Chalet Jormungandr

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    Donde reine la pasión.

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    Chalé Jormungandr

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    Chalet ubicando en las montañas al Noreste de Asgard.

    Rodeado de nieve y algunos árboles pertenece a un pequeño complejo de residencia destinado al turismo.

    Se trata de una cómoda vivienda para dos o tres personas que cuenta con una pequeña y calida sala de estar con un mullido sofá cama y uno individual, chimenea y alfombras afelpadas perfecto para disfrutar el frío de la región. Una habitación con cama king size y amplias ventanas. Una cocina pequeña pero bien equipada. Baño con bañera y acceso a un pequeño balcón que permite apreciar el paisaje nevado cuando no hay tormetas.




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    Las cosas sucedieron de forma curiosamente conveniente, suponía, pues habían acabado en Asgard. Alguna vez, en algún momento se había topado con aquel lugar, la zona era un poco turística por lo que no se acercaba demasiado pero eso no quería decir que lo desconociera. Pocas cosas en Asgard eran especialmente ostentosas, más ostentosas que mismo Valhalla ninguna, pues a fin de cuentas debía de vivir de lo que de afuera. Alquilar cabañas o habitaciones era definitivamente de los mejores negocios por lo que solían ser como ese lugar.

    Imaginaba que el hecho de que les dieran un pase a ese lugar en Asgard tendría que ver con beneficiar el turismo de su tierra natal, no era su tipo de lugares pues los lujos había quedado atrás hacía demasiados años como para volver a disfrutarlos pero dado el caso que cuando les dieron los benditos cupones con ellos venía una advertencia en forma de factura de lo consumido por todos los comensales la decisión se volvió muy sencilla. Aparte que después de los platos rotos por la confrontación con el juez se arriesgaba a recibir una segunda factura, huir no era honorable pero Fenrir era parte de la naturaleza y en la naturaleza el honor no te garantiza la supervivencia. No le da pena, reconoce que salió de ahí lo más rápido tomando esa posibilidad que convenientemente se le presentaba para no pagar llevándose con él al mismo juez con el que tenía cuentas pendientes.

    El único honor y orgullo latente estaban en que no podía echarse para atrás luego de andar de boca floja con Minos, a quien vio de reojo primero para después volver echar un vistazo al lugar. Tenían chimenea y cantidades razonables de mantas, al menos.

    -¿Feliz de volver a Asgard, Minos? Es una lastima que no sea el castillo-lanzó el primer comentario con ligera malicia acercándose a la chimenea para dejar en ella algo de leña para encenderla, porque después de todo lo sucedido en ese castillo, en esa tierra, tenía mucho que ver con como se habían dado las cosas.- Espero que después de la ultima vez esté acostumbrado al frío ¿No quiere algo de tomar? para entrar en calor- no era hospitalidad, era la más pura de las burlas.

    SPOILER (click to view)
    Zenya que empiecen los juegos del hambre (?)
     
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    Y como era de costumbre para el noruego, mientras algo le pareciera un tanto entretenido o interesante, se le vería ahí, cumpliendo al hecho de no dejar las cosas en simples amenazas o solturas de lengua, ante toda posible negativa o sorpresa que pudiera darse en el proceso.

    No le molestaba el hecho de ir a Asgard, aunque claro, le resultaba algo casi conveniente para ventaja del guerrero, no obstante, eso poco le importaba naturalmente, vamos, que después de las ocurrencias de los Dioses para incentivarlos a la convivencia, pocas cosas ya quedaban de las cuales se pudiera quejar todavía sin sentir que solo estaba gastando energía innecesariamente en situaciones hilarantes, casi más que cualquiera anteriormente imaginada. Encima el asunto de lo que pudieron quedar debiendo por los platos rotos del lugar de las citas.

    Olvidándose del asunto, su atención volvió al más joven, quién al parecer tampoco se había arrepentido en ningún momento, firme, enérgico y dispuesto a darle batalla. No estaba seguro si aquel estaba realmente consciente de lo que había aceptado o era solo ese instinto de no dejarse sobajar que le había llevado a mantenerse fijo en sus palabras, pero, de cualquier manera, resultaba entretenido para el albino, no todos los días se topaba con algún guerrero, ajeno a sus declarados ex enemigos atenienses, que tuviera las agallas de enfrentársele directamente; de modo que encontraba todo ese asunto casi refrescante.

    Al menos el sitio al que “casualmente” habían podido acceder por medio de un pase especial, resultaba bastante agradable, no tan ostentoso como la supremacía de un juez infernal lo requería, pero sin duda algo compatible con el agrado de Minos. Un lugar amplio, con menos cosas que se pudieran romper fácilmente y un par de comodidades más. Fue la voz del asgardiano lo que le llevó a volver la mirada hacia el mismo.

    —Muchas gracias, pero realmente no deseo llevar mi presencia a su castillo nuevamente, nada personal, pero creo que me agrada este lugar. — Una media sonrisa socarrona a la par que se despojaba de su saco, la ropa en esa ocasión había sido más formal por la cuestión de las citas y comenzaba a tener ganas de quedar más ligero.

    —En realidad, estoy acostumbrado al frío, el ambiente de la octava prisión infernal es bastante similar. Con la diferencia de las almas en pena regadas por el suelo, detalles. — Aunque notó el toque burlón en la voz del lobo, podía percatarse de la provocación fácilmente, así que, en lugar de responder directamente a ello, prefirió dar la larga, pero no por optar pacíficamente, quería divertirse. —Y respecto a los tragos, creo que bebí lo suficiente en las citas. No necesito nada para entrar en calor. Pero si tú lo necesitas, adelante. — Pasó de largo para dejar su saco colgado en el respaldo de una silla. Tras ello, caminó sin prisa, acercándose a la cama para sentarse al borde de la misma, frente a la chimenea, estirando un poco su cuerpo. —Y bien, entonces ¿en qué estábamos? — Se llevó una mano a la barbilla y echó una mirada hacia arriba, como si realmente estuviera haciendo un esfuerzo por hacer memoria. —Oh sí, ya recuerdo, los modales para el cacho... Oh uhm, disculpa, quiero decir, para el guerrero Fenrir. — Su sonrisa maliciosa dejaba en claro que aquello no había sido accidental, pero poco importaba. —Bien, dime. ¿Por dónde te gustaría empezar? — Por si hasta entonces no lo había notado, aquellas palabras podían ser interpretadas de buen gusto a conveniencia. —¿Algún truco en particular? ¿O prefieres que yo lo decida? — Sin apresurar las cosas, aunque la mirada del juez ya comenzaba a tener ese ligero pero perceptivo toque de malevolencia cuando por su mente transitaban ideas más propias de su faceta sádica y ególatra.

    SPOILER (click to view)
    Declaro los espadazos inaugurados! :triunfoelmal: Digo, los juegos :derp:
     
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    Escuchó las palabras del albino al tiempo que encendía una mecha que después arrojaría a la chimenea. El frió de Asgard era traidor después de todo, confiarse de estar en un solo lugar sin una fuente de calor era jugarse demasiado la suerte y no debía desperdiciarse el hecho de tener madera seca a la mano, acomodando la misma con el atizador de acero para que hiciera buen contacto con el fuego.

    -No la necesito- respondió como si nada echando una mirada por sobre el hombro a la fingida pregunta que usaba de pretexto para llamarlo cachorro nuevamente fingiendo demencia, volviendo de nuevo la vista a la chimenea para no darle el gusto de ver su molestia por ello o sus ganas de ensartar el atizado en alguno de los ojos del juez. tomó una onda respiración y dejó la barra de acero en su lugar- Que glamorosa su vida llena de muertos-

    Se alejó de la chimenea para acercarse a paso lento hasta la cama, justo del lado donde el albino estaba sentado con ese aire de supremacía cual si ese fuera su propio tribunal ¿Por donde empezar? , que considerado que se lo dejaba con tanta libertad. La libertad era tan peligrosa como lo que seguramente escondería la mente del noruego. -Que amable por dejarme escoger- le replicó con cierto grado de sarcasmo sabiendo perfectamente sus opciones limitantes a dejar que lo adiestre o elegir él con qué. Apenas y dio una media sonrisa dejando que la punta del colmillo se clavara en su propio labio como una burla ante semejante idea, pero le suponía un reto interesante para el que estaba dispuesto a participar desde que estaban en ese restaurante. Se acercó lo suficiente como para tocar el pecho del albino y verle desde arriba por la pequeña diferencia de altura que le confería estar de pie, pasando a apoyarse sobre la cama posando una rodilla justo al lado del otro cuerpo.

    -Podemos continuar justo donde lo dejamos, después de todo ya no estamos en un sitio publico ¿No era esa su pudorosa preocupación? ya no hay nada que te detenga ¿o si? o ¿será que el honorable juez necesita velas y que le den un masaje?- a cada palabra se acortaba un centímetro de distancia entren los dos, con la mano sobre el pecho ajeno y la rodilla sobre la cama como punto de apoyo, sin perder ese ambiente de provocación. Un juego verbal de calentarse el carácter mutuamente.-Aquí te va un empujón para motivar tu creatividad si todavía no sabes que hacer-

    Empujó con esa misma mano hasta que la espalda tocara el cubre cama en un ligero rebote y el asgardiano reclinado sobre él, desafiante y al asecho, hasta encimarse sobre el cuerpo contrario apoyándose con ambas rodillas sobre la cama- Voy a darle al perro viejo la posibilidad de mostrar todo eso de lo que presume. Pero, yo no le hago caso a cualquier persona, Minos. Por si pensabas que iba a hacer lo que dices cuando chasquearas los dedos -negó lentamente con la cabeza antes esa ultima frase lanzada como un desafío directo solo para lamer con lentitud el labio inferior por unos segundos antes de incorporarse sobre el cuerpo contrario- ¿Como piensas solucionar eso? ¿Cómo harás que si quiera te obedezca para que siga "tus modales"?-

    No había provocación más sencilla que apelar a ese lado obsesivo del espectro por el control, ¿peligroso? sí, pero nunca había temido al peligro.
     
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    Casi tuvo que morderse la lengua para no soltar una risotada ante las palabras sarcásticas del otro, realmente encontraba divertida esa irreverencia; es decir, con otros guerreros que conocían su poder y sus intenciones mal sanas desde antes, la irreverencia podía ser motivada por algún odio y enemistad directamente traída del pasado por la guerra entre las deidades, sin embargo, con los nórdicos no existía como tal esa conexión negativa; por lo que era tan genuina y auténtica esa altanería proveniente de Fenrir, ante su mera expresión ególatra al momento; le parecía bastante entretenido. Aunque también tenía en cuenta que no debía bajar la guardia tan fácilmente, un animal sin modales ni domesticar era de lo más impredecible, eso estaba claro y más aún cuando fue el otro en dar el primer paso, igual de atrevido que anteriormente, subiéndosele encima.

    —Sería agradable el masaje, pero me conformo con el limitado servicio que tengan en tus honorables tierras. — Le devolvió la mención de burla con un comentario igual de sarcástico y cizañero. Desde luego, no se alejó en lo más mínimo y se limitó a observar, después de todo para “domar” a un animal, es necesario primero tener bien entendido y asimilado su comportamiento. Realmente nada diferente de lo que Minos solía hacer con cada persona que se atrevía a desafiarle, ahora la excusa de tratar al otro como un perro había resultado divertida, pero en realidad no era más que un juego que se pudo haber justificado desde cualquier otra perspectiva y en cualquier otra situación, mientras tuviera oportunidad de mantener su retorcida posición de poder frente a otro.

    El empujón, si bien no le tomó por sorpresa, tampoco era para subestimar, ya se iba dando cuenta que a pesar de lo infantil que en cierto modo podía parecer el guerrero, también tenía las suficientes agallas y coraje como para querer complicarle las cosas y provocarlo. La sonrisa se ensanchó, aunque el ser llamado perro viejo definitivamente se lo cobraría en determinado momento. Permaneció quieto, atento y tras la ligera lamida en su labio, cerró sus ojos soltando un leve suspiro. —Por Hades, he conocido mocosos menos impacientes. — Soltó una leve risa entre dientes, antes de abrir los ojos nuevamente y observarle con calma. —¿Sabes Fenrir? Hay una muy ligera línea entre la valentía y la imprudencia. Creo que es un excelente tópico para empezar. — Dicho eso, alzó una de sus manos, tomando como en el restaurante la barbilla del otro, jugando con su pulgar sobre los labios. —Por otro lado, no deberías subestimarme tanto, menos si también tienes que demostrar que muerdes más de lo que ladras. — Otra risa más y antes de que fuera a recibir algún ataque, desvió su mano para tomar uno de los mechones más largos que se desperdigaban por encima de los hombros para atraerlo contra sí, de una manera algo brusca, alzándose también él un poco hasta alcanzar una de las orejas y atrapar el lóbulo entre sus dientes, dejando una leve lamida antes de hablarle ahí entre susurros cálidos. —No estés tan tranquilo Fenrir, cuando termine contigo, te pondrás a cuatro patas si me apetece. — Declaró en un tono de advertencia; su siguiente movimiento fue bajar por esa zona hacia el cuello, dejándole mordiscos suaves y la sensación húmeda del paso de su lengua hábil por la piel disponible, a la par que, gracias a la cercanía, la mano que no sostenía el rebelde cabello, bajó de forma libre por la columna vertebral, hasta posarse nuevamente en aquella cintura para tener control. En el proceso, también contrajo una de sus piernas, provocando el roce de su rodilla contra el trasero del guerrero, sin disimularlo ni un poco.

    Ahincó ambas manos con mayor fuerza, tirando un poco más del mechón para finalmente volver a sus labios, buscando profundizar aquel beso ahora mucho más que lo que habían hecho en aquella cita, una pelea lo suficientemente buena como para dar vuelta, literalmente a la situación, usando su buena condición física y su ventaja un poco más corpulenta, primero girando ambos cuerpos, dirigiendo con la mano que tenía sobre la cintura del contrario y luego, tomando con su puño, tras dejar libre el mechón de pelo, ahora el cuello de la camisa, empujando de ese modo sobre las clavículas del menor con particular fuerza, tumbándole de manera brusca en la cama. Sin darle mucha oportunidad de recuperarse del contacto, pues seguía empeñado en robarle el aliento con el beso ardiente que estaba propinándole, buscando a toda costa y de manera nada gentil dominar esa pelea, incluso si tenía que arriesgarse a tener los labios o incluso la lengua con una rajada más; tampoco su mano había liberado la camisa, estrujaba la tela, tirando de ella, con ganas de casi romperla de un tirón. La mordida sobre los labios no faltó, antes de erguirse un poco y por su propia cuenta abrirse los primeros botones de su camisa azul marino. —¿Ansioso lobo? No te preocupes, vamos empezando. —
     
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    Aun con los aires de irreverencia no habría manera de evitar el escalofrío que le recorrió el cuerpo al roce de los dientes, el aliento cálido o la humedad de la lengua. Solo la tela de esa ridículamente formal ropa era lo unció que fungía como cómplice y ocultaba como su piel se eriza con cada pequeña mordida en su cuello con gruñido que respondía a la altanera amenaza del juez. Hasta ese momento se había mantenido quieto respirando lento y pesado por la sensación que le provoca, pues el agarre sobre su cabello no le daría los resultados deseados al tratar de soltarse como lo había hecho en el restaurante cuando esa misma mano sujetaba con fuerza su cara. Por lo que permaneció expectante, y agazapado sobre el cuerpo ajeno cuando recibió los labios del noruego.

    Nuevamente comenzaba esa riña acalorada, justo como casi había empezado todo en el restaurante, mucho más brusca. En el momento que su espalda cayó sobre el colchón esparciendo el cabello platinado sus manos sujetaron con fuerza la tela por los costado de la camisa ajena y enredando sus piernas en la parte baja del cuerpo del juez, para no ceder ante la boca que trataba de robar el aire de su ser, rebatió a sus labios impetuoso aun a costa de la presión que ejercía sobre su pecho. Una gran bocanada de aire sobrevino al separarse pasando el dedo índice sobre el labio mordido dejando este la sensación de una punzada palpitante que hacía juego con la que llevaba en su hombro, en la marca de los dientes del sujeto que tenía encima suyo.


    -Yo no niego que tengo poca paciencia y que estoy... intrigado-mostró apenas los dientes sin mayor movimiento que reclinar su cabeza hacía adelante para ver mejor las accion es del mayor.

    Las piernas que se mantenían aún cruzadas tras la espalda se movieron acariciando los costados del cuerpo que se erguía delante suyo desabrochando la camisa, bajando hasta que los muslos reposaban en la cama y lo que restaba de la pierna caía por la orilla. Si bien podía quedarse a ver el show desnudista que pretendía hacer el espectro desde su lugar se incorporó primero apoyándose en los codos, luego las palmas de las manos. Solo un brazo se mantuvo sosteniendo su peso, el otro se estiró hasta que los dedos tomaron algunas de las hebras blancas - Pero tampoco seas tan descarado, Minos.-dejó de ver el mechón para levantar la mirada hacía el juez, impulsando el cuerpo hacia adelante alcanzando a dejar su rostro cerca del cuello- no soy el único impaciente aquí- habló sobre la piel atrapando está entre los labios, sin morder, solo succionando, soltando y repitiendo ese proceso en otra parte con las manos que se habían colocado sobre los hombros deslizando hacia el pecho.

    Ahí sujetó las solapas de la camisa abierta con algunos de los mechones del largo cabellos blanco que caía por sus hombros de por medio, con fuerza tiró del cuerpo del juez primero hacia atrás tomando impulso para que al hacerlo a un lado poder tumbarlo contra la cama tomando nuevamente lugar sobre él y sentándose tranquilamente sobre la cadera contraria. dejó de prestar atención al cuello ajeno no sin dejar en él la marca de sus dientes para devolver el favor, repasando las uñas por la piel pálida del pecho dejando leves marcas rojizas al incorporarse -te voy a dar el mérito de que fue una mejor demostración que la de esa cita, voy a suponer que puedo seguir manteniendo las expectativas- continuó él mismo desabrochando lo que restaba de la camisa al topar con su límite mientras soltaba aquellas palabras hasta que el última instancia las yemas de sus dedos toparon con el cinturón del pantalón.

    -¿Y bien Grifo? Valentía e imprudencia. Lo escucho-el tono de reto vino acompañado de un leve movimiento de cadera comenzando a removerse sobre la pelvis despacio- tal vez-

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    Lo siento!!
     
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    Aunque por obvias razones, el noruego prefería a aquellos quienes eran fáciles de manipular, también eran marionetas demasiado fáciles de romper, siendo usualmente juguetes de un uso, más tratándose de enemigos o contrincantes. Y aunque dicho juego alimentaba su ego, a veces prefería arriesgar, ir por aquello que si bien podría ser un arma de doble filo para su tan creída persona, también significaba una recompensa más ambiciosa, encontrar a alguien capaz de hacerle frente, de no quebrarse a pesar de sus imponente tacto, acciones manipuladoras y sus modos violentos, siempre resultaba en algo más interesante y ahora, no tenía ni más ni menos que a un lobo fiero, luchando por no enredarse en sus hilos ni caer entre las garras del grifo.

    Tal demostración llegó cuando, sin permitirle adelantarse demasiado, el propio guerrero se irguió un poco, soltando con total plenitud palabras de advertencia, a ello le acompañó un acercamiento al cuello del noruego. Mentiría si dijera que aquello no le hizo sentir un par de choques en la piel, en conjunto con las caricias a las manos ansiosas, un par de tirones más y con movimientos ágiles, la espalda del juez chocó contra el colchón. Apenas emitió un suspiro, con semblante serio, tuvo que observar al otro sentarse tranquilamente sobre su cadera; los dientes se le apretaron levemente contra el labio inferior para no emitir mayor queja y es que claro, luego de las provocaciones previas, sería difícil ocultar un cierto calor que empezaba a calarle con esos movimientos en ese lugar. Las uñas sobre su pecho dejando una coloración roja tampoco ayudaron demasiado a eso.

    Nuevamente, tuvo que cerrar los ojos tratando de ingeniar algo para contrarrestar o tomarlo por sorpresa, tumbarlo nuevamente seguro llevaría a que terminasen más rodando sin mucho sentido sobre la cama, que, aunque era lo bastante grande, tampoco quería que en uno de los giros calculasen más y terminaran en el suelo. —Debo asumir que no estás muy acostumbrado a estar “abajo” ¿no? — Estiró un momento los brazos hacia arriba, cual, si realmente se hubiera rendido a quedar en esa postura, tampoco hizo mayor gesto cuando notó las manos del menor en la hebilla del cinturón tras dejarle el pecho desnudo.

    —Ya te lo demostraré, supongo que si solo te doy la teoría será aburrido. — Arqueó un poco la espalda, con el propósito de aumentar ese roce entre la cadera del otro y su propia pelvis. Aparentando tranquilidad, hasta que apoyándose en sus antebrazos se irguió un poco para volver a quedar sentado nuevamente con el otro encima. Más en esta ocasión, en lugar de ir directamente con un movimiento violento, sus manos se deslizaron con suavidad por los muslos abiertos del joven guerrero, subiendo por ellos hasta la cadera, haciendo presión con los dedos, lentamente hasta llegar también al borde del mismo y seguir hacia arriba, presionando con las palmas el torso aún cubierto, por el pecho, sujetándole la camisa ya bastante arrugada por la propia acción. —Te daré un mérito y es que tienes razón, los tipos como tú ponen a prueba mi paciencia. — Acompañando sus palabras, su acción certera fue abrirle la camisa de un tirón, provocando que alguno que otro botón se desprendiera directamente y terminase desgarrando un poco la tela en el proceso. —Uhmm, creo que esta apariencia le va mejor a un niñato salvaje como tú. — No importa si lo habían vestido de traje de gala, en realidad se notaba que el propio Fenrir no estaba acostumbrado a llevar prendas formales, aunque le daba igual la comodidad o si se enojaba por el detalle de sus ropas rotas. No esperó ni un poco y tan pronto hubo abierto la camisa, le abrazó de frente, cerniendo sus brazos en la espalda baja y sus labios de frente recorrieron la piel blanca, alcanzando casi de inmediato uno de los pezones, haciendo presión sobre esa área con la punta de su lengua, arrastrando la humedad de su saliva y el contraste después cuando entre sus dientes atrapó el sensible botón de carne, tirando de el mismo. Sus manos por detrás impedían que huyera, y con toques cálidos se colaron por la prenda de forma más fácil, ahora que la había abierto por en frente, no privándose de hincándole las uñas en la piel, regresándole esas atenciones, vengativo como de costumbre.

    Emitió un leve jadeo cuando se sintió satisfecho de torturarle con la boca y pasó la lengua por en medio de su pecho, dando un respingo al final. —Te reconoceré que valiente fue de tu parte el haber aceptado venir aquí… en cuanto a la imprudencia. — Sonrió alzando la vista para encontrar la del otro, debido a la posición. —Ya veremos hasta dónde llegas. — Mientras una de las manos permanecía en la espalda, la otra fue a parar sobre uno de los mechones del lobo, jalándole para atraerlo hacia abajo y volver a juntar sus labios. No solo fue el beso, sino que, empujando su propia cadera y tirando de su cabello, al contrario de antes, lo atrajo para terminar recostado nuevamente en la cama, con el cuerpo de Fenrir encima todavía, pero asegurándose de mantener un cierto control con esos jalones, con el contacto entre sus labios agresivo, buscando recorrer cada zona de su boca, enredar su lengua con la ajena, impregnando sus pliegues del sabor, la presión y la humedad de ello, quitarle todo el aire; la mano que yacía en la espalda, se deslizó fuera y soltó el mechón de cabello para sujetar la camisa y tironearla sin cuidado alguno hacia abajo, buscando quitarla de manera brusca. Entre dichos tirones, terminó bajando las manos más allá, cual desesperado y casi a la par que aumentaba dentro de lo posible la intensidad del beso fogoso, sus palmas recorrieron por encima del pantalón los firmes muslos y el trasero del guerrero, con total descaro, presionando con sus dedos hasta que, finalmente reposó un poco sus manos en la cadera, para hacer lo propio y empujar la suya, generando fricción, sintiendo como su entrepierna chocaba con la contraria, aún vestidos de la cintura para bajo, pero siendo perceptible el resultado de tan competitivo encuentro.

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    No te preocupes Howl, con calmita :D :hugss:
     
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    Debo asumir que no estás muy acostumbrado a estar “abajo” ¿no?

    Podía darle mil vueltas al significado de esa frase y al final de cuentas la respuesta sería la misma; una negativa que demostraría al mover la cabeza de un lado a otro- Aunque, en realidad es por no darte el gusto de tenerme abajo- acotó con sinceridad dando un sentido propiamente de posición pues a su juicio sería dejarle las cosas demasiado fáciles, a sabiendas de tener esa pequeña desventaja que presentaba el roce tan directo de ambas caderas y que también le afectaba. Pero su gesto se volvió curioso acallando una suave queja al verlo simplemente dejar caer los brazos sobre la cama y sentir la presión bajo suyo que le hacía exhalar con fuerza. Simplemente tan relajado

    Estaba preparado para lidiar con esos modos y arranques violentos más al tenerlo nuevamente frente a frente ligeramente más abajo por el desnivel de su posición no pensó que los toques de sus manos fueran lentos y suaves por su cuerpo produciendo un leve temblor ante un nuevo escalofrio y un deje de desconfianza por esa actitud tan relajada.

    En primera instancia la primera reacción había sido apoyar las manos en los hombros contrarios para resistirse y alejarse al tacto de los labios sobre la piel del pecho sin lograr alejarse un solo milímetro. Un primer jadeo fue ahogado al paso de la suave y húmeda lengua que presionaba esa zona sensible sólo secundado por una respiración fuerte y agitada, que contuvo al cambio de la lengua con los dientes, la mano derecha del asgardiano se aferró con fuerza al hombro, la izquierda apenas y bajó por detrás del hombro hacia el omoplato hasta sujetarse de los largos cabellos blancos sin tirar de ellos, arqueando la espalda baja expandiéndose el cosquilleo que le provocaba la boca por el pecho hacía el bajo vientre y un gruñido de protesta a la punzada que eran la uñas del mayor clavadas en su piel que también permitieron el escape involuntario de su aliento en un suspiro extasiado.

    Su mente tenía que empezar a maquinar cómo devolver el nuevamente, no necesitaba una gran estrategia ni sufrir por planear una, tenía la satisfacción de sacar de sus casillas al juez. No había sido algo difícil de notar, se lo había demostrado en el restaurante al observar ordenar los cubiertos, al detener su inquietud. Al bajar la mirada agitado con el rostro acalorado y encontrar la mirada del noruego para ser preso de sus labios nuevamente sobre la cama, un par de pensamientos cruzaron por su cabeza: Podría desquiciar al juez un poco. Y no eran tan diferentes después de todo.

    Nuevamente ejercía su control no solo al sujetarle del cabello sino al marcar el ritmo del beso al invadir su boca muriendo un jadeo o dos en medio de la danza que marcaban ambas lenguas. No se apartó a la ausencia del tironeo de su cabello y el mismo asgardiano acabaría por lanzar la camisa por la que tendría que inventar alguna excusa después sin cortar el caluroso beso que le dificulta la respiración al no darle tregua. Una primera queja se hizo presente ante las manos sobre su parte trasera y otros más le siguieron al roce frenético de ambas caderas, todos quedando perdidos en la boca del espectro, extendiendo el calor por su cuerpo con cada corriente eléctrica que surgían de los roces sobre la tela, podía sentir al acoplar su propio movimiento al ritmo del juez el bulto prominente cada vez más notorio no tan diferente del que se formaba en su propia entrepierna.

    Extendió un poco más aquel faje frenético hasta que la necesidad de volver a respirar lo obligara a separarse impulsando su cuerpo con los brazos, quedando un pequeño rastro de saliva en la comisura de los labios ligeramente hinchados, inhalando cuan profundo pudo entre su agitación y el calor que le producía la cercanía con Minos ya evidenciado en su rostro.

    -Voy...a darte el privilegio de la razón..y que me equivoqué al dudar de la “capacidad” de los jueces de Hades... en ese restaurante. Y bien, Minos...-le reconoció al recuperar el aire con fuertes respiraciones que por lo menos le permitiera hablar de corrido. Se irgió un poco sobre el cuerpo ajeno sin reparos de volver a restregarse contra la pelvis de Minos en el proceso


    -¿a qué viene eso de “hasta dónde llegas”?. Como si fuera a salir corriendo de tus garras ¿no, Grifo? ¿Qué te hace pensar que no llegaré hasta el final? - sus dedos pasaron por su mentón retirando los rastros de ese beso acalorado que habían compartido en un nada convincente gesto de duda como si realmente estuviera preocupado por convencerlo de que no se va a escapar cual víctima temerosa. -¿Qué? Hizo falta algo, como... - Volvió a acortar la cercanía entre sus cuerpos al volver a agazaparse sobre el mayor apoyando un brazo justo al lado de su cabeza volviendo a tomar entre sus manos parte del cabellos desordenado sobre la cama al acercarse hasta la oreja derecha y que su otra mano baje por el pecho acariciando la piel pálida sin volver a rasguñar - 'Tómeme. Tómeme, juez Minos. Quiero que me adiestre, que me revuelque’-

    Susurró directamente en el oído del juez, atrapando entre sus dientes el lóbulo de la oreja del que tiraba suavemente con una sonrisa ladina y su mano fue a soltar la hebilla del cinturón al igual que el broche del hojal- Tal vez ese hubiera sido un argumento muy convincente desde el inicio, lastima que no fue el caso- volvió a repetir esa misma acción en el lóbulo de su oreja un par de veces más bajando por la línea de la mandíbula entre pequeños besos y mordiscos por la piel hacia el cuello, colándose dentro del pantalón del noruego acariciando su entrepierna con la yema de los dedos por encima de la tela delgada de los interiores, por todo lo largo hasta que toda la palma se posara sobre la dureza que ya mostraba, aumentando gradualmente el ritmo de su mano que delineaba las curvaturas que se marcaban por la tela al mismo tiempo que la voracidad de los besos en el cuello del mayor.

    Edited by Howl L. Din - 29/4/2020, 10:21
     
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    No era una sorpresa que tratándose de alguien con el ego por las nubes como Minos, este mostrara una confianza en sí mismo con ese aire de arrogancia aún cuando sus acciones no eran tan violentas de vez en vez. Y esa línea marcó la continuación de sus movimientos al menos hasta donde el cuerpo también se lo permitía. Siendo sincero, le parecía llamativo lo energético que era el otro, bien luchaba por no quedarse atrás en ningún momento y tan pronto el juez se empujaba contra el cuerpo, también el lobo reaccionaba, buscando que la llama de la competencia siguiera viva, aún cuando le estaba costando el aliento y que sus labios se desgastaran entre la intensidad de los encuentros con los ajenos.

    Cuando finalmente la separación vino con ese empuje, la sonrisa satisfecha y maliciosa del espectro evidenciaba lo entretenido que se encontraba con el asunto. Las palabras respecto a su “equivocación” le provocaron una risita por lo bajo, mientras también repasaba sus propios labios, quitando un poco del exceso de humedad. Aunque poco le duró la calma, al sentir al otro restregando la cadera sin ninguna clase de pudor al parecer ya. Un leve suspiro acalorado abandonó sus labios mientras escuchaba todavía la altiva voz del guerrero. —No lo decía porque parezca que vayas a salir asustado… me preguntaba cuanto duraría un lobo gruñendo entre las garras de un grifo antes de chillar como un… — Su sonrisa ladina le ayudó a no terminar la frase que seguramente hubiera desatado una segunda guerra, además que le estaba costando trabajo concentrarse también por los movimientos insinuantes que hacía sobre su cuerpo, joder, ya era inevitable no sentir su pantalón causándole una presión más dolorosa que normal. Jadeó sintiendo la cercanía nuevamente y pronto su oreja recibió más del cálido aliento ajeno emitiendo aquellas palabras provocativas. Cuando concluyó aquellas frases, al juez no pudo evitar que se le saliera una risotada más evidente, mientras escuchaba también el ruido de su pantalón siendo descubierto. — ¡Jajaja! Oh por los Dioses, para ser un niñato salvaje, hablas más de lo que pensé. — Se relamió los labios, aún quieto en la cama, mientras dejaba que por su cuerpo corrieran las sensaciones que despertaba el otro, era provocador sin duda, hacía un buen trabajo con la boca en su cuello y abajo la mano que ya buscaba repasar la textura de la dureza en su entrepierna. El confiado espectro cerró los ojos un momento, subiendo una de sus manos por la columna del guerrero, atrapando los cabellos de su nuca, jugando con la melena mientras le permitía seguir con los besos y mordidas en ese sitio; regodeándose mentalmente mientras planeaba su siguiente movimiento “Buen perro, Fenrir”, pensó con un gesto artero.

    — ¿Crees en serio que hubiera cedido solo por un par de súplicas Fenrir? Tampoco te creas tan importante lobo. Estoy aquí, porque me pareciste un tipo interesante para darme un poco de pelea antes de... bueno. — Una risita más mientras subía con su otra mano por el costado ahora desnudo del menor, llegando a la zona del pecho, desvió para pasar su palma entre los pectorales y subir hacia su cuello, donde cernió la mano, buscando asfixiarle un poco y alzarle el rostro para mirarlo de frente de nuevo. —Pero ya que lo mencionas, te tomaré las palabras y te tomaré algo más desde luego. — Aflojó un poco el agarre para acercar sus labios al cuello del guerrero, ladeando el rostro y evadiendo algunos mechones, para hincarle los dientes nuevamente, mientras movía su cadera, restregándola contra la mano que le atendía. —¿Te gusta eso Fenrir? — Murmuró subiendo hasta su oreja. —Oh, apuesto que te gustará sentirlo de otra manera, en otro lugar. — Tironeó del cartílago de la oreja con los dientes, una de sus manos alcanzó a regalarle de paso una nalgada y la otra que permanecía arriba volvió a hacer presión en el cuello con fuerza para impulsarse con el resto del cuerpo y volver a tumbarlo en la cama con rudeza, importándole poco si salía él mismo un poco adolorido por el movimiento brusco del otro al quitarle de golpe el acceso a sus propios genitales en la posición anterior; consiguiéndolo y girando hacia el lado contrario para que no fueran a quedar tan cerca del borde del colchón.

    Sus ojos sádicos se posaron en los del otro, mientras aumentaba un poco la presión, con ganas de dejarle marcas de sus dedos en el cuello; cuando lo consideró suficiente y estuvo satisfecho con las facciones del que contemplaba, le soltó para ir de inmediato a su cadera, aprovechándose de la debilidad y que le costaría quizá recuperar el aliento; pues así como se había mantenido hasta entonces, tampoco pensaba quedarse atrás en ese sentido y sin muchos modales, abrió la prenda, tirando al poco del pantalón para conseguir bajárselo hasta la mitad de los muslos, ya que, por la posición entre las piernas, de momento era mucho paripé bajarlo del todo. Al menos lo tenía lo suficientemente expuesto para sujetar su erección por encima de la tela de la ropa interior y al igual que había hecho con su cuello, también comenzó a asfixiar gradualmente esa parte, masturbándolo con movimientos firmes, mientras su otra mano subía por el pecho hasta su mandíbula y volver a jugar con su pulgar sobre los labios del guerrero, irguiéndose un poco sobre el cuerpo para no perderle de vista en absoluto. —¿Ansioso entonces? ¿Me suplicarás Fenrir? ¿Me suplicarás porque te adiestre?— Preguntó con su habitual tono sádico mientras, ya sin ninguna clase de misericordia, bajaba también la única prenda que cubría la desnudez del nórdico, tomando entre sus dedos blancos aquella zona cálida y tan sensible al tacto, jugando con la piel del tronco y presionando con el pulgar sobre la punta. — ¿Vas a gemir para mí, lobo?— Sus palabras cargadas de saña, se presentaban ya también con un cierto toque de lujuria, simplemente no podía ignorar que también su prominente erección estaba más que al borde de la tela de su bóxer.
     
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    Podía notar la leve vibración que se generaba en la garganta del juez al hablar mientras su boca seguía degustando la piel pálida a la que ya comenzaba a agarrarle cierto gusto, el sabor levemente salado y el leve enrojecimiento que quedaba después de su paso en ella le hacían relamerse los labios solo bufando una risa al escuchar sus carcajadas como si para competir con un bocón no se necesitara otro igual. La mano dentro del pantalón ajeno no detuvo su movimiento aun cuando sintió el tirar de su cabello que le arrancó un pequeño gruñido más acalorado que molesto para esas alturas, o la otra mano paseándose por su costado generando un leve escalofrío y cosquilleo en su piel. Una ceja se alzó separando apenas los labios del cuello al escuchar el comentario prepotente, suficiente para que a los segundos la mano que se cierne sobre su cuello disminuya el paso del aire.

    No se hizo esperar el que le mostrara los dientes otra vez cuando lo tuvo cara a cara de nuevo. La mano que permanecía entre las hebras blancas buscó un mejor balance al apoyarse sobre la cama cuando le invadió el dolor punzante de los dientes del noruego. Que si le gustaba, decía, y la respuesta era un jadeo con el poco aire que podía salir por su boca, con la piel erizandose al susurro y la cálida respiración

    Con el sobresalto de la nalgada vino de nuevo el sentir su espalda pegar contra el colchón con un leve rebote obstaculizado por la mano en su cuello. Su mano ya no se encontraba dentro de los pantalones sino más bien sujetando con fuerza la muñeca del noruego.

    La primera reacción fue la de tomar una gran bocanada de aire con tal fuerza que le habría provocado algo de tos, llevando a mano a cubrirse el cuello pasando las yemas de los dedos por donde quedaban marcas rojizas de los dedos del noruego y su cuerpo dando un pequeño sobresalto cuando esa misma mano que estuvo en su cuello ahora apretaba con fuerza su entrepierna donde más que provocarle alguna queja la presión le sacaba un gruñido leve que acababa en una repentina y acalorada exhalación.

    Apenas y levantó la cabeza de la cama para ver al espectro al apoyarse en un codo, con un pequeño escalofrío a cada palabra muy lejos del miedo y de la precaución. Había algo de sexy en esas preguntas hechas con saña y ese tono que advertía un terreno peligroso, pero más allá de desistir su respuesta vino en un inusual silencio al partirse sus labios bajo el dedo que los presionaba, colándose la lengua a lamer lento y provocativo por cuanto pudiera alcanzar a lo largo de la falange.

    Una suave risa y un suspiro abandonaron la garganta del asgardiano sabiendo cuanta fascinación podía despertarle el espíritu competitivo del contrario. Ansioso era una palabra que no lo había abandonado en todo su encuentro y era bastante acertada, las ansias crecían con cada respuesta a sus acciones por parte del albino, cada roce, beso o mordida a la par que el calor y la excitación en su cuerpo.


    - ¿Así por las buenas me lo vas a pedir? -las palabras llegaron con un por demás fingido gesto de asombro y un suave movimiento de cadera contra la mano del mayor descaradamente- No sé ¿Por qué debería suplicarte? - la pregunta fue ligeramente pausada entre jadeos leves por la presión sobre la punta sin apartarle la mirada cuando repentinamente dio un manotazo para apartar esa mano de su erección.


    Se impulsó con los brazos para volver a sentarse apoyado sobre sus piernas, importando poco las repercusión que tuvieran sus acciones sobre la propia entrepierna. Su rostro lograba alcanzar el mentón al quedar en esa posición sin igualar la altura del espectro, sin manera de acortar más la distancia entre los rostros, y las manos del asgardiano alcanzaban la espalda del juez al pasar por debajo de sus brazos.- Creí que no cederías por un par de súplicas, Minos. ¿A qué debo el cambio de opinión? -el aliento cálido chocaba contra la piel de la barbilla ante cada palabra de provocación, las uñas presionaron contra la espalda lo suficiente para que sintiera el raspar al bajar antes de solo deslizar las yemas de los dedos por su espalda. - ¿Lo imaginaste, acaso?, ya sabes, alguien que grite tu nombre y pida por algo más… Fuerte. Pero hay un detalle, pequeño.. -

    Continuó su recorrido con cada palabra cizañosa tomando los bordes de las prendas en esa pequeña pausa donde más allá de igualar sus condiciones solo estiró un poco la ropa interior lo suficiente para colar las manos y sujetar con fuerza los glúteos clavado las uñas, sonriendo a medias mostrando un colmillo, apenas elevando el cuerpo lo suficiente para quedar ambas miradas al mismo nivel- Eso no se obtiene preguntando… Por las buenas - susurró sobre los labios ajenos aquella invitación lasciva con la lujuria antepuesta a la razón, mordiendo el labio inferior, tirando del agarre en el trasero ajeno para volver a juntar ambas pelvis, frotando con descaro por sobre las prendas aún presentes.


    SPOILER (click to view)
    PERDOOOOOONAMEEEEE-lease como canto borracho-no me mates :shoralui: prometo que el próximo será mejor, como mereces :shoralui:
     
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9 replies since 31/3/2020, 22:37   239 views
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