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.Corre el año 4xxx. El mundo está dividido en tres reinos principales: Tulsanth, la tierra de los magos, Conagi el país de los dragones y la extensa nación de Naydbe donde habitan todo tipo de criaturas desde humanos hasta orcos.
Ésta última era la más grande de las tres naciones, marcada su frontera norte por una gran cadena montañosa mientras el agua del mar bañaba las costas del sur y del este. En el lado oeste, sin embargo, se extendía el Bosque Negro, el cual era el camino más corto hacia el vecino país de Tulsanth pero también el más peligroso debido a la gran cantidad de criaturas monstruosas que atraían a los viajeros hacia la oscuridad valiendose de engaños e ilusiones. Naydbe estaba formada por distintas aldeas que convivían en paz entre si, así como por un estado central conocido como el Pueblo de Anvirorn donde se reunían los mercaderes de distintas partes del mundo a ofrecer sus productos y servicios. Allí armaban sus puestos comerciantes de especias, algunas picantes y otras con olores tan dulces como la miel, cocineros que ofrecían los más variados platillos, incluso había discretos puestos con trabajadores del amor que se asomaban de vez en cuando a ofrecer sus encantos por una buena suma de dinero.
En la plaza central, de frente al bar había un letrero donde las personas dejaban los anuncios en busca de personal para todo tipo de trabajos: limpieza, exterminio de plagas, arreglo de tejados, etc. Aún así, por supuesto, las mejor pagadas eran aquellas que implicaban un gran riesgo que eran las de cacería de monstruos o fugitivos de la ley. Los líderes de los distintos poblados de la nación ponían allí los detalles de las misiones y ofrecían una buena recompensa a quien llevara a los criminales para ser juzgados, los monstruos podían ser capturados vivos o por lo general bastaba con llevar la cabeza de la criatura pedida.
Y no muy lejos de ese lugar se hallaba una tienda pequeña de donde salía un suave olor a incienso. Adentro estaba decorada con telas que caían desde el techo hasta el piso de colores lilas, verde aguamarina y celeste, había una alfombra en el medio del lugar y unos sillones con cojines alrededor de una pequeña mesa de café. Adelante en la entrada había un cartel que ponía: Starhawk Adivinaciones. Lectura de líneas de la mano, amarres, pociones, lo que quiera y más. Su consulta no molesta.
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Alberich jugueteó con un cristal de amatista entre sus dedos mientras esperaba con mortal aburrimiento que alguien llegara a su tienda. Los que más buscaban su consejo eran los aventureros que se adentrarían en el bosque o las amas de casa que no tenían nada que hacer y volvían cada semana. Observó alrededor, había limpiado todo el lugar e incluso había salido un par de veces en un intento por atraer clientes, pero desde que se había corrido el rumor sobre las desapariciones en el pueblo de Anvirorn la escasez de clientes se empezaba a sentir.
Resopló haciendo que el mechón que le cubría el ojo derecho se levantase un poco. Una breve explicación de su vida sería decir que había crecido como un huérfano, sin familia que se hiciera cargo de él, por lo tanto había tenido que hacerse desde abajo aprendiendo poco a poco de los libros que encontraba o robaba. Había aprendido a leer y escribir por su cuenta, era muy bueno en matemáticas y era difícil que le fallara la memoria. Físicamente era muy ágil, pero su falta de fuerza lo hacía propenso a ataques e intensos de robo, por lo que siempre llevaba encima una navaja a modo de defensa. A medida que había ido creciendo se dio cuenta cómo cuidar su aspecto podía traerle beneficios, incluso había aprendido a sonreír de forma encantadora aún a pesar de lo poco que le gustaba estar con gente que no tenía nada que ofrecer.
Sus ropas si bien cubrían todo su cuerpo a excepción de sus hombros, eran de telas delicadas y traslúcidas que se ceñían a su delgado cuerpo, el cual adornaba con brazaletes dorados, una tobillera y finas cadenas colgando de su cuello. Le gustaba lucirse, que lo vieran aún si era con admiración o con odio, o tal vez con temor por sus poderes.
Había muchas cosas que le gustaban, pero eso solo lo podía contar en confianza.
—Me pregunto si va a venir alguien hoy.
SPOILER (click to view)Autor de la imagen: Sandara Nat, lamento la demora, me quedé dormida otra vez
Xerxes12. -
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El aire de aquel lugar era frio, así se sentía siempre, como si su propósito fuera azotar a los desgraciados que no tenían esperanza.
En el pueblo de Beatus ille pegado al mar del esté, carecían de alimento y de algunos víveres, debido a que eran un pueblo pequeño y lejano del comercio solo una vez cada dos meses llegaban los comerciantes por lo que se debía de cuidar de las provisiones. Debido a esto tampoco había muchos niños y la mayoría de las personas que vivían eran hombre y mujeres de mayor edad que se dedicaban a cultivar lo poco que tenían o pescar lo más que el mar les permitiera además de crear tejidos como cobijas pues a pesar de vivir en las costas el mar no era tan amable como le creían las demás personas que vivían lejos de ese lugar. No era el mejor sitio para vivir, pero sin duda existía la paz en ese rincón olvidado.
La suerte la definimos con nuestras acciones pero en ese momento su suerte no dependía de él, un bebé de rubios y finos cabellos fue abandonado en una carreta sin nada mas que una manta de color café, se notaba que la manta estaba desgastada y que era muy vieja pero ni siquiera eso conmovía a las personas de ese pueblo para tomar la decisión de cuidar de aquel niño solitario, si nadie quería ayudarlo seguramente alguna criatura lo devoraría en la noche para así acabar con su tristeza. La noche estaba por acariciar el rostro fino del infante y junto con ella la muerte lo acompañaría, parecía que la suerte estaba echada, que nadie lo salvaría de su pobre final -No es tu tiempo…- un hombre de gruesa, pero dulce voz cargo al bebé que aun que estaba hambriento parecía no tener prisa, el hombre con el niño en brazos camino hasta la iglesia donde lo alimento con un poco de leche para después dejarlo dormir. El monje del pueblo era una persona poco paciente y muy seria, su apariencia lograba intimidar a las personas que no le conocían, sin embargo, siempre tuvo un corazón noble, amable, pero por sobre todo desinteresado y fue esta la única razón por la que el infante no muriese esa noche. Los años pasaron creciendo con ellos el niño que ahora llevaba por nombre Shaka, el monje quien tomo al niño como suyo le enseño todo lo que pudo desde su notable amor por la vida hasta la forma correcta de tomar un arco, daga o espada, le enseño a cultivar y a tener fe
Y aunque Shaka fue un niño rodeado de amor, aquella pequeña aldea no satisfacía sus ganas de aprender, así fue como al cumplió sus 20 años tomo su propio sendero, su padre no lo detuvo pues sabia que Shaka tenia un gran futuro, El joven tomo un pequeño morral, su arco y su daga, recibió la bendición de su querido padre y se marcho buscando poder encontrar aquello que buscaba.
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Ya habían pasado algunos años y mientas más viajaba más conocía, jamás dejo su credo de lado, es algo que siempre llevaba muy presente incluso cuando asesino a el primer monstruo que lo ataco, era una especie de quimera entre zorro y serpiente que encontró en su camino hacia el centro de Naydbe, desde que emprendió sus viajes conoció muchas personas y criaturas, alguna eran totalmente desconocidas para él, hace algún tiempo trataba de llegar al centro pues había escuchado que en ese lugar encontraría información y conocimiento por montones pero algunas criaturas le impedían avanzar de noche, en otros casos se detenía en las posadas para descansar y conocer los lugares en los que estaba, había viajado ya por algunos lugares que el nunca se imagino que existieran eso le encantaba cuando se sentía en paz en algún lugar se detenía a rezar y agradecer por que aun estaba con vida, lo que antes era un pequeño morral ahora era una mochila llena de libros, algunas flores y hiervas que el había recolectado a lo largo de su camino, además llevaba un pequeño libro donde anotaba las cosas que iba aprendiendo, su arco ahora tenía una cuerda nuevas y sus dagas eran otras, a pesar de evitar las peleas por alguna razón que el desconocía las encontraba con mucha facilidad, así que agradecía que su padre que le enseñara a pelear y con los años se fue puliendo hasta volverse un peleador muy bueno, nunca gusto de presumirse bueno peleando pero si que era bueno, en algunas ocasiones las personas le ofrecieron dinero por asesinar algunos monstruos o criaturas peligrosas pero no aceptaba pues pensaba que todas las criaturas vivían en un balance que no podía modificarse y solo peleaba cuando lo consideraba enteramente necesario. Ganaba algunas monedas ayudando en algunas posadas o trabajando en algunas tiendas medicinales de vez en vez, por lo que el dinero no era un problema.
Fue entonces que tras algunas semanas más de viaje el joven de ojos azul pudo llegar a una plaza enorme llena de hermosas banderas que adornaban todo el lugar la gente a pesar de ser bastante no era lo que esperaba para ese lugar, se acercó a algunos lugares a comprar algunas hiervas o solo a curiosear, no fue hasta que sintió un ligero tirón de su cintura que se percató que desde que había llegado una chiquilla de cabellos castaños y ojos color miel se había propuesto a robarle.
-Pequeña dame eso
Shaka no se altero pues sabia que la niña se lo había quitado para poder comprarse probablemente algo de comer o que alguien más le había dicho que le robara, cuando la niña se alejó Shaka comenzó a seguirla por lo largo de la plaza.. -
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El tiempo se le escurría entre los dedos como arena, y a la vez cada segundo se le hacía eterno debido a la soledad en la que se consumía la emoción de su día. Echó un vistazo a sus alrededores, a pesar de todo le gustaba mucho el trabajo que había montado él solo aún cuando todos en ese pueblo mugriento del que había salido le decían que nunca lograría nada. Todos tenían algo que reclamarle, desde el por qué de su magia, su ropa, su cabello, la actitud soberbia y desinteresada frente a los que consideraba inferiores a él. "¿Por qué no respetas a tus mayores?" le decían a veces como si ser viejo fuera sinónimo de ser sabio o siquiera de ser una persona digna o decente, muchos de esos viejos que le ladraban esas palabras le miraban el culo cuando se marchaba ¿y tenía que respetarlos? Si claro.
Sacudió la cabeza de un lado a otro al encontrarse de nuevo divagando y se puso de pie, extendiendo los brazos hacia el techo para estirar los músculos de su espalda antes de salir hasta la puerta que daba a la calle. Hacía mucho que no veía un buen guerrero por esas tierras, uno que se atreviera a deshacerse de todos los males que acechaban en el bosque y que impedían que el comercio fluyera libremente. Apoyó los pies descalzos en la tierra tibia del suelo, disfrutando de la calidez del sol en su piel mientras recorría con los ojos esmeraldas los diferentes puestos y las tiendas cercanos a la suya. No había muchos clientes, cosa que le hizo hacer un puchero, pasándose una mano por el mechón de cabello que cubría su ojo.
Y como si fuera el destino, una de las pequeñas ratas que se dedicaban a desplumar a los viajeros de todas sus pertenencias decidió hacer su escape por delante de su negocio. Eran una molestia, si de por si no le gustaban los niños todavía tenía que soportar que esas bestias salvajes le dieran una mala fama al pueblo, ahuyentando aún más si era posible a clientes nuevos. Se inclinó hacia atrás y le puso el pie para que se tropezara, cayendo la mocosa de cara en la tierra.
—Oh, lo lamento tanto—dijo llevándose una mano a la mejilla fingiendo preocupación antes de levantar a la chiquilla por la ropa, sacudiéndola sin mucho cuidado para que soltase lo que había robado—Pero tu sabes que está mal robar, ¿o no?—la soltó a tiempo para ver al joven extranjero que venía detrás de ella.
Maravilloso. El joven le resultó fascinante desde la forma en que su cabello brillaba como hilos de oro reflejando los rayos del sol hasta la energía que emanaba de él, y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca dibujó en sus labios una sonrisa.
—¡Bienvenido! Es la primera vez que veo su rostro por aquí, espero que su estadía sea agradable. Si decide pasar a mi tienda por un amarre, pociones o si quiere saber cómo le irá en futuros viajes no dude en pasar a mi tienda—juntó las manos delante de su pecho e inclinó la cabeza sin dejar de sonreirle—Me presento, Alberich me dicen. Soy un poderoso adivino, el mejor de toda Naydbe de hecho—puso una mano sobre su corazón y se inclinó hacia adelante para hacerle una reverencia.. -
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Shaka siguió a la pequeña niña por un poco más de veinte metros, la plaza era bastante extensa, pero en ningún momento perdió de vista a la pequeña ladrona que seguía corriendo como sus pobres piernas se lo permitían, sabia tolerar esta clase de cosas pues esa no era ni la primera ni la última vez que le pasaría, a lo largo de sus viajes siempre había tenido que enfrentar estafadores y ladrones, por lo general terminaba con un enfrentamiento en que solo lastimaba un poco a sus adversarios y luego se alejaba, en el caso específico de la niña seguramente la seguiría hasta que se cansara para luego quitarle su bolsa, era un plan sencillo, no lastimaría a nadie, seguirá comprando y se iría a alguna posada a terminas su día.
Su visión era bastante buena, por lo que a lo lejos pudo observas como la ladrona se tropezaba con el pie de un joven que salía de lo que supuso era su tienda, la niña no pudo evitar el imprevisto obstáculo y cayo al suelo, al principio solo veía con desinterés pero creía que no era la forma de quitarle la bolsa a la niña, El rubio se acerco lentamente, al lugar en que se encontraban ambos , Alberich era el nombre de ese extraño muchacho una de las pocas cosas que escucho, no porque no pudiera simplemente no le presto atención, -Gracias, pero no necesito de tus servicios- sus palabras fueran cortantes, era claro su poco interés, no quería ser grosero pero tampoco le interesaba tener ningún tipo de conversación con aquel curioso hombre.
Tras unos segundos se percato de que la pequeña seguía en el suelo, parecía que quería llorar, sus ojos estaban por soltar lagrimas y debido a la tierra en el suelo su ropa estaba manchada, en ese momento el rubio se percato del insignificante rasguño que la infanta se había hecho al caer, se inclino a tomar su bolsa de monedas y miro a la niña analizándola unos segundos más -Estarás bien, pero no vuelvas a hacer esto, la próxima persona a la que intentes de robar no será tan indulgente- ofreció su mano a la menos ayudándola a levantarse -Por tu bien no sigas haciendo esto- era como un consejo muy leve que le daba a la niña, de su bolsa saco un par de monedas y se las dio a la niña, en sus adentros sabía que probablemente seguiría robando pero esperaba que algo ayudara para que no tuviera que hacerlo.
La castaña tomo las monedas rápidamente y luego se fue corriendo nuevamente, su rostro no parecía avergonzado, pero tampoco parecía orgullosos. En cuanto ella se perdió entre la gente Shaka dio ese asunto por terminado.
Volteo para irse, pero el chico pelirrojo seguía en su lugar, a pesar de no querer hablar una parte suya sentía curiosidad por el -La niña pudo lastimarse, sonríes, pero pudiste hacer que parara en vez de ponerle el pie fingiendo inocencia cuando realmente buscabas que cayera ¿Crees que era necesario? ¿O acaso solo fue por diversión?-. -
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Analizó la actitud del hombre por unos momentos, desde la forma en que se dirigía a él hasta cuando ofreció ayuda y consejo a la pequeña alimaña que escapó con su nuevo botín que seguro iría a parar a las manos de sus padres y de allí derechito a la compra de hierbas o setas alucinógenas. Él vivía ahí así que sabía lo que estaba sucediendo, por eso la gente no les daba dinero sino que les ofrecían comida a esos chiquillos del demonio. A él no le gustaban, quizás porque había crecido en la misma miseria desesperante que ellos y le traía malos recuerdos o ya porque de plano él seguía siendo muy joven y los niños no eran lo suyo. Cualquiera de las dos era suficiente para él.
Sin embargo no era una justificación que le pudiese dar al rubio quien, después de dejar ir a la garrapata ladrona para que se perdiera entre los intrincados pasillos que formaban las angostas calles de tierra, se dirigió a él con un sermón digno de uno de los ancianos que tanto le reclamaban sobre su actitud impertinente o sus palabras, ofendidos por toda su maldita existencia. Volteó los ojos hacia atrás frustrado por ello, soltando un bufido con cierto asco por haber pensado que sería una buena oportunidad de negocios.
—¿Qué más da? Esas criaturas del averno corren por los tejados, los he visto caer de los árboles de pie como gatos. Un raspón en el hocico no le impedirá seguir desplumando turistas—dio unos pasos para quedar delante del recién llegado, inclinándose un poco hacia adelante sin dejar de mirarlo, con los brazos detrás de la espalda—Se ve como alguien muy ingenuo, quizás debería cuidar mejor sus cosas—llevó una mano hacia adelante para sacudir la bolsa con monedas que le había sacado al pasar por su lado. Escuchó el tintineo y se puso a revisar con una risita—¿No querrá ser generoso conmigo también? Esta es mi forma de ganarme la vida, entre esos críos de mierda y los rumores de un monstruo que secuestra gente del pueblo no hay muchos clientes.
Tomó una de las manos del mayor y observó la palma con atención, tenía manos fuertes pero delicadas, muy cálidas y con bonitas líneas. Los dedos eran largos y delgados. Pasó el dedo índice por las líneas con delicadeza y siguió hablando.
—Su mano dice que pronto conseguirá una buena aventura, pero debe ser cuidadoso o podría terminar por un mal camino. Tiene que cuidar sus pasos, los bosques son muy poco piadosos con quienes de adentran en sus entrañas—acercó la mano de Shaka a su rostro y mordió con suavidad los nudillos antes de devolverle la bolsa, regresando al interior de su tienda con una risa traviesa.
—Regrese cuando quiera, puedo ofrecerle otros servicios también si así lo requiere.... -
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No había sorpresa en la respuesta del hombre frente a él, su aura demostraba una persona traviesa pero egoísta o eso fue lo que vio, sintió como era despojado de su bolsa con dinero nuevamente pero no hizo ningún movimiento, observo en silencio como aquel muchacho curioseaba y tras unos segundos más sintió como tomaban su mano, siguió observando, las manos de contrario eran más pequeñas que las de él, aun así pudo percibir un ligero aroma a rosas, supuso que el joven cuidaba de su aspecto, escuchaba lo que le decía Alberich, no era que creyera del todo en lo que decía, el creía en su Dios y por tanto lo que le pasa seria obra del mismo en quien ponía su fe. Cuando el pelirrojo termino de leer su supuesta fortuna volvió a su a tienda, dejando a Shaka con una advertencia de lo según seria su futuro.
-Gracias…- fue como un susurro, estaba bastante seguro de sus creencias, pero un aviso de cuidado nunca esta de más, aun así al voltear se percato de que el pelirrojo ya no estaba.
Shaka también se macho, busco una posada por unos minutos, la encontró con rapidez pidió un cuarto y dejo sus cosas, se dio un baño en la posaba, cuando que termino, salió al bar mas cercano, una de las cosas de las que más había escuchado desde que llego a ese lugar fue la repetida mención de desapariciones, buscaba información sobre lo poco que se sabia entre la gente, el rubio no tenía el habito de meterse donde no le llaman pero había algo peculiar en ese caso y claramente quería saber lo que pasaba, las criaturas del bosque no salían a buscar comida a menos que algo estuviera pasando, eso es lo que llevaba registrado en sus libretas, el aun no entraba al bosque como para saber cómo actuaban las criaturas en su entorno, aun no creía ser capaz de entrar y salir con vida, era bueno en combate, demasiado diría el, pero prefería no ser como el resto de idiotas que subestimaban el bosque para nunca ser vistos otra vez o al menos no con vida. Pasaría en la cuidad algún tiempo parecía interesante, “un lugar que no se conoce en un solo día” pensó.
Una vez que estuvo en el bar podía oírse el ruido de las múltiples conversaciones y algún que otro piropo para alguna mujer, se percibía un olor a cerveza y comida, el ambiente no era nada fuera de lo normal, cuando termino de analizar el lugar, escogió una mesa alejada para no tener que tolerar a la gente que ya no estaba consciente, se sentó y espero a que alguna mesera se acercara a preguntar que era lo que quería, tardo poco menos de diez minutos cuando una hermosa joven de cabello negro llego a atenderlo, Shaka no tenia reales intenciones de quedarse mucho tiempo por lo que pidió un plato de comida sencillo y un pequeño tarro de cerveza, la chica se fue y regreso con un plato de comida, el rubio agradeció para después disponerse a comer, mientras masticaba alcanzaba a escuchar un par se susurros de hombre y mujeres que hablaban de cosas que habían hecho o visto, una conversación llamo su atención, fue la de una mesa no muy lejana a la suya en ella estaban tres hombres conversando sobre lo que creían saber de las desapariciones, estaba en tranquilidad hasta que un hombre comenzó a molestar a una de las chicas que ayudaban a atender el lugar.
Las cosas pasaron muy rápido, de pronto un hombre se paro a defender a la pobre mesera, después de eso se armo una pelea, Shaka trato de salir lo más rápido que pudo, sin embargo cuando estaba por irse un borracho le soltó un golpe de la nada, su orgullo no pudo con eso y se metió a la pelea, no podría decir que le fue mal, pues en cuanto noqueo al sujeto se largo pero debido al primer golpe ahora tenia una pequeña herida en la cara -Es un lugar pacifico- menciono el rubio con sarcasmo al salir de aquel bar.. -
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Para ser sincero no le sorprendió que el hombre fuera tan frío y de pocas palabras, parecía más bien una suerte de monje viajero como los que de vez en cuando pasaban para reforzar la fe de los pobres miserables que vivían en los pueblos acechados por los monstruos. Porque claro, era difícil convivir con la idea de que en cualquier momento uno podía ser el siguiente entre las fauces de alguno de los horrores de la oscuridad del bosque. Las personas que se quedaban necesitaban que alguien fuera a reconfortarlos, a ayudarles a mantener la fe en 'su Dios'.
Alberich negó con la cabeza mientras dejaba escapar una risita burlona, era algo curioso cómo esa gente ingenua ponía toda su esperanza en la palabra de cualquier monje que llegara a sacarle algunas monedas. Si es que la fe no salía gratis, y para eso la verdad es que podrían preguntarle a él que era adivino y podía leer los astros mucho mejor de lo que esos tontos religiosos podían mentir. Y tal vez eso era lo que le molestaba de esos hipócritas, que no había uno solo de ellos que creyera de verdad en lo que predicaban y solo llegaban a robarle a la gente del pueblo ¿tomarse ese trabajo por unas monedas? y peor aún ¿arruinarle el maldito negocio? Y todavía le iban a reclamar cuando no les entregaba el cuerpo durante las frías noches de Anvirorn.
Esperó unas horas más y decidió cerrar la tienda para ir a la posada por algo de comer. Las mañanas eran calurosas y en las tardes el sol abrazador parecía rajar la tierra, sin embargo durante la noche la temperatura bajaba dando alivio a los ciudadanos. Y vaya que bajaba, de hecho casi parecían dos lugares distintos. Aunque él disfrutaba tanto del frío que no le importaba salir descalzo y con su fino ropaje aún cuando comenzaba a levantarse el viento, que al sacudir las telas de sus prendas daban la sensación de ser una visión espectral.
Las calles estaban en su mayoría desiertas por los ya mencionados rumores, y eso le incitaba a cantar como hacía cuando deseaba atraer a los hombres a la perdición más absoluta. De hecho casi solo cantaba cuando se acercaba al bosque, dado que los hechizos que guardaba su voz podían ser demasiado fuertes para hacerlos en el pueblo sin levantar sospechas. Y al menos con eso era bastante discreto.
A pesar de todo dejó salir su voz, pensándose en soledad en las intrincadas calles del pueblo al que esperaba poder robar no solo el dinero sino el alma. Algún día todos le reconocerían como el mejor adivino y hechicero del mundo.
—Cupido me ha flechado... la riqueza me da igual, solo ha de consolarme mi marino audaz jovial—comenzó a cantar con una voz suave, como un murmullo llevado por el viento, importándole poco si atraía a algún pobre tonto. Podía devorarlo si lo llevaba hasta las afueras del pueblo.. -
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Shaka caminaba de regreso a su hospedaje, recorría la calle con tranquilidad, el clima frio le recordaba a su hogar que a pesar de ser triste le regalaba paz, siguió caminado pensando en su pueblo y en su padre, sinceramente agradecía que un monje lo hubiera criado enseñándole a ser el hombre que era ahora.
Mientras divagaba en sus pensamientos, comenzó a escuchar una voz, dulce, diría que incluso encantadora, se detuvo un momento a escuchar con atención, parecía un cántico, era suave pero lo suficientemente fuerte como para que alguien lo escuchara, estaba totalmente hipnotizado por tan hermosa voz, quería saber que o quien era el o la dueña de esa voz, avanzo otro poco, creyendo que seria un hermosa joven la autora de esa peculiar canción, el frió daba paso a un ambiente mágico que envolvía todo a su alrededor, espero un poco mas para avanza, pero se quedó quieto, una sensación extraña y una voz en su cabeza le pedían que se detuviera, algo había cambiado en el cántico, cierta malicia lograba percibirse en la letra de aquella canción, saco una navaja que llevaba con él, avanzo otro poco y se resguardo tras una casa que estaba en su camino.
Siguió escuchando la canción pero en silencio y sin moverse, esperaba a que el cántico se detuviera o que algo más pasara, la voz no se detenía, fue entonces que se comenzaron a escuchar unos pasos eran tranquilos pero bastante pesados, el rubio se preparo en caso de que cualquier cosa lo atacara pero no paso, los pasos siguieron su trayectoria directo hacia el cántico que no estaba tan lejano de su posición, se asomo lo suficiente para ver un poco, parecía una mujer cantando mientras que un hombre bastante más alto que el avanzaba hacia ella, la ligera luz de la luna no le permitía ver del todo que estaba pasando, pero no hizo falta, Shaka supuso que era el encuentro de dos amantes en la noche para no ser vistos.
Guardo su cuchillo y decidió seguir su camino a su descanso, apenas se había alejado de aquel lugar cuando un grito inundo las calles de miedo, se dio la vuelta para ver que es lo que había pasado, pero no logro ver mas que un hombre tirado boca abajo en el suelo.
Su respuesta inmediata fue acercarse, pero no era asunto suyo, además si alguien lo veía cerca del cuerpo y con una navaja seguramente lo culparían, camino despacio nuevamente hasta el cuerpo, pero solo observaba sangre y un hombre inerte, decidió alejarse lo mas natural que pudo.. -
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Giraba sobre sus propios pies como en una macabra danza mientras las palabras se derramaban de sus labios en una atrayente melodía. Escuchaba los pasos pesados de alguien que seguía su voz hasta las afueras del pueblo y sus labios se curvaron en una sonrisa llena de blancos y afilados colmillos, dispuestos a desgarrar la carne de cualquiera que entrase en su rango. Algunas líneas más de aquella dulce canción y ya estaba casi en el refugio del bosque donde esperaría a su amado de esa noche. Allí se quedó, con los brazos abiertos hacia el primer desafortunado que se había acercado como atrapado en un trance imposible de resistir.
—Ven a mi, y húndete en este profundo océano, mi querido marino—alzó ambas manos para tomar el rostro del hombre que había llegado a él con cuidado y sintió las manos ajenas sostenerle por la cintura. Una vez más su sonrisa mostró la blanca dentadura y atrajo al hombre hacia si, regalandole el roce de sus labios pero arrancándole la lengua de un mordisco. El grito que siguió terminó por aturdir un poco al joven pelirrojo, que a pesar de regodearse en el dolor de aquel pobre tonto decidió escapar dejando que el otro se desangrara hasta la muerte.
Caminó ligero, sin dejar huella, y atento a los ruidos que siguieron para no toparse con alguno de los habitantes del pueblo. Masticó aquella lengua que había arrancado y tragó con una risita, puesto que podía ver las luces de las velas que comenzaban a encenderse en las casas vecinas. Los curiosos se asomaban por la ventana y los más valientes se acercaban a la escena del crimen. Debía admitir que él disfrutaba de todo aquello, de saber que esa existencia desconocida que devoraba a los ciudadanos uno a uno era temida y de cierta manera respetada. Se deleitaba con el sufrimiento ajeno después de todo.
Alzó la vista al cielo nocturno y sintió una energía familiar, quizás era que reconocía el ritmo de esos pasos o que podía olfatear su aroma, pero estaba seguro de haber detectado la presencia del viajero con el que se había topado. Se aseguró que no hubiese restos de sangre sobre su ropa o sus labios, y se acercó con toda la calma del mundo al hombre que parecía escapar de algo ¿Por qué huía? ¿Se habría acobardado ante aquel grito que su cena había dado?
—Oh, es el turista de hoy ¿a donde va con tanta prisa?—dijo haciendo escuchar su voz. Quizás esa rubia cabellera podría usarla para unos delicados adornos en su tienda luego de devorarlo, pero primero tenía que hacerlo arrodillarse e implorarle. Después de cómo lo había despreciado, no tenía más opción que esa ¿o si?—Espero que haya encontrado un cómodo lugar donde hospedarse, pero por favor póngase un abrigo. No querrá pescar una gripe o algo peor.SPOILER (click to view)Perdona la demora ><. -
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El rubio sintió como la gente comenzaba a aproximarse al cuerpo que yacía en el suelo, no quiso ser parte de ellos, sinceramente no creía necesario ver demasiado el cuerpo, era casi obvio que su acompañante fue quien lo asesino, la gente comenzaba a susurrar múltiples comentarios, desde su pésame, hasta juzgar la vida del desafortunado sujeto, bueno o malo, etc.
Mientras las personas hacían lo que creían correcto, algunos médicos se acercaban al lugar a examinar el cadáver, seguramente la gente hablaría del análisis mañana por la mañana o quizá todo el día, era mejor no quedarse, siguió su camino con seguridad como si realmente no supiera nada de todo lo que vio esa noche, a Shaka le gustaba investigar las cosas por si mismo mas sabiendo que la gente de ese lugar era gente que prefería echar culpas y después refugiarse en la noche, no juzgaba su modo de vida, simplemente creía que era incoherente la actitud del pueblo en general, pedían que paran las desapariciones pero nadie se preocupaba por mover un dedo.
Una voz conocida se hizo presente en sus pensamientos, volteo para poder verlo a la cara, aquel muchacho de pelo rojo parecía estar dando un paseo a mitad de la noche, cerca de un lugar donde se acaba de cometer un asesinato, el aura de Alberich era sumamente tranquila, pero aun así tenia un toque de ansiedad, incluso diría que habia un ligero deleite -Huir es para aquellos que temen por sí mismos, ¿podría usted decirme a que temer?- su voz segura y con tranquilidad, reflejaba el carácter ligeramente engreido del viajero, sin embargo su pregunta tenía un propósito y es que si el adivino llevaba tanto tiempo en ese lugar seguramente podría darle información de que es lo que pasaba.
-El lugar en el que me encuentro me servirá por ahora, gracias y no se preocupe por mi en realidad no hace tanto frio- aun que el frio pudiera ser un clima inconveniente o indeseado para algunos, en lo personal parecía un poco familiar , el rubio era condescendiente sabía que la situación no era la ideal para preguntar por el clima del lugar, desde el inicio sentía una ligera apatía por el chico enfrente suya, pero había algo en sus ojos que le decía que era mas de lo que aparentaba y que debía de cuidarse de el -¿No es desafortunado lo de esta noche?- su comentario no tenia lastima en lo mas mínimo, solo buscaba encontrar un poco de empatía en las palabras del contrario, eso posiblemente haría menos sospechoso a el chico sumamente desinteresado en aquel repentino asesinato.SPOILER (click to view)No te preocupes, me alegra que estes de regreso :3. -
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Las palabras del hombre le hicieron soltar una risa suave, tan soberbio era que no sentía ni una pizca de temor aún cuando le rodeaba la penumbra en un terreno desconocido ¿o quizás es que era demasiado estúpido para eso? O puede que no valorase su vida como tal. Eran tantas cosas las que quería escuchar de ese rubio viajero, pero no conseguiría nada mientras tuviese aún esa clase de fortaleza. Lo más probable era que ni siquiera su más fuerte embrujo lo dominara por completo, y es que si bien le parecía pura palabrería no quería arriesgarse a que su fachada de simple adivino se cayera por la curiosidad que le daba el más alto.
—Creo que usted sabe muy bien a qué temer, amable viajero. Estas tierras están plagadas de alimañas que harán lo que sea para conseguir su alimento. Todos podemos ser el siguiente—hizo una pausa y se acercó un poco más para extender una mano, posandola en la mejilla izquierda del joven turista que en ese momento casi le parecía agradable. Si no fuera porque desde el inicio había creído que era un cretino pedante y egocéntrico, a pesar de ese aire de monje humilde que quiere mantener como una máscara para ocultar su verdadera naturaleza. Las siguientes palabras no hicieron más que darle un cosquilleo en el pecho, y con toda su voluntad logró reprimir la sonrisa que amenazaba con dibujarse en sus labios—No debe sentirse mal por ello, la gente aquí muere todos los días. Los pueblerinos están asustados, pero nadie puede hacer nada para detenerlo... Ni siquiera quieren cambiar sus malos hábitos para salvar sus miserables almas del infierno. Eso es grave ¿cierto? Usted debe saber al respecto.
Dio unos pasos hacia atrás fingiendo cierta preocupación mientras veía al mayor a los ojos, esos ojos claros que parecían brillar aún más a la luz de la luna que era lo único que iluminaba ese lugar.
—¿Le molestaría acompañarme a casa? Es un poco aterrador andar solo ahora que acaban de asesinar a ese pobre diablo—dijo al fin, desviando la mirada por un momento antes de comenzar a caminar otra vez. Vivía y trabajaba en la tienda que por suerte no estaba tan lejos, pero debido a su tamaño la verdad es que no era difícil pensar que en caso de un ataque no podría defenderse solo—A menos que no crea poder ayudar en caso de una emergencia. Está bien también.. -
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La noche estaba pasando lento y aun que ya había pasado tiempo no podía decir que la oscuridad pasara pronto, las calles eran frías pero le recordaban a su hogar, la gente que se había acercado al cuerpo comenzaba a desaparecer al igual que la ligera niebla que había por las calles, sin lugar a dudas Shaka era un hombre arrogante pero no por que se creyera un hombre extremadamente guapo o ágil, incluso su fuerza parecía un agregado, de lo que el rubio estaba realmente orgulloso y elevaría por lo alto era su sabiduría, sus conocimientos, así que todo lo que el hacia lo hacia con cuidado; analizando sus opciones.
-Ser alimento de esas criaturas seria desafortuna, pero la muerte no representa ninguna clase de preocupación al menos a mi parecer, la vida es solo un suspiro en este basto mundo, nadie puede evitar la muerte, tarde o temprano nos llega, aun si creo que la vida si que es mas complicada, pero bueno eso no lo hablare ahor…- Su voz sonaba con tranquilidad pues sin quererlo comenzó a decir lo que pensaba de verdad, el rubio se calló en el momento que la mano del otro estuvo en su rostro, era un poco más pequeñas que las de él, eran suaves pero fuertes, estaban frías por el clima pero no parecía que le importara, después de aquel toque, se quedo callado escuchando las palabras del adivino, estaba claro que Alberich llevaba muchos años en la capital, cosa que parecía no agradarle del todo, mientras hablaba de la gente del lugar, el rubio noto como sus palabras salían con un poco de fastidio, una vez que termino decidió dar solo su punto de vista -Entiendo que te molestes, la gente que no quiere cambiar es despreciable, sin embargo creo que el miedo, al igual que el odio hace que la gente no actúe con su verdadera naturaleza ¿O que piensas? – No era asunto suyo y en realidad no le importaba si algo en el contrario se removía o cambiaba, el viajero no confiaba en el adivino, pero una parte en su interior le pedía que no lo juzgara con tanta rapidez, aun que no pudiera evitarlo, él había decidido cuidarse las espaldas del chico de cabellos rojos.
“Mantén a tus amigos cerca, pero mantén aún más cerca a tus enemigos” era precisamente lo que el rubio iba a hacer, mientras sus ojos y los de su acompañante se veían fijamente, buscaba poder ver a través de él, buscando algo de lo que pudiera tirar para llegar a conocerlo realmente, sin embargo los ojos del adivino eran como agua pantanosa, engañosa, agua en la que no se ve el fondo, pero ni siquiera esa metáfora podía definir el trasfondo de esos bellos ojos verdosos que parecían indescifrables.
-Claro que no, acompañarte será un placer, no queremos que nadie mas muera esta noche ¿Verdad? - El sarcasmo era involuntario, pero no por eso se arrepentía -Solo, si tu me lo permites, no me gustaría exponerme mas esta noche, ya estuve mucho tiempo fuera en la oscuridad de la noche y si tu fueras tan amable ¿Podría quedarme contigo esta noche? – Sus ojos no reflejaban más que curiosidad, ¿Quién estaba jugando con quien?SPOILER (click to view)Perdón por ser tan incumplida, mereces un mejor Shaka :`3. -
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El camino de regreso a su tienda se sentía como estar caminando sobre agujas o carbón ardiendo, su hambre se había aplacado por esa noche y aún así cuando la voz suave pero profunda de ese hombre le llenaba los oídos parecía que su instinto luchaba por salir. Quería despedazarlo ahí mismo, con un simple movimiento de sus garras podría abrirle la garganta o el vientre y probar su carne, o incluso podría asfixiarlo si así lo quería, apretándole el cuello hasta que sus ojos perdieran el color al exhalar su último suspiro. Qué maravillosa visión era aquella en su mente.
—De hecho diría que es al revés, el miedo, la confusión y el desconocimiento conducen al odio y eso hace actuar a las personas de acuerdo a sus instintos más primitivos. Los humanos son seres violentos y egoístas, pasarán pisándote la cabeza si es necesario para alcanzar su meta—volteó hacia el rubio acompañante y con una ligera sonrisa siguió la marcha dando algunos pasos algo más rápidos hasta comenzar a caminar de espaldas mientras le observaba con atención—Créame, le sacarían los ojos si pudieran. Se lo comerían vivo a la menor oportunidad. Pero qué puedo decir, yo no soy diferente y estoy casi seguro que usted tampoco. No puede conservarse virtuoso cuando la oscuridad comienza a ejercer su influencia ¿No es así?
Atento a las siguientes palabras del mayor se sintió gratamente sorprendido ante el pedido; a pesar que tenía una ligera sospecha de que el hombre estaba intentando enredarlo en su propia telaraña solo soltó unas risitas una vez estuvieron delante de su tienda.
—Si fuera otra persona diría que busca algo más que solo tener un refugio por ésta noche—alzó una de sus manos para indicarle que podía entrar. Pasando la sección de la tienda o lo que sería la sala de adivinación había una puerta de madera de roble que separaba su casa del resto. Puso una llave de plata en la cerradura y la giró para poder pasar, la puerta de la tienda no tenía llave puesto que no había nada especialmente valioso ahí—Por aquí, puede dormir en mi cama si lo desea. Como su anfitrión debo asegurarme que se sienta cómodo, ¿ha cenado ya? Quizás le gustaría comer algo en especial. Tengo un poco de pez Zeulfan asado y thulpus—dijo un poco acelerado, tratando de acomodar las cosas de su cocina a medida que avanzaban adentrándose en la casa.—No sé si sabe de lo que hablo, el thulpus es arroz frito con especias y bayas. Bueno, es típico de la región de la que vengo.
La parte de la casa tenía solo dos habitaciones, la cocina estaba separa de la sala por una barra que hacía las veces de mesa también y en la otra habitación se encontraba su cama que consistía en poco más que un nido hecho con paja y algunas telas encima.
—Sé que no hay mucho lujo, pero el trabajo de adivino tampoco deja mucho. Algunas otras cosas me las tengo que ganar por otros medios...—hizo una pausa y desvió la mirada fingiéndose afligido por ello—Mm... Eso es vergonzoso. Póngase cómodo, mi casa es su casa.. -
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Siguió caminando mientras observaba al joven adivino que parecía bastante enérgico teniendo en cuenta que le pidió que lo acompañara hasta su vivienda, no podía dejar de sentirse extraño estando a su lado. Desconfiaba totalmente del hombre que estaba enfrente suya, eso en definitiva no lo dejaría dormir, pero tal vez el alojarse con aquel desconocido le permitiría definir al fin si Alberich era un peligro real, o solo alguien embustero.
-Siempre he pensado, que las personas no muestran su verdadera naturaleza hasta que lo creen necesario, solo algunas circunstancias los llevan a eso, sin embargo el miedo, odio y dolor sacan a flote la parte mas inhumana del ser humano- Shaka observaba lo irresponsable que parecía aquel hombre, vestía con ropa que parecía fina y no llevaba armas con él, o al menos eso era lo que podía observar, como sabiendo que algo puede asesinarte en la noche vas tan tranquilamente -No dudo que lo harían, pero la oscuridad solo ejerce su influencia cuando el virtuoso deja de serlo, el mal solo existe hasta que el bueno lo decide- mientras aun caminaban comenzó a observar a su alrededor, noto que la hermosa plaza que había visto hace poco ahora parecía totalmente abandonada, los hermosos colores se habían cubierto de oscuridad, una parte entendía que fuera debido al miedo de la noche, aun así estaba sorprendido, una horas eran suficiente como para apagar tanta luz.
Cuando por fin estuvieron en la puerta del adivino lo miro de reojo y escucho su comentario -No tengo esa clase de intereses- dijo en voz baja no quería ofender al otro, pero estar con el adivino en una noche de pasión no formaba parte de sus planes, no por ahora. Después de que su compañía le indico paso al lugar, observo todo con rapidez, noto que su lugar de adivinación era pequeño pero acogedor, noto algunos cuarzos y sonrió ligeramente, en sus viajes había estudiado estas piedras con supuestas cualidades curativas o enérgicas, no creía en ellas claro, pero eso no hacia que negara del todo la magia de las mismas, continuo con su camino llegando a la casa real, entro después del peli rosa, nuevamente examino todo con rapidez, dándose cuenta que no mentía, en realidad su negocio no parecía dejarle mucho últimamente -Comí hace poco gracias- dijo recordando su hermosa pelea en aquel bar, escucho la propuesta de dormir en su cama pero no se sentía cómodo con eso -No hace falta que me quede en tu cama, al ser viajero te acostumbras al suelo, me sentiría mal dejándote dormir en otro lado- no quería ser imprudente además no creía que fuera correcto, el era la visita y debía ser amable.
Miro como su anfitrión acomodaba las cosas con prisa, era obvio que el orden solo estaba en su tienda, la casa era humilde, escuchaba los últimos comentarios y analizo un poco mas la situación, era obvio que el sexo era un negocio pero no lo veía como algo necesario, siendo un poco mas filosófico, el sexo es un acto de disfrute y cariño, sacar provecho de eso era un poco repulsivo, al mismo tiempo comprendía que en ocasiones parecía ser la única salida para algunos. Sintiendo un poco de lastima por el adivino, decidió hacer una prueba -¿Dime mi futuro?- dijo con tranquilidad al lado de quien aun acomodaba su pequeña casa, no creía para nada en lo que le fuera a decir pero ser amable no era nada malo.. -
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Alberich tomó un momento para observar de reojo cómo el mayor se movía por la casa, cómo sus ojos claros como el agua que bañaba las costas del norte examinaban con atención cada rincón y detalle de su humilde morada. También por su parte deseaba analizarlo, conocer hasta el más mínimo cambio en la expresión del viajero para poder usarlo en su contra después, cualquier punto ciego, cualquier pequeña debilidad con la que hacerlo caer cuando su hambre fuera tan grande que ya no pudiese ocultar la sed de sangre. Cuando el aire se pusiera tenso hasta el punto en que fuese difícil respirar, como si se ahogara en el pantano.
No se dio cuenta que un hilo de saliva estaba bajando desde sus labios hasta que la voz del rubio le llamó la atención, devolviéndolo a la realidad y haciendo que tuviese que relamerse antes de voltear hacia él con cierta emoción en la mirada. Sabía muy bien que el otro no creería en nada de lo que pudiera decirle, después de todo se podía ver cuan fuerte era su fe y voluntad con los comentarios que había hecho desde que se conocieron. Un hombre recto al que quería destruir sin duda alguna.
—Oh me encantaría. Aunque sé que no es de su agrado mi 'arte', espero no ofenderlo demasiado—se limpió las manos y dejó los platos que estaba tratando de ordenar para dar algunos pasos hacia el extranjero, tomando una de sus manos con cuidado entre las suyas. Guió al hombre para sentarse en el suelo cerca de algunas maderas con símbolos tallados y algunos cristales de amatista, momentos antes de fijar los ojos esmeralda en las líneas de la mano ajena. Magníficas manos, marcadas por batallas pero aún así no eran toscas ni resultaban desagradables, las líneas que cruzaban por la palma auguraban también una larga vida así como buena suerte. Eso eran malas noticias para él.
Permaneció en silencio durante algunos instantes para luego desviar la mirada hacia los cristales para acomodarlos con cuidado en una cierta formación y después echar las fichas talladas por encima. Un instante después miró al mayor a los ojos, con seriedad y la mirada verde brillando intensamente.
—Tiene unas bellas manos—dijo cuando partió al fin los labios para hablar después de unos instantes que parecieron eternos—Le espera una larga vida, fortuna que puede ser monetaria o quizás sentimental eso no se ve con claridad. Mas hay algo que debe tener en cuenta y es que el peligro le acecha, nubes negras sobre su futuro inmediato que podrían cambiar su destino por uno calamitoso. Su fe lo sacará adelante, pero si ésta se ve quebrada o amenazada quizás esa presencia maligna busque corromper su alma y devorar su corazón. No confíe en la reina de serpientes, ella le ofrecerá un trato, pero si acepta se perderá a si mismo en un laberinto.
Terminó de hablar y bajó la mirada una vez más solo para alzarla de nuevo un momento después, como si hubiese salido de un trance le sonrió al extranjero con inocencia.
—Lo lamento, no recuerdo lo que digo cuando hago eso. Los locales dicen que es un poco inquietante..
[AU] Fractured Fairytales |
