -
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Para ser muy honesto consigo mismo no le disgustaba la idea de tener una noche sexual con Afrodita porque siempre se enorgullecía de elegir los mejores traseros para chupar, morder, y nalguear; sin embargo le ponía ansioso creer que realmente le había pedido al otro tener sexo (hasta el borde de suplicarle como decía el sueco) y peor aún que le había entregado "su invicto".
Aquello tenía que ser una mala broma... O una jugada muy sucia del maldito destino. Y peor aún sí pensaba en todo el dolor físico que sentía en ése momento desde las piernas hasta la cabeza. Podría decir que en cualquier otra circunstancia estar atado le habría resultado excitante, incluso los pequeños toques y provocaciones que Afrodita dejaba sobre su piel; pero mientras estuviese ansioso e inquieto, la verdad sólo sentía ganas de soltarse del látigo, y lo demostraba bien jalando de este para lograr romperlo sin el éxito conseguido, incluso pataleó un poco cuando se sintió lo bastante ansioso para poder disfrutarlo.
—Sabes perfectamente que no voy a usar ése estúpido traje...— intentó hacerse a un lado, pero el peso en su cadera le impidió moverse, así que volvió a tirar del látigo para tratar de zafarse aunque le dejara marcas en las muñecas—. ¿Por qué no usas el de Cleopatra?— inquirió mirando a la distancia como si quisiera observar los disfraces por sí quería cambiar de opinión—. Eres igual de traicionero que ella, y diva debo añadir... Y no me digas que no porque sabes que es cierto— pataleó un poco, y notó como su miembro se rozaba contra los glúteos del otro por la tela fina que era su ropa interior. —Sabes perfectamente que bajo otras circunstancias te demostraría cual es tu lugar— apretó los labios y movió su cadera hacía adelante para pinchar al otro con su aguijón — Comienzo a pensar que me tienes atado por miedo a lo que pueda hacerte, pero créeme, no es únicamente la pulsera lo que quiero cobrarte..... -
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Una carcajada escapó de los labios del sueco, no pudo evitarlo, la desesperación del bicho no tenía precio, estaba seguro de que terminaría con jaqueca de tanto pensar si continuaba con la broma. —No lo uso porque soy mil veces más hermoso que cleopatra en cambio tu si pasarías por mi esclavo. En cuanto a tenerte... — Se pasó un dedo por los labios antes de mover el trasero sobre el miembro ajeno. —No, no te tengo miedo, es mas creo que tus dotes de conquista están oxidados. La forma de pedírmelo anoche fue prueba suficiente. — Se mordió los labios para no reírse de nuevo.
Se inclinó para lamerle el cuello y succionarlo de abajo hacia arriba sin dejar marcas. —¿Sabes algo griego impudico? Tengo algunas fotos interesantes tuyas en mi teléfono que ya está a salvo. Servirán para futuros chantajes. — Le mordió el lóbulo de la oreja y luego de deslizar las manos por el pecho ajeno finalmente le dejó libre del amarre en las manos.
Se bajó de la cadera ajena y se recostó a un lado del escorpión riéndose a carcajadas. —¿Tan difícil es aceptar que ya no eres virgen de ahí? — Se burló entre risas, se suponía que iba a decirle la verdad pero le divertía tanto la actitud del escorpiano que decidió prolongarla un poco más. —Por dios bicho no es el fin del mundo, al menos se lo entregaste a alguien que no lo va a divulgar si te pones ese disfraz. —. -
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No estaba seguro sí había sido una buena idea o no pedirle que lo soltara, pero cuando tuvo las manos libres ni siquiera le importó el dolor que sentía en las articulaciones o cuán maltratado sintiera su cuerpo, lo único que le importaba en ése momento era recuperar su dignidad. Debido a eso se abalanzó contra Afrodita y le tomó bruscamente por el cuello, tirándole contra la cama.
— Podría ser el esclavo cansado de los abusos del capataz...— sabía que Afrodita no era tan débil para permitirle maltratarlo, ni él tan fuerte en ése momento como para romperle el cuello con sus dedos.
No debería importarle tanto, es cierto, ya no ser virgen de ahí... Pero la verdad sí tenía un sentido "especial" que no quería confesar, porque hacerlo solamente provocaría que el otro se riera aún más.
Aflojó el amarre de sus dedos sobre la piel nívea del otro, y observó las marcas rojizas que había dejado sobre la piel donde no había ninguna otra seña de besos o mordidas... Sólo el rojizo fuego de su enojo...
—Me engañaste! Eres un hijo de puta!— buscó la almohada y comenzó a pegarle con ella por mera frustración. —¿Cómo lo sé? Porque no tienes mis marcas!— señaló su piel—. ¿¡Crees que un puto escorpión como yo no dejaría un pinchazo?! Mierda, Afrodita! Eres un verdadero idiota!!— no podía negar que estaba feliz que todo aquello fuese una broma cruel y muy tonta, incluso su enojo dio paso a una risa suave que luego se convirtió en una carcajada.
Aún así... ¿Dónde estaban?
Puff... No importaba, ya estaba más tranquilo y menos histérico. Una faceta suya que sólo Afrodita conocía ahora.
—Me pondré el traje... Pero sólo porque la broma estuvo buena...— advirtió a regañadientes, rodando los ojos y extendió los brazos para que se lo diera.. -
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Las risas del pisciano se vieron apenas detenidas por las manos del escorpión en su cuello, Milo no le estaba lastimando verdaderamente y si lo hiciera sería el primero en recordarle que a pesar de apariencia frágil era también fuerte. La mirada celeste del sueco nunca perdió ese brillo cargado de diversión y es que ver a Milo tan alterado era extremadamente gracioso.
—Me engañaste! Eres un hijo de puta!
La carcajada de Afrodita ahora si se desató ante la indignación y el alivio en la voz del bicho vagabundo, poco le importaron los "golpes" con los cojines mientras una que otra lagrimita produnco de la risa se le escapaba. Además las carcajadas de Milo se habían unido a las suyas hacia buen rato. —Debiste haber visto tu cara... Eres un idiota. — Otra ronda de risas se escuchó antes de que finalmente el pisciano con la respiración agitada buscó la mirada del griego con el triunfo y satisfacción marcadas en el rostro. —Me la debías, además hasta tu admites que estuvo buena y si no te hubiera soltado habrías seguido como virgen histérica creyendo que perdiste la virginidad. Saliste chapado a la antigua Milo — Sonrió de lado antes de reír de nuevo, cada pulla iba directamente a molestarle después de todo y la bromita había salido tan bien que tenía material de sobra para ello.
Extendió la mano para tomar el traje de esclavo egipcio y se lo pasó a Milo todavía divertido. —Debo confesar que tu trasero barrió todo el camino hasta aquí. Sigue esperando a tu príncipe azul. — El sueco nisiquiera intentaba evitar las risas a costa del escorpiano.
—¿Pedirás anillo antes de entregarlo? Te ayudaré a elegir el vestido para tu boda. — Miles de ideas para molestar al otro venían una tras otra a la mente de piscis que guardaba varias para días próximos. —Anda esclavo, tu amo quiere verte. —. -
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¿Por eso se sentía tan adolorido? Porque el otro lo había golpeado todo el camino?
Pero a todo eso, dónde estaban realmente? Parecía una habitación temática del antiguo Egipto, y a juzgar por el olor del jabón y las sábanas intuía se trataba de un motel.
Por lo menos ahora tenía claro que Milo no le había rogado por ir, y que muy por el contrario había sido Afrodita quién lo llevó en un estado de inconsciencia difícil de romper... Pero ¿Por qué? ¿Cuáles eran las intenciones del sueco detrás de la broma, el traje y la habitación?
Debería sentirse furioso por ser el centro de burlas de Afrodita, pero la verdad después de aquel susto anterior ya nada le incomodaba ni le molestaba tanto, así que trató de restarle importancia con un gesto de mano mientras le sacaba la lengua.
— hahaha! Ríete lo que quieras, ¡Anda! Pero siempre sabremos que me tienes envidia porque el tuyo está muy desgastado...— soltó una carcajada y se quitó el bóxer delante de Afrodita para colocarse el traje de esclavo como había prometido—. ¿Cuantos han pasado por ahí, amo?... Con lo goloso y depredador que es no me extrañaría que ya hubiera perdido la cuenta— como lo había pensado, sí le decía a Afrodita porque le preocupaba tanto no lo iba a entender.
Aunque en el fondo sabía que esas burlas sólo serían entre ellos, y que nunca se atrevería a exponerlo ante otros...
—¿Entonces, planeas pagarme la pulsera? Porque no pensaba cobrártela.. -
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Rodó los ojos ante la broma ya gastada del escorpión sin inmutarse por ella mientras lo veía entrar en el traje. —Los esclavos no deben meterse en los asuntos de los amos, pero como soy benévolo y tanto te interesa solo uno. — La respuesta fue honesta y poco le importaba si Milo la creía o no. El pisciano era extramadamente coqueto, era cierto y disfrutaba del sexo, pero vamos ¿Quién no? Pero sólo había tenido un amante de importancia en su vida. Lo demás no pasaba de caricias fugaces y roces descarados hasta llegar al orgasmo. — Te lo dije bicho, soy muy selectivo con mis amantes, si voy a tomarme la molestia de ir hasta el final me aseguro de que valga la pena. Claro que para alguien que me te a cualquiera a su cama como tú... Ni existe tal filtro, esa es la diferencia entre un faraón y un esclavo. — Había mucha burla en las palabras del sueco, pero también verdades que todos en el santuario desconocían.
Una sonrisa perversa se formó en los labios del sueco ante la mención de la pulsera. —Ese regalo está más que pagado bicho vagabundo, te traje arrastrando hasta aquí salvando tu virginidad de los depredadores, imaginate que hubieras caído en las manos del pelirrojo ese, el estilista mediocre tal vez hubieras acabado con algo más adentro. — Una nueva risa atacó al pisciano al imaginar al griego en esa situación. — Cuando desperté había un papel en mi mano que decía que solo podía salvar a uno de la desgracia y traerlo a este motel, agradece que te elegí a ti, lo siento por el borrego pero el tiene más posibilidades de ser salvado. Es pura paz después de todo a diferencia de alguien que tengo enfrente y no sabe mantener la boca cerrada o su miseria en los pantalones. — levantó la ceja con arrogancia antes de levantarse de la cama y bajar para llegar al lado del griego para pasar un dedo por el pecho ajeno, delineando cada músculo con descaro.
—Como puedes ver tu quien está en deuda eres tú. — Comentó antes de arrojarlo a la cama. —Entonces... ¿Vas a pagarme Milo? Lo de la broma no cuenta como pago porque estuvo buena y esa me la debías. — Todo era un juego divertido para el pisciano, porque no lo había hecho con segundas intenciones aparte de la broma. Pero que Milo lo creyera era gracioso y le engrandecia el ego, claro que la sinceridad que había tenido de forma inesperada con su "no amigo" estaba fuera de los planes del sueco. Todo a partir de ese punto lo estaba.. -
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Milo no pudo evitar abrir los ojos enormemente sorprendido al escucharlo, porque ciertamente tenía una imagen diferente de él en su cabeza, y descubrir que estaba equivocado lo aturdió.
Pensaría que estaba bromeando otra vez solamente para divertirse con su reacción, pero Afrodita no jugaría con su propia reputación, y menos aún sí esto implicaba de crecer un atributo, aún cuando quisiera sonar selectivo y delicado para degustar cierto tipo de carne.
Pero ¿Por qué estaba siendo tan sincero? Milo ya no lo comprendía. No eran amigos para que le brindara un momento de claridad, pero tampoco existía odio de por medio, entonces ¿qué pasaba por la complicada cabeza del sueco?
Ya le había dejado claro que no quería acostarse con él, y que sí Milo lo creía él no era tan fácil para enredarse con cualquiera, mucho menos que eso le interesara; sólo había pretendido sacarlo de la fiesta.
Afrodita era coqueto a pesar de todo, era como las rosas hermosas de su jardín con la capacidad suficiente no sólo para defenderse sí no para matar lentamente a quien quisiera acercarse a ellas.
Milo sintió la cama otra vez en su espalda, y lo miró desde ella mientras hablaba.
— Ése filtro del que tanto presumes me parece miedo al compromiso, porque aunque tus pullas intenten molestarme creo que en el fondo eres tú quién está esperando algo especial...— miró a Afrodita con una sonrisa torcida, y delineó cada perfecto ángulo de su cuerpo con una mirada descarada, reconociendo que muy en el fondo algo en él le parecía atractivo.
No había ingerido ninguna bebida alcohólica, pero tampoco había tenido oportunidad de conversar a solas e intentar conocerlo o cruzar ésa línea entre compañeros de armas, amigos y tal vez amantes. Nunca sintió tanto interés como ahora.
— O peor aún... tal vez ése único amante debió dejarte la barra muy alta...— ¿Habría acertado? Milo podría contarle sus propias razones y experiencias, pero no estaba seguro que fuese una buena idea o que se volvieran cercanos a partir de ahora—. Ésa virginidad de la que tanto te ríes es mi propia victoria. Sí supieras un poco más de mí cultura espartana lo sabrías. Incluso el cabello es algo que sólo un amante importante puede tocar...— movió los dedos suavemente por la sábana de seda egipcia y decidió que le concedería la razón sí su petición le complacía—. ¿Cómo esperas que te pague el "favor"?. -
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El sueco no sabía si era el alcohol que había ingerido o simplemente el fastidio de mantener siempre la misma máscara ante todos, sabía que el griego por muy bocon que fuera y le gustara molestarlo no soltaría una conversación tan seria así como así, además descolocarlo le había divertido en cierta manera. —¿Miedo al compromiso? No bicho, estas equivocado, ya te lo dije, soy selectivo, si voy a entregarme a alguien debe ser alguien que sepa valorar lo que va a llevarse. Yo siempre busco lo mejor, y precisamente porque mi primer amante fue demasiado bueno sé lo que disfruto y lo que no. Si sé que no voy a obtenerlo con alguien no merece la pena mi tiempo. — Los ojos celestes se mantuvieron sobre los turquesa del escorpión. No iba a negar que Milo era atractivo con ese toque rebelde y unas pullas tan llenas de veneno como las suyas.
Sonrió de lado al sentir la mirada sobre su figura, se sabía atractivo, incluso hermoso y no iba a negar que le gustaba ser admirado, la rosa más hermosa del santuario rodeada de peligrosas espinas, más de uno le había descrito así y piscis hacia honor a esa descripción. Se sentó sobre la suave seda de las sábanas, dejando que los largos mechones celestes rozaran el vientre del griego antes de deslizar jueguetonamente los dedos de nuevo por el pecho ajeno sólo por diversión.
¿Qué quería del escorpión? Esa era una buena pregunta, si le preguntaban definitivamente diría que no son amigos, le gustaba pelearse con el tanto como le desesperaba, un seductor y un conquistador atacándose con lenguas afiladas. Pero le había soltado una verdad que nadie más sabia y no podía definir si era porque realmente le consideraba un amigo o quería llegar a serlo. Fuera como fuese el sueco había dado de forma inconsciente el primer paso para que la relación entre ellos cambiara o algo así. —¿Cómo quieres pagarme bicho vagabundo? Veamos hasta donde llega tu creatividad si no logras cumplir lo que deseo. —
El pisciano se lamio los labios antes de hablar, ante todo siempre buscaría igualar el terreno de juego, sobre todo si en este caso su curiosidad había despertado, así que no era una sorpresa que deseara conocer aquello que Milo había mencionado. —Explicame lo de tu virginidad y el cabello. — La petición fue simple y directa, porque Afrodita no se andaba con rodeos, sabía y decía lo que quería. —A menos claro que sea a ti a quien le asuste perder su máscara aquí. —
Edited by Angy_Geli - 25/1/2020, 20:00. -
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Milo no dejó la sonrisa torcida del rostro aún cuando las hebras de azul claro le rozaron la piel con un suave y sutil cosquilleo, y no se inmutó por la cercanía del sueco, sus palabras o la delicada caricia que propinó sobre su torso desnudo. Observó el dedo pálido del otro delineando sus músculos tostados, y el movimiento de Afrodita sobre sus propios labios tentando a los de Milo a probarlos.
El escorpión imitó el movimiento de su propia lengua para mojarse los labios, y tocó con sus dedos la mejilla del otro en una suave caricia, mientras decidía que uno de los mechones de cabello obstaculizaba la visión de aquél rostro y lo pasaba detrás de la oreja alba. Su dedo se perdió en las líneas del oído, y bajó seductoramente por sus hombros, subiendo nuevamente al cuello y el mentón que tomó suavemente.
—¿He tentando tu curiosidad acaso?— inquirió mordiéndose el labio mientras reía ligeramente—. Los espartanos tenían como costumbre hacerse de un amante cuando cumplían cierta edad...— explicó, enredando uno de sus dedos en un mechón de Afrodita—. Normalmente el amante debería ser su maestro, pero en mi caso no me atraía la idea de acostarme con Saga, o Kanon... Así que busqué mi propio camino, y perdí mi virginidad con alguien mayor como dictaba mi cultura, pero sin dejarle tener control sobre mi cuerpo...— volvió a reírse, esta vez en un tono más fuerte y dejó las caricias que hacía sobre el otro para tomar por su cuenta uno de sus propios mechones—. En mi cultura también es costumbre sólo dejar que sea el amante quien peine la cabellera... Y como verás, aunque ahora es un desastre, tiene tanta importancia para mí como lo tiene tu lápiz labial. Supongo que no dejarías que cualquier idiota te pinte los labios, así como yo no dejaría que un sujeto x me toque el pelo. Sería ridículo.— suspiró suavemente tras hablar, sintiendo extraño compartir aquello con Afrodita porque no eran amigos, aunque la verdad no sé sentía incómodo después de eso. Tampoco le importaba sí entendía o no porque no había deseado intimar con dos sujetos como los gemelos, a quien cualquier otro podría desear entre sus sábanas; pero con la historia de traición que cada uno tenía en su conciencia la verdad no creía haber errado su decisión.
Milo volvió a tomar el mentón de Afrodita y acarició con la yema de sus dedos el borde carnoso de su labio inferior mientras lo atraía hacia él.
— Nunca ha tenido importancia para mí con quien me acuesto, porque nunca quise comprometer mis sentimientos con nadie... Pero sí tengo que darle mi corazón a alguien, que se lleve lo que debió ser para mí maestro también.... -
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La suave caricia de la mano griega acariciándole la mejilla provocó una sensación agradable en la piel del sueco a la vez que le plantó una sonrisa divertida, no iba a negar una curiosidad que si sentía así que se limitó a levantar una ceja en un gesto altivo para apresurarlo a hablar. Una expresión sorprendida se formó en el rostro del sueco ante la explicación del escorpión. No habría esperado que Milo respetará aquello o que la idea de ser amante de Saga o Kanon le hubiera desagradado, había algo romántico que no esperaba en la historia contada y eso solamente despertó aún más el interés del pisciano.
—Yo no dejaría que nadie me tocara para arreglarme, por algo lo hago yo mismo. — Y era cierto, el sueco poseia un gusto exquisito y desconfiaba de todas las manos que no fuesen las suyas si no veía antes su trabajo. — Pero entiendo tu punto. — Las palabras del pisciano abandonaron los rosados labios mientras se acercaba al griego y pasaba las palmas de las manos por los brazos ajenos en una suave y distraída caricia. Beso la yema del dedo que le delineada los labios y lo rozó con la punta de la lengua. —¿Quién diaria que tienes este lado bicho? — Aunque el tono de voz pretendía ser burlón había una suavidad que nunca había utilizado con el escorpiano pues lo único que se daba entre ellos eran pulpas y bromas debido a su carácter.
Si en ese momento le preguntaran nuevamente a Afrodita si Milo era su amigo probablemente diría que no de dientes para afuera o que era un secreto para dejarles con la intriga pues en ese momento ni el sabía que significaba el griego para el. O el por que de esa repentina confianza. Afrodita se enogullecia de su astucia y esta misma le indicaba que había una cierta atracción entre ellos bajo la superficie, lo suficientemente fuerte para llevarle a preguntarse que pasaría si uno de los cediera a ella. No iba a negar que disfrutaba de la tensión entre ellos pero en ese momento de intimidad y confidencias había algo que hacía más atractivo caer.
Una sonrisa ladeada y coqueta se formó en el rostro del pisciano mientras mantenía los ojos fijos en los turquesa y subía una suave caricia desde el brazo, delineando la silueta superior de Milo hasta llegar al cuello y deslizar las yemas de los dedos por la manzana de adán para llegar a los labios y acariciarlo. —Acepto esto como mi pago. — Bromeó antes de elevar el rostro para dejar un suave beso en los labios ajenos.. -
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Milo observó con detalle aquél músculo rosado salir de su guarida, y dejar una pequeña marca de saliva sobre la huella dactilar en la que también había un beso marcado; tentando sus propios labios, provocando un fuego suave que crecía en el interior de su cuerpo y que gritaba el nombre de Afrodita como único protagonista.
Sintió los dedos del otro sobre su piel, y disfrutó el jugueteó cómplice que nació entre los dos con ése intercambio de palabras; ambos mostrando sus cartas abiertas, su juego, sus debilidades, sus propias facetas y los peligros a los que no querían exponerse. Milo por sus raíces y costumbres espartanas, Afrodita por una elección propia, por un orgullo y vanidad.
El griego observó el destello fulminante en la mirada del otro, y leyó aquél deseo y curiosidad que también había despertado en Afrodita, y reconoció que sí, que era realmente hermoso y seductor, y que sin su experiencia y el rechazo que mutuamente se tenían habría caído a sus pies; habría perdido la cabeza ante su hermosa vanidad, y habría perdido el aguijón por tener ése lugar de amante sobre sus sábanas.
Peligroso, muy peligroso... Así reconoció el beso que recibió y aceptó de aquél, cerrando sus propios ojos, y deslizando sus propios dedos por la piel alba hasta tomarle la nunca para darle algo más que un simple roce de labios, entreabriendo su boca para capturar el borde carnoso acompasada y pausadamente para degustarlo con exquisita calma como si fuera a romperse. Y sabía que no lo haría, pero había sentido el impulso de besarlo así, como tal vez lo hizo la noche que perdió su virginidad... Ni siquiera lo recordaba...
Esa noche aunque intentó ser suave, también fue brusco y ansioso... Ahora intentaba darle algo que nadie había tenido, tanto como él se había llevado su confesión sobre ése primer y único amante.
— Tampoco sabías que podía besarte así...— bromeó en un susurro sobre sus labios, metiendo los dedos entre las hebras de azul celeste sin jalar cuando sus dedos parecieron encontrar un tope a través de ellas—. ¿Mi faraón me dará libertad ahora? ¿O ha considerado insuficiente mi pago?SPOILER (click to view)lo dejo ahí porque Martín me está apurando a dormir pero cualquier cosa edito mañana.
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