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Ni siquiera el primer paso que dio fuera de la isla hacia el portal dimensional que le haría abandonar la tierra sobre la que se había instalado, había sido del todo seguro. Fue más obvio en su destino, pues no se había movido tan cerca del Santuario como pudo hacerlo desde un inicio. Cerró el portal sin poder evitar emitir un ligero suspiro, no llevaba mucho tiempo cuando ya comenzaba a sentirse un poco extraño.
Decidió caminar por las cercanías, no estaba todavía seguro de querer realmente volver, más allá de la primera vez que recibió el aliento de vida nuevamente y le fue otorgado su objeto especial para viajar entre las Eras; fuera de ello, no se veía realmente volviendo a ser el guardián del tercer templo, a pesar de que se mantenía fiel a la Diosa y a sus compañeros por supuesto, jamás se había sentido demasiado tranquilo entre aquellas estructuras majestuosas que representaban las casas del Zodiaco. Estar entre la naturaleza y el ambiente volcánico, era una experiencia mucho más cercana que estar ahí.
Y posiblemente también fue gracias a eso que no tuvo prisa alguna por llegar a su destino. Cargado únicamente con la caja de géminis en la espalda y sus ropas de entrenamiento, el gemelo menor caminaba sin gran ánimo ni preocupación por el sendero de tierra entre la vegetación que le conduciría primero a Rodorio.
La idea era simple, una visita solamente; no sabía con certeza cuantos de sus compañeros ya habían vuelto de entre los muertos igual que él. No era extraño sobre todo que pensara en aquellos con los que había tenido más de una conversación interesante en el pasado, quizá Degel o Asmita, incluso pegaso pasó por su mente en cierto punto. Había pasado un corto tiempo y la curiosidad le era en cierto modo una motivación importante para que siguiera adelante, pero más allá de eso, era como si la armadura también deseara volver al Santuario. Para sus adentros, Deuteros esperaba que solo fueran imaginaciones suyas, estaba evitando pensar en una confrontación, en lo que podía significar ese sentimiento en su pecho, no sabía que esperar luego de todo lo acontecido; bien podía ser solo obra de todo el caos que estaban viviendo en carne propia ahora, pero, de todos modos también sabía que, si seguía prolongando su resistencia a pisar aquel lugar “sagrado” y no comprobar la situación con sus propios ojos, solo acrecentaría una ansiedad innecesaria, mejor enfrentar las cosas de una vez por todas.
Negándose a que la bruma de pensamientos le dominara, prefirió limitarse a avanzar o eso hasta que, de forma casi irónica, parecía que algo más inesperado le aguardaba todavía a medio camino.
Sin hablar se detuvo en su caminar, girando la vista un poco. No eran simples imaginaciones o casualidades.SPOILER (click to view)Poison Baby. -
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Despertó en el que fue su hogar pero se sintió terriblemente ajeno. Antes de acostumbrarse o de que alguien notase su presencia, decidió irse a buscar algo que lo mantuviese ocupado. De vez en cuando enviaba cartas sin remitente, dirigidas al patriarca con el único propósito de hacerle saber que seguía vivo. Lo que no esperaba es que él fuese tan listo como para seguir su línea de pensamientos y encontrarlo, de alguna forma Sage siempre lograba hacerlo caer en sus trampas.
La carta de Sage llegó a modo de invitación para aclarar la situación en la que se encontraba.
Por eso estaba ahí. Sin armadura. Tenía una que prefería no usar, tampoco era como si la necesitara, el poder estaba en él, géminis era sólo la protección que se ganó con su esfuerzo. Y la extrañaba a veces, sentir el peso del oro sobre sus hombros se volvió un placer adictivo. Llevaba años sin probarlo, por eso, al abrir el portal que lo llevaría hasta el sitio que pensaba visitar, pudo percibirla vibrando para él como si lo llamara.
Pidiéndole que fuese a su encuentro.
No apresuró nada, el sentir le resultó irónico. Imposible que ambos se encaminaran hacía el mismo punto, al mismo tiempo. Aspros recordaba que tenía una afinidad especial para saber en dónde estaba su gemelo, así lograba encontrarlo cuando se metía en problemas. Lo conocía bien. Pero de eso había pasado tanto que la idea de que todavía le funcionase esa habilidad, le resultó ridícula.
El portal se cerró a sus espaldas, Aspros mantuvo la soberbia intacta, caminó de forma confiada en el sendero que conocía muy bien, sus ropas elegantes distaban mucho con lo que se usaba en el pueblo. Ni siquiera le importaba, en ese momento no se sentía ni santo, ni espectro. Era simplemente él, entregándose a una vida que le exigía mucho para rescatar lo bueno en lo malo. Aquello que si fuese suyo y no producto de la corrupción provocada por Mephistopheles.
Se detuvo en el sendero cuando un cosquilleo en el pecho le confirmó las sospechas. Siempre se sentía ansioso cuando su hermano atravesaba por alguna emoción intensa.
—Ha pasado un largo tiempo— habló al viento que movía sus largos cabellos, sabía que era escuchado por alguien a quien no pudo reconocer como un igual— es gracioso que vengas a este sitio, precisamente hoy. Supongo que lo que menos deseabas era verme o debería decir: Sorpresa, sigo vivo.
Se giró para mirarlo, no se preocupó por solucionar los problemas, ni siquiera intentó buscarlo. No iba a pecar de sentimental, dejó de ser el hermanito soñador muchos años atrás.
—Quita esa cara, parece que viste a un muerto— luego frunció el entrecejo al notar la caja dorada, se sonrió de medio lado antes de agregar: —Entonces sí eras tú, Géminis. Parece que también me has extrañado. Incluso más que tu nuevo portador…. -
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Antes que la vista le confirmara el sentimiento que le recorría el cuerpo, fue su sentido del oído el que de inmediato percibió aquella voz imposible de olvidar, ni la muerte ni las eras cambiantes podrían borrarle aquel extraño lazo que tenía con su gemelo, por mucho que fueran diferentes, por mucho que las circunstancias les hubieran llevado a terminar enfrentados.
El gemelo menor no pudo sino mostrar un rostro serio ante las palabras del contrario, no es que esperara una cálida bienvenida; a decir verdad, era esperado que el otro se presentara con algo tal y como lo hacía en ese momento, sin palabras demasiado contundentes, con su habitual altivez y carácter sarcástico. Sin dar una respuesta inmediata, apretó una de las correas de la caja dorada en su espalda, casi como un acto reflejo, antes de finalmente encararse con el de piel más clara.
No iba a mentirse a sí mismo, el original portador de la armadura estaba en lo cierto, lo último que esperaba era encontrarse con él, pero no porque no tuviera en cuenta ese extraño presentimiento que se había expandido en su pecho desde que estaba en la isla, sino porque genuinamente no sabía cómo reaccionar ante un reencuentro de tal magnitud, no lo deseaba, no tan pronto al menos. ¿Qué decir? La mezcla de sentimientos en el moreno era tan magna como el oleaje del bravo mar. Ahí estaba nuevamente, vivo, respirando y viendo a su hermano, aquel hermano que representó su mejor amigo en la infancia, ese que llegó a querer fraternalmente, como su ejemplo a seguir, con una admiración genuina y con su deseo para volverse más fuerte, independiente y tener un futuro próspero con su gemelo; pero también aquel que había sido el mayor traidor, aquel que le había controlado, usado y engañado, que había intentado asesinarlo y al que finalmente, dio muerte con su propio puño. ¿Cómo podría siquiera opinar al respecto cuando ambos tuvieron que sacrificarse en su momento? Aún estaba el sentimiento de la muerte que al final del todo les había unido y le había ayudado a su gemelo a luchar contra la oscuridad que le inundaba por la presencia de Mephistopheles
Pero ahora. ¿Qué debía esperar exactamente? ¿Podía solo fiarse de la supuesta paz que reinaba? ¿Debía hacer como si nada hubiera pasado?
“Quíta esa cara, parece que viste a un muerto.”
La voz conocida le devolvió a la realidad. —Si hubiera visto un muerto, seguramente estaría más tranquilo. — Comentó con una media sonrisa, tratando de ignorar el tsunami de pensamientos que cruzaban por su cabeza y abarrotaban su pecho. —Tampoco pareces muy entusiasmado de verme, Aspros. — Contestó sin apartar su mano de la correa que había estado sosteniendo hasta ahora, alzó la vista mirando a su hermano con un semblante mayormente serio, aunque tampoco se había acercado al otro, permaneciendo en su posición. —Pero supongo que, si estás vivo, será porque Athena confía en ti o al menos espera que realmente dure esta época de paz. — Un leve suspiro le fue imposible contener a esas alturas.
— ¿A qué has venido Aspros? Dudo que vengas con intención de retomar tu puesto en Géminis, por mucho que te “extrañe”. — Refiriéndose a la armadura desde luego. No es que le interesaran particularmente detalles de la vida del otro, pero si sabía que nunca hacía algo sin tener ya en mente un objetivo, no se creería de buenas a primeras que su gemelo había tomado a la ligera su nueva existencia. También cabía la posibilidad de que no deseara contestarle o simplemente le diera por su lado, pero no podía ignorarlo escuetamente y largarse, por mucho que en algún punto hubiera deseado hacerlo; que va, jamás había podido ignorarlo del todo. —No esperaba encontrarte, ni siquiera imaginaba que volverías de la muerte. — Se encogió de hombros. —Pero como siempre; estás lleno de “sorpresas”, hermano. — La mezcla de emociones seguía presente, casi tuvo que cuidarse de no morder su lengua al finalmente llamar al otro por aquel parentesco y aunque una ligera llama de nostalgia acariciaba su ser al contemplar la imagen irónicamente opuesta de su similar, no podía evitar también que sus expresiones se endurecieran ante otros recuerdos y la implicación con doble filo de esa última frase..
Reencuentro |
