-
+2
.
El templo del Cangrejo Gigante es la cuarta de las doce casas del Santuario de Athena y la morada de los santos dorados de Cáncer, guerreros conocidos por su conexión con la muerte. El templo del siglo XVIII es un pequeño templo cúbico con columnas al frente y un pequeño techo triangular que resalta a un lado. -
+2 .
Basura.
Así se había atrevido a llamar al dios de la muerte. Así se había atrevido a llamar a la vida misma innumerables veces en el pasado.
Y curiosamente es un recuerdo muy vivido que rondaba por su cabeza en ese momento, que poco a poco iba pintando a blanco y negro, en difuminado toda su vida. Esa agridulce vida humana tan corta. Las más recientes parecían una serie de pinturas de estilo barroco, de esos que podía encontrar en su tierra natal. La infancia parecían más como frescos de una época mucho más alejada y en el medio podía reconocer el estilo del 'Cinquecento' reflejando su adolescencia. Era como contemplar su vida en la evolución del arte con una colección de pinturas... De pinturas espantosas.
Oh por a Athena, ¿con morir no era suficiente sino que también estaba obligado a ver ese insulto al buen gusto? Tras de eso no llevaban orden cronológico ¿No podía pasar directamente a quemarse en el infierno? Hasta besarle el trasero a Hades era mejor que ver pasar su vida por su cabeza.
¿Se podrían sacar los ojos del alma? Esa hubiera sido una muy buena pregunta para el sabiondo de Virgo que hubiera pagado con sus cinco sentidos gustoso. Se río en medio de ese montón de garabatos y entonces llegó la última pintura, esa que retrataba sus últimos minutos enfrentando, sin una pierna, junto a Sage a Thanatos en el camino de los dioses . No se guardó la sonrisa arrogante, fue una muerte gloriosa, a lo grande; el final perfecto de una vida que comenzó miserable.
Podía irse en paz y dejarse caer en la oscuridad que lo envolvía en un abrazo benevolente.
Pero que raro que le doliera en cuello estando muerto.
Abrió los ojos de golpe notando la claridad que entraba por una enorme entrada a su derecha. Estaba tirado en el piso... O bueno, su cabeza, hombros y hasta los omóplatos esraban en el piso, lo demás estaba apoyado en un pilar que llegaba hasta el techo, completamente chueco.
Ya comenzaba a tener sus dudas de que estuviera en el infierno, a menos que el infierno se pareciera a su templo, e hiciera sol y calor, y que pueda respirar.
- ¡¿Qué mierda?! - se fue lado para acabar por completo en el piso, dar una vuelta y apoyarse en los codos. - ¡¿Por qué no estoy muerto?! - su quejas resonaron por todo el templo del cangrejo. ¿Donde quedaron esas promesas de torturas chinas que Sage tanto le dijo que iba a recibir si seguía de rebelde? ¿Donde quedan todos sus meritos? ¿Donde queda el sacrificio suyo y de su pierna? ¿Ahora viviría con una pata da palo?
La última pregunta lo intrigó y lo hizo voltearse a quedar de espalda al suelo para ver hacia la parte inferior de su cuerpo encontrando sus dos piernas y las movio con insistencia para asegurarse que verdaderamente estaban. No esperó más para ponerse de pie y dar un par de saltos para acabar de confirmarlo. Realmente estaba vivo con sus dos piernas, podía ver su manos y su cuerpo, y sentirlo real. Sentía el cuerpo bastante pesado como si no estuviera acostumbrado, tal cual si hubiera pasado demasiado tiempo 'dormido', le dolia el cuello y la espalda, pero realmente estaba ahí.¿Habría alguien más en su misma situación?
Necesitaba muchas explicaciones.
Y lastima la pata de palo.. -
+1 .
En un principio había abandonado la idea tan pronto como se presentó en su mente, pero así como Byaku era un hombre muy precavido e inseguro, también era poseedor de una gran curiosidad que le quemaba las entrañas. Teniendo eso en cuenta no era extraño que hubiese dejado de lado viejos rencores, tal como le habían dicho, para encaminarse hasta Grecia con toda la intención de vislumbrar una vez más el Santuario. Ese lugar que ni siquiera había llegado a pisar la última vez, donde había sido derrotado y muerto dos veces; mas esta vez no tenía intención alguna de atacar, así que con paso tranquilo y su energía bajo control entró en el lugar. Podía recordar la visión del apacible pueblo cercano a los templos, sintiendo una cierta melancolía que le empañaba los pensamientos. No buscaba respuestas, ni nada demasiado complicado, tan solo pensaba que si ahora todos los caballeros habían sido premiados con una nueva vida quizás no quedaba nadie allí. Quería ver el lugar, incluso desde lejos se veía que las estructuras eran realmente sólidas.
Tal vez podría incluso dibujar un poco. Había pasado una eternidad desde que se había tomado el tiempo para hacer algunos garabatos en una de esas libretas que perdía a menudo, no porque no las tuviera ordenadas sino porque por lo visto alguien las tomaba. Él no iba a acusar a nadie, pero no era posible que se le perdieran. Justo a él que tenía una lista con los detalles de cada una.
Los pasos eran lentos, quizás un poco perezosos mientras observaba alrededor, observando cada detalle en las columnas de mármol que sostenían los templos, tomándose el tiempo para admirar el paisaje en los alrededores ¿era así también cuando ellos habían atacado? Él solo seguía órdenes, no le gustaba mancharse las manos, pero si era por cumplir el objetivo de su dios lo haría una y mil veces más. Eso no quería decir, por supuesto, que no pudiese apreciar la belleza del lugar, así como sentir el calor del radiante sol sobre su cuerpo.
—Hace demasiado calor... ¿cómo pueden vivir aquí?—atravesó los primeros templos sin que nadie le detuviera, poblados éstos de un silencio abrumador ¿habrían revivido los caballeros dorados también? ¿o habían realmente abandonado el Santuario para ir a vivir sus vidas? O estarían en misiones. Eso se lo comunicaron también, que estuviese atento por si debían mandarlo a investigar algo que pudiese causar problemas al Inframundo—¿Hm?—detuvo su andar frente al templo de cáncer, sintiendo la presencia de su guardián ¿debería comunicarle que no venía con malas intenciones? Solo por si acaso, alzó una de sus manos en el aire casi como un saludo, pero más que nada para indicar que no estaba en posición de ataque ni nada parecido.. -
+1 .
Había pasado ya un tiempo desde que despertó. Para aquel momento y luego de una larga explicación sobre lo sucedido había tomado la decisión unánime y silenciosa de retirarse del Santuario por un tiempo con la fiera necesidad de pensar . Estaba ligeramente molesto, había considerado para el momento de su muerte lo mucho que había hecho valer su existencia en esos últimos minutos y volver como si nada era como si nada de eso hubiera valido la pena más que como una recompensa.
Irse por lo menos, tal vez, le ayudaría a cambiar ese pensamiento a pesar de que se escuchaba ridículamente como un sermón de su maestro, preferiría que le diera con la sandalia en la cabeza. Y a pesar de las semanas que pasó fuera si bien le tranquilizaron y enfriaron la cabeza no había aclarado del todo qué jodido objetivo tenía ahora que se había logrado la paz. ¿Qué le esperaba? y ¿Qué haría de ahora en adelante? además de simplemente existir eran preguntas que no lograba esclarecer.
Ahí estaba recostado en una columna cerca de la entrada del templo, viendo fijamente a las almas danzar en el interior luego de dos días de haber vuelto de Napoles, pensando en qué haría de ahora en adelante, que tal vez debería empezar por qué iba a comer en el almuerzo cuando una presencia apenas y se asomaba anunciando su llegada a las puertas de Cáncer.
Fue cuando Manigoldo se despegó de la columna y con una ceja levantada, dio los pasos restantes hasta las puertas de su templo para encontrar al sujeto de larga cabellera e inusuales ojos que levantaba una mano en señal de ...¿qué? exactamente. Se cruzó de brazos y formó en su rostro una torcida media sonrisa altanera.
-Vaya, ahora resulta que también veo gente muerta-espetó con aquel ácido sentido del humor. Sin importar la apariencia tan tranquila de aquel muchacho y lo que parecía ser un saludo, verlo le daba la misma sensación que Verónica. Excepto por el asco, su visitante tenía una cara bonita- O lo de hoy son las visitas sorpresa o las costumbres no se pierden ¿Puedo saber quien tiene el honor de pisar mi templo el día de hoy?- puede que la paz evitara que se mataran ahí mismo, pero no cambiar su actitud. Esa permanecía imperturbable ante amigo o enemigo.. -
.
—¿Gente muerta? No... estoy vivo. Eso creo...
Tomó unos instantes para analizar al caballero dorado frente a él, no parecía tan imponente como el caballero de tauro ni amenazante como Albafica, más bien tenía una presencia curiosa como si no pudiera contenerse a la hora de hablar. Esa sonrisa socarrona que le dedicó acompañada de palabras que Byaku no pudo descifrar le hicieron inclinar la cabeza hacia un lado, viéndolo con una expresión de total confusión. Era normal que el otro pensara que estaba muerto, después de todo era un espectro, pero ahora su corazón latía otra vez al igual que el del guardián de cáncer. Negó con la cabeza y bajó la mano, decidió presentarse aún un poco aturdido por la despreocupación ajena. Quizás a ellos también se les había dicho que no debían iniciar un conflicto.
—Byaku es mi nombre, espectro de Nigromante—respondió, aunque para ser sincero dudaba de si seguir refiriéndose a si mismo como uno de los soldados al servicio de Hades. Es decir, no era libre en sí pero tampoco había sido de ayuda en la guerra y eso no era algo que pudiese dejar de pensar con facilidad. No podía dormir tampoco pensando en eso—Caballero dorado de Cáncer, lamento la irrupción repentina. La verdad es que no tengo una justificación que dar para mi presencia, tan solo el recuerdo de haber muerto antes de pisar el Santuario me trajo aquí. Si soy inoportuno me marcharé de inmediato—dijo en un intento por mantener la situación bajo control, si por su actuar descuidado terminaba causando algún problema no se lo dejarían pasar ni en una eternidad.
De todos modos no iba a pasarse la vida esperando en el sol, si no iba a alcanzar el último templo al menos esperaba poder apropiarse de alguna sombra o iba a empezar a deshidratarse. Dio algunos pasos más hacia el caballero dorado y dedicándole apenas una sonrisa tranquila.
—¿Puedo preguntar también su nombre? Y quizás si me deja aprovecharme un poco de la sombra que hay aquí, no estoy acostumbrado a este clima.... -
.
-Ah... No, no en un sentido literal, es porque eres un espec... Olvidalo-
La expresión de Manigoldo se había caido del peldaño de la soberbia al de la incredulidad. No podía creer que hubiera tenido que detenerse a casi explicar una broma. Demasiado serio o le fallaba el sentido de la ironía.
Soltó el aire contendió en un ruidoso suspiro al rascarse la nuca, al menos era verdad que se trataba de un espectro. Y uno bien estirado a su parecer. Que se estaba disculpándo por estar ahí de sorpresa y además le estaba pidiendo permiso para resguardarse del sol en su templo.
¡¿Un espectro le estaba pidiendo permiso?!
Se rio con ganas sin poder evitarlo, primero una risilla suave que fue preludio para una fuerte carcajada que le hizo sujetarse el estómago y limpiarse una lagrimilla que se le escapaba de un ojo.
-¡Así que hay tipos como tu en las filas de Hades! Todo apunta a que esta vida me la dieron para poder ver lo que me faltaba de este mundo, esto es inesperado- se volvió a limpiar una lagrimillas calmando la carcaja y se hizo a un lado consediendo su petición. El sujeto resultaba bastante interesante, así de educado y correcto le recordaba a la actitud de Sagitario, solo le faltaba lo de justiciero. Problemas seguramente no le daría. - Soy Manigoldo de Cáncer. Pasa, a Sasha no le gustara si te devuelvo de donde saliste en plena epoca de paz- comentó tranquilamente siendo que realmente no tenía muchas opciones, el italiano podía ser un confianzudo con su diosa pero no haría nada para perturbar la paz que había logrado. Llevó a aquel chico al interior del templo.
-¿Solo vienes hasta acá bajo este calor por el recuerdo de que no pudiste llegar muy lejos? ¿No es eso un poco masoquista, Byaku? - y ya habían empezado las confianzas con su inesperado invitado. - ¿Seguro no estas buscando algo? Además de agua, que seguro estarás deseando con el sol de Grecia-
Y eso último lo decía también en broma, pensando en su petición de resguardarse del sol. -
.
Byaku no supo cómo sentirse o cómo reaccionar cuando las carcajadas del caballero dorado le resonaron en los oídos, haciendo eco en los más profundos recovecos del templo de cáncer que se alzaba frente a él. Primero sintió cada músculo de su cuerpo tensarse, quizás porque temió que en un parpadeo estuviese de nuevo en el Inframundo, y cuando consiguió espantar aquella idea de su cabeza le invadió una profunda sensación de calor en el pecho y la cara¿Había dicho algo extraño? ¿Algo vergonzoso quizás? ¿O tal vez su acento le resultaba gracioso al guardián del cuarto templo?
—No entiendo qué es tan gracioso—soltó en un murmullo con las mejillas ardiéndole, ¿a qué se refería con tipos como él? En cualquier caso solo se limitó a asentir con la cabeza cuando el mayor le permitió pasar y refugiarse del abrasador sol de Grecia en la sombra del templo—Señor Manigoldo, es un placer—dijo por inercia al escuchar el nombre y tomó de entre su ropa una de sus libretas con un lápiz mientras miraba alrededor. Los detalles no eran nada destacable, pero aún así la simpleza que mostraba el interior del lugar era suficiente para que hiciera algunos garabatos en una de las hojas en blanco.
Las siguientes preguntas lo descolocaron un poco porque no sabía realmente si tenía respuestas con las que satisfacer la curiosidad del más alto, o si le gustaría lo que pudiese llegar a decir. Byaku lo pensó un instante volviendo a guardar su libreta antes de dirigir su mirada hacia el caballero de cáncer, pero no mirándolo directamente sino detrás de él al desastre que había regado en una de las partes lejanas del templo ¿Por qué estaba todo tirado? ¿Así vivía? ¿Tendría problemas de espalda que le impedían agacharse para recoger las cosas? Pobre hombre.
—Masoquista no creo, no hay un motivo realmente profundo detrás de éste viaje. Como ya le he dicho, tan solo es ese recuerdo que no puedo sacar de mi cabeza—dijo intentando guardar la calma, y aunque no quería ser una molestia para el otro guerrero la verdad era que el camino hasta ahí con el calor le estaba pasando factura—Estaría bien un poco de agua...—volvió a desviar la mirada, pero allá donde posara sus ojos parecía que solo encontraba caos. Tal vez podría ayudarle con eso ya que el otro había sido tan amable.—No parece que haya muchos más caballeros dorados por aquí aún.... -
+1 .
No podía con la ironía de la situación, parecía hasta salido de otro mundo porque en su vida había creyó que podía encontrar entre los espectros a alguien tan recatado.
O, pensaba en sus adentros, simplemente estaba siendo prejuicios por experiencias pasadas y la paz tenía mucho más que mostrar que solo una vida aburrida. Por ejemplo, viendo de reojo, podía notar el movimiento de la mano sobre la libreta y la observación fugaz hacia el interior del templo. No le preocupaba ya que, por lo menos su templo, no guardaba nada especial dentro mas que las almas errantes que lo acompañaban siempre y la mugre acomulada de toda su ausencia que aún no se dignaba a limpiar.
Ni que decir de esa manera tan respetuosa de dirigirse a su persona. "Como debe de ser" pensó el italiano, aunque si por él fuera el resto del mundo podría dirigirse a él como 'su majestad'. ¿Qué edad tendría? Parecía un chiquillo.
-¿Te lo tomas todo muy en serio, no es así? - dijo al momento que escuchó al joven espectro aceptar la bebida, ahora si que podía estar seguro que dista mucho de su propio sentido del sarcasmo. Suspiró, murmuró algo en su lengua madre que podía traducirse a "esto es en serio inusual" y con una indicación con la mano le pidió en silencio que lo siguiera a una pequeña y rustica salita que solo tenía una mesa y una par de sillas de madera de roble donde en el centro había un jarrón de cerámica con agua que recién llevo esa mañana, lo que duró esa caminata le bastó para responder la curiosidad del rubio- Hemos vuelto solo unos pocos y no todos estan en el Santuario en este momento. Estan arreglando asuntos afuera o qué sé yo. ¿Buscas a alguien en especial? - hizo un ademán despreocupado con la mano, los asuntos de sus compañeros le importaban lo suficiente cuando él se veía involucrado de alguna manera.
Así como si nada sirvió un poco de agua que le ofreció a su inesperado invitado - ¿por qué traes una libreta contigo? - y al final le ganó la curiosidad.. -
.
—No creo que ser serio sea algo malo, pero supongo que algunas bromas no están mal de vez en cuando...—dijo no muy seguro de eso, sabiendo cuan peligroso era el sentido del humor de los espectros. Él no se veía involucrado directamente muy seguido por suerte, pero más de una vez había tenido que responder por los problemas que habían causado los que estaban por debajo suyo.
Caminó siguiendo al caballero dorado a través del templo después de escuchar aquel murmullo con palabras en otro idioma que consiguió identificar casi de inmediato, un poco gracias a los libros que había conseguido en la biblioteca y otro poco por algunos inmigrantes que había conocido mientras se acostumbraba al mundo de los mortales en ese lugar al que ahora llamaba su casa.
—Ah, ese idioma. Es italiano ¿verdad?
Contuvo la respiración por un instante buscando concentrar su atención en el mobiliario simple que decoraba la sala, o en su anfitrión, o en lo que fuera menos en lo que estaba tirado en el piso.
—No busco a nadie, fue solo un pensamiento en voz alta—apretó un poco las manos, luchando contra sus impulsos de ponerse a ordenar y tomó el vaso para intentar ahogar tanto el calor como la ansiedad en el líquido cristalino—Gracias por su hospitalidad ¿La libreta? Ah, siempre llevo una, a veces cuando veo un paisaje agradable o me siento bien me gusta dibujar, también si veo alguna persona que resulta interesante... Supongo que eso suena un poco extraño—al final dejó el vaso en la mesa y respiró hondo, quizás el viaje lo había afectado más de lo que creía porque tan solo recordar cómo él mantenía su casa y compararla con lo que tenía en frente le inquietaba bastante ¿sería demasiado pedirle que lo deje ordenar? ¿lo ofendería acaso? Tal vez lo ideal fuera evadir el tema.
—Por ejemplo, podría hacer un retrato ahora si me lo permite...—dudó de nuevo, no había preguntado si estaba cómodo si le llamaba 'señor' pero el otro se veía muy joven también—¿Le molesta que le diga 'señor'? ¿Quizás prefiere que le llame de otra forma?. -
+1 .
Manigoldo nunca creyó que realmente tuviera algo de malo ser una persona seria, su pequeño defecto estaba en que raras veces demostraba darle la seriedad adecuada a las situaciones que lo ameritaban. Era inherente en él la necesidad de ironizar cada situación. Y ciertamente quienes tenían un carácter más serio que él suyo eran quienes pagaban las consecuencias de su burlista forma de ser. Justo como sucedia en ese momento con aquel pobre muchacho rubio que lo único que lo estaba salvando de soportar al Santo de Cáncer era no entender su extraño e histrionico sentido del humor.
-Correcto, lo es-se limitó a responder a su pregunta para poder ponee atención a la respuesta de aquel joven espectro. No era extraño, lo consideraba un hábito común no solo de artistas sino también de estudiantes y otro tipo de personas. No había razón para no creer en lo que decía espectro o no - No me parece extraño. Adelante, hazlo. Me intriga- aceptó con auténtica curiosidad, después de todo era un momento único y él vería su apuesta cara plasmada en un papel. Al menos así sucedia dentro de la imaginación de Manigoldo.
La oportunidad de oro la encontró en la siguiente pregunta. Cierto que en ellos debía de haber una diferencia de edad, no era común preguntar por cual título referirse a una persona. Su mente maquino a toda velocidad una posibilidad de pasar un buen rato a costa de ese pobre muchacho y dio una disimulada y cínica sonrisa antes de responder con naturalidad - Pues verás, te contaré una cosa. Yo donde yo vengo existen muchas supersticiones, ¡Napoles esta llena de ellas! Buenas o malas, hay de todo-comenzó haciendo algunos gestos y luego sentandose en la otra silla que acompañaba la mesa para ponerse cómodo - allá la gente prefiere llamar a sus mayores 'su majestad' porque de lo contrario el Vesubio podría volver a hacer erupción y se repetiría la tragedia de Pompeya. Una catástrofe, recuerdo que una vez un jovenzuelo no le llamó de esa manera un señor con el que chocó en la calle y la tierra tembló, fue espantoso, es un miedo con el que lidio todos los días. Toco madera-dijo con un dramático suspiro mientras daba 3 golpes a la mesa de roble y recitaba lo que parecía ser una plegaria en italiano al llevarse la otra mano al pecho. - Pero entenderé si no quieres hacerlo- le dijo finalmente a Byaku con aquel tono de pesadumbre.
Que los Napolitanos eran supersticiosos era una realidad irrefutable. Y que Manigoldo era un aprovechado delincuente también.. -
+1 .
Habiendo escuchado que el caballero dorado aceptaba su oferta de un retrato Byaku soltó un suspiro de alivio y consiguió relajarse mientras hacía un boceto rápido en su libreta. Le alegraba saber que el otro no tenía problemas con su presencia e incluso parecía interesado en sus dibujos, ese pequeño pasatiempo que no era más que un escape de la realidad en la que vivía. Confundido, sin saber si debía buscar un nuevo objetivo en esa tierra o si tan solo debería tener paciencia y sentarse a esperar que estalle otra guerra en la que pelear.
No sabía si era correcto hacer amistades, o sentirse encantado con los paisajes nuevos que veía, o si todas esas emociones eran producto de una ilusión o la influencia de Athena. Para Byaku todo eso era tan real que en algún momento casi deseó que esas personas que tan amables habían sido con él cuando llegó a su tierra natal pudiesen vivir su vida en paz ¿estaba mal para un guerrero del Inframundo pensar que todo debía seguir su curso y nada más? Pretender que la vida y la muerte, así como el destino de la tierra y las personas en ella se dieran de forma natural.
En esos bocetos y líneas distraídas, recuerdos de bonitos paisajes, en los trazos que trataban de emular los rasgos de Manigoldo, Byaku pretendía enterrar esas ideas peligrosas.
—Supersticiones, si, comprendo. De donde vengo también somos así, la buena fortuna es algo en lo que nos enfocamos mucho—dijo como al pasar escuchando el relato del caballero; él no lo hacía de forma consciente, pero a veces se encontraba a si mismo esquivando escaleras o grietas en el piso, aunque quizás para su desgracia le encantaban los gatos negros. Por supuesto, estaba dispuesto a sacrificar un poco de su fortuna por uno de esos animales.
Al principio Byaku dudó por un instante, el discurso del mayor parecía un tanto descabellado, mas a medida que avanzaba el rubio se vio enredado en la historia ajena y su piel se tornó más pálida de ser posible ¿podía llegar a causar una catástrofe de semejante magnitud si no seguía esa tradición? Apretó la libreta contra su pecho al terminar de dibujar y su respiración se detuvo, aterrado de que Nápoles pudiese desaparecer por su falta de fe.
Después de todo ¿qué motivos tenía Manigoldo para decirle una mentira? Sin embargo, no era fácil para el espectro soltar esas palabras puesto que incluso hacia Minos solía dirigirse solo como 'mi señor'.
—¡N-No, está bien...!—sus mejillas antes pálidas se tornaron rojas, carcomiendole la culpa por el tono desesperanzado con que el mayor había dicho que no era necesario—¿Cómo podría vivir sabiendo que algo tan terrible puede pasar? 'S-Su majestad'—soltó entrecortado y en voz baja, encogiéndose de hombros un momento antes de pasarle el cuaderno y así pudiese admirar su obra—Eso es tan solo un boceto por ahora.... -
+1 .
Una disimulada sonrisa se asomaba traviesa en los labios italianos al saber que había logrado su pequeño objetivo. De haberlo escuchado Sage no habría dudado en soltarle un calvazo por necio y abusivo, por estar aprovechandose del grado de inocencia del espectro. Pero debía de admitir que ese rostro agobiado, sonrojado, con esa mirada tan particular y asustada de saberse el causante de un desastre era simplemente adorable.
"S-su majestad"
Habían resonado las palabras con aquella vocecita suave y ese tartamudeo donde podía notar el temblor de los palidos labios. Pudo reirse de no ser porque se le venía abajo todo el teatro y porque, en el fondo, esas palabras acompañadas con esa expresión le erizaban la piel junto a un escalofrío bastante ajeno a sus intensiones de molestar al pequeño nigromante. - De verdad agradezco tu preocupación por el bienestar de Napoles... ¡Oh! - pero verlo bonito no le iba a impedir seguir con aquel teatro, como si el Vesubio no pudiera hacer explosión cuando se le pegara la gana y solo porque sí.
Sin embrago tuvo que dejar eso de lado al ver el boceto que le mostraba con tanta timidez, abalanzando el cuerpo hacia adelante hasta que la mitad de su cuerpo casi estuvo sobre la mesa de madera solo sosteniendo su peso con los antebrazos y manteniendo el balance al apoyar la rodilla sobre otra de las sillas de madera para poder ver más de cerca el dibujo - Es realmente muy bueno para ser solo el boceto- mencionó detallando el trazo cual experto pero con mismo asombro de un chiquillo. Los ojos violeta pasaron del papel al muchacho y está vez fue una sonrisa emocionada lo que acabó por dedicarle olvidándose de su travesura. - ¿Qué tal si continuas? Me encantaría verlo terminado - y con un guiño de ojo impulsó su cuerpo hacia atrás para sentarse en la silla cruzando los brazos y una pierna, con otro pensamiento que se pasó por su cabeza - me mencionaste que de donde vienes tambien creen en supersticiones ¿de donde eres? ¿Y cómo aprendiste a hacer eso? - señalando la libreta-. Ya sabes algunas cosas sobre mi, ahora cuentame sobre ti. A mi me parece un trato justo~ - debía reconocer que le despertaba cierto interés tan particular invitado.. -
.
Gracias a todos los dioses del Olimpo que su dibujo había captado la atención de Manigoldo lo suficiente como para no seguir con aquella conversación sobre si Nápoles se iba a hundir en la miseria por su culpa o no. Aquello le permitió entonces salir del escondite improvisado de sus largos cabellos para alzar la mirada, esperando del caballero de cáncer una expresión más de confusión que aquella que se dibujaba en su rostro en ese momento. Como si de verdad apreciara su habilidad para el dibujo.
Sin embargo, lo más difícil para el inglés era la cercanía y la familiaridad con la que el mayor hablaba. Era fácil entonces pensar que esa era de paz les permitía no verse como viejos enemigos, sino como dos personas sencillas teniendo una conversación normal. No importaba cuán nervioso fuera él, o que hubiese casi escapado de sus deberes como espectro de Hades para llegar a Grecia por el simple motivo de ver el Santuario, no importaba que al momento en que los ojos violetas iluminados por la emoción se apartaron del papel para fijarse en su persona se le hubiese cortado la respiración...
—Es la primera vez que escucho eso, tengo muy buena memoria así que no sería difícil terminar de dibujarlo incluso si ya no lo tengo frente a mi—respondió con una ligera sonrisa, relajando los hombros una vez el caballero dorado se retiró de nuevo a su asiento—¿Contarle sobre mi?—dijo incrédulo el espectro y con una risa nerviosa fijó la mirada en cualquier lugar menos en Manigoldo—Nací en Inglaterra, técnicamente tengo 18 años... Soy teniente del juez Minos de Griffon. Creo que no hay mucho más mérito en mi vida que eso.
Se quedó en silencio y respiró hondo, soltando un largo suspiro después. Ciertamente poco podía decir de si mismo. Era una persona aburrida.
—Me encanta dibujar, escuchar historias y leer. Por eso prefiero escuchar lo que dice que hablar de mi mismo, estoy seguro que sus anécdotas son mucho más interesantes que las mías, su majestad—hizo algunos trazos más sobre el papel, observando los rasgos del italiano sin poder evitar que algo de calor se acumulara en sus mejillas ¿estaba diciendo alguna tontería o por qué el mayor tenía esa sonrisa en la cara?—No sé cuando aprendí a dibujar, tampoco es que me crea tan bueno... En parte lo uso como una forma de escape de la confusión, de las dudas, de lo tenebroso del inframundo... Del miedo que me da mi jefe... eh...
Detuvo su mano cuando el calor le inundó de la cabeza a los pies ¡¿qué estupideces estaba diciendo?!
—N...No... Yo... Olvide eso último....
Templo de Cáncer |
