[AU] Cosmic Waterfall

Saga/Seiya - Abel/Lucifer - Shiryu/Alberich

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Hobbit Mochaflecos

    Group
    Godwarrior Alberich de Megrez Delta
    Posts
    1,104
    Cosmos
    +542
    Location
    Asgard

    Status
    Death



    Cosmic Waterfall era el nombre del local que durante el día funcionaba como una cafetería cualquiera. Un local pequeño pintado de color lila por fuera con ventanas grandes que dejaban ver parte del interior, el piso de madera flotante en negro en contraste con los blancos manteles que cubrían las pocas mesas que había desperdigadas en el interior y que rodeaban una barra de madera fina que a primera vista parecía bastante enclenque. El ambiente era sobrio, para el ocasional cliente que pasaba por ahí ni la decoración ni los postres tenían nada especial, de hecho ni siquiera se encontraba en una zona turística en pleno centro de la ciudad por lo que muchos incautos lo considerarían un negocio sin futuro. Esto no era más que una fachada.

    Cuando la noche cubría esa parte del mundo con su oscuro manto pintado de estrellas se retiraban los manteles blancos y se cubrían los enormes cristales de las ventanas con cortinas de un intenso color púrpura. La barra de madera era retirada junto con la mampara de madera que ocultaba la parte de atrás del lugar y es que si dejaban a plena vista el escenario sería demasiado obvio. Los clientes frecuentes decían que tenía una cierta magia la forma en que el club cambiaba de un momento a otro.

    Los manteles eran cubiertos por una fina tela de un color rojo brillante como la sangre, el color de la pasión según algunos, mientras que la verdadera barra de madera de roble montada sobre una estructura de oscuros ladrillos hacía las veces de separador entre la gente y la extensa colección de bebidas alcohólicas en las estanterías. En el centro se ubicaba el escenario, brillante e impecable, con un tubo de baile que podía desmontarse de ser necesario, mientras en los bordes pequeñas luces se encendían en un color blanco brillante. Detrás del mismo habían colgado unas cortinas que separasen el club de la zona donde los trabajadores se preparaban para el espectáculo, donde se guardaban también los trajes y el almacén para guardar los insumos ya fuera alcohol, comida o incluso maquillaje. Cuando las luces cambiaban las paredes antes blancas dejaban ver los brillantes dibujos en colores que solo se podían ver con determinado tipo de luz y que le daban un aspecto fantasmagórico y atrayente. También había un pequeño cuarto cerrado con llave, llave que solo el dueño tenía, el cual era utilizado únicamente para descansar bajo expresa petición de alguno de los bailarines ya que algunos decidían no solo participar en la vida nocturna del negocio sino también durante el día como meseros cuando solo era un pequeño café perdido entre las calles de la prefectura de Hokkaido, en Japón.

    El horario del café era de 9am a 5pm, mientras que el horario del club comenzaba a las 12am y cerraba alrededor de las 4am. El dueño siempre estaba presente, los jovenes bailarines decían que había vendido su casa para tener ese lugar y que vivía ahí pero la realidad era que solo abandonaba el negocio cuando terminaba de limpiar alrededor de las 5am, iba a su casa a echar una siesta, darse un baño y volver. No tenía más vida que esa.

    Lucifer Kozlov era el nombre del dueño, un hombre alto de largos cabellos blancos y ojos color lila, o rosa según cómo le diera la luz según palabras de sus empleados, bastante alto que siempre vestía con alguna impecable camisa y pantalones de vestir por lo general negros o azul oscuro. Calmado y casi frágil en apariencia, el hombre que rondaba los 34 años no era fácil de amedrentar y tenía muy mal carácter, quizás por las pocas horas de sueño o porque iba a defender con uñas y dientes un negocio que había levantado con sus propias manos no dejaba que ningún cliente tratara de maltratar al staff o a él y no le temblaba el pulso para atraparlos por el cuello de la camisa y arrastrarlos él mismo hasta la salida. Tenía un servicio de seguridad para eso, pero no le daba la misma satisfacción.

    Igualmente, la única persona que podía hacerle levantar la voz era aquel joven barman de ojos claros. Ese hombre era una historia aparte. Lucifer era una persona que apreciaba mucho su soledad, su espacio personal y la privacidad de sus pensamientos, pero el muchacho encargado de las bebidas lo invadía una y otra vez, sacándolo de sus casillas hasta que estaba tentado de despedirlo.

    Eran escenas divertidas de ver para todos, en especial para el que gustaba de llamarse a si mismo el 'bailarín estrella'. Alberich era un joven estudiante que había abandonado la casa de sus padres a temprana edad para hacer su vida como una persona libre. Sus ojos como esmeraldas que brillaban con intensidad cautivaban a cada uno de los que visitaban el club durante la noche, y sus movimientos sensuales cuando danzaba en el caño con alguno de sus muchos trajes le habían conseguido algunos admiradores que le mandaban regalos. Eso le encantaba, el dinero, los regalos, las miradas y la atención puesta en él le embriagaba y enloquecía, mas era solo eso, porque jamás había dejado que lo toquen y al primer viejo que había querido esperarlo a la salida del trabajo ya lo había rociado con gas pimienta. El trabajo era una cosa y su vida fuera del club era otra muy distinta.

    Así como el Cosmic Waterfall el muchacho pelirrojo era una persona muy distinta durante el día. Iba a una escuela importante, llena de chiquillos como él que no tenían ni idea de la vida que llevaba y solo se dedicaban a molestarlo o admirarlo por las excelentes notas con que pasaba sus exámenes y trabajos. Era agotador bailar durante la madrugada para ir a la escuela durante el día, pero no iba a trabajar en ese puticlub toda la vida. Era una forma de satisfacer su necesidad de atención y pagar sus cuentas y el alquiler, pero su idea era entrar en una carrera universitaria algún día.

    Esa noche era una especial, usaría su traje favorito de policía. Ese que se pegaba perfectamente a su joven y delgado cuerpo. Esperó que las luces enfocaran solo el escenario para salir a bailar, despojándose de la carita de niño bueno e inocente que usaba durante el día para dejar salir al verdadero Alberich sediento por los gritos eufóricos de los hombres en las mesas.

    ¡Bienvenidos al Cosmic Waterfall! ¡Gracias a todos por su presencia y espero disfruten del espectáculo tanto como yo!

    SPOILER (click to view)
    Shiryu - Abel - Seiya = Howl L. Din
    Alberich - Lucifer - Saga = Ayame

    Espero te guste :cuteh:


    Edited by CatSnake - 7/4/2021, 23:50
     
    .
  2.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Husky Puppy

    Group
    Godwarrior Fenrir de Alioth Epsilon
    Posts
    715
    Cosmos
    +497

    Status
    Ghost
    Cruzó por la puerta del Cosmic Waterfall con bastante anticipación, como era su costumbre. Pues su jefe detestaba la impuntualidad y él, tenía de sobra. A fin de cuentas debía llegar a preparar todo lo necesario para servir las bebidas, volver a lavar el material y traer algunas botellas extra de la bodega para los tragos más populares del lugar.

    Abel Caristeas era el barman del lugar, un hombre que era bastante hábil para preparar los cócteles, y que lo era aún más para venderlos. De porte y movimientos elegantes, un rostro atractivo que se mostraba afable y con una sonrisa encantadora capaz de conseguir que los clientes compraran más tragos de la cuenta; con el pequeño inconveniente de que también terminaban soltando de más la lengua y en ocasiones hasta una mano que acaba por rechazar sutilmente con un golpe con alguno de los mezcladores de cócteles, aparte que le contaban todas sus desdichas. Ah, y que no funcionaba con su muy estimado y malhumorado jefe.

    Lucifer era un punto y aparte en aquella historia, si bien no esperaba quedarse trabajando en aquel lugar por mucho tiempo esperando conseguir algo más acorde a su trabajo ideal lo cierto era que todos los años aplazaba ese objetivo por una razón. El albino le había llamado la atención con aquel carácter fuerte cual demonio y desde que se dio cuenta de esa atracción no había perdido oportunidad para hacérselo saber fuera indirecta o directamente; oportunidades que terminaban en rechazo y hasta en escobazos, escenas bastante cómicas al parecer. Aun así no había noche en la que no se acercara a susurrarle un “buenas noches” casi acariciando las palabras cual terciopelo. Aquella noche no fue la excepción cuando regresaba de la bodega con algunas botellas hacía la barra, lo había complementado con un suave soplar en la piel cercana a la oreja antes de regresar a su puesto de trabajo donde podía apreciar cómo el servicio de seguridad del lugar dejaba entrar a las personas que ya hacían fila afuera para buscar un asiento de donde poder ver el show.

    La música no se había hecho esperar y detrás de las largas cortinas que resguardaban las tras bambalinas apareció la estrella de ese club, el chico que se desenvuelve con la mayor soltura y sensualidad haciendo suyo el escenario y al público en cuestión de segundos. Las ovaciones empezaron con fuerza y con ellas las primeras órdenes de bebidas.

    -Hm- bufó en burla con apenas una sacudida de hombros, agitando un poco el pendiente con forma de sol que colgaba en su oreja derecha, al ver como la desesperación de buscar el alcohol para calmar la inhibición se apoderaba de aquellos hombres para poder buscar divertirse. Una mirada fugaz de los ojos azul profundo fueron hacía el fondo donde sabía que estaría el albino y tras un último guiño dedicado a su jefe comenzó con su trabajo.


    Afuera unos jóvenes que se acercaban al lugar sabían que aquella no iba a ser una noche como cualquiera. A uno de ellos eso lo pone especialmente nervioso. Desde meses atrás venía dejándose arrastrar a esa loca idea que había cruzado por la mente de su mejor amigo, Seiya, cuando descubrió que una común y corriente cafetería escondía un night club por las noches. ¿Cómo?

    Resultaba ser que el joven castaño había comenzado a escuchar algunos rumores de estudiantes mayores y amigos de algunos de sus primos. Total que había acabado escapándose de su casa por la noche para comprobar que dicha cafetería efectivamente parecía tener muchas visitas en la noche; de lejos, porque también había visto cómo sacaban gente a patadas de ahí. Y Shiryu no entendía cómo, después de eso, estaba tan emocionado por entrar al punto de conseguir identificaciones falsas.

    -Esto no va a salir bien, Seiya- le había dicho preocupado Shiryu al tener en la mano aquel documento falso.

    -¿Bromeas? Son muy convincentes. Entramos, nos divertimos, nos vamos. Y aquí no pasó nada- respondió el castaño con ánimo y una sonrisa, codeando al de pelo negro en un gesto cómplice. Shiryu solo le devolvió una mirada cargada de lastima.

    -Seiya...dicen “Hawai’i” ¿Quien se va a creer eso? -

    -Pff,no le van a prestar atención a eso. Por aquí se mueve mucho extranjero. Vamos a estar bien. Anda- un par de palmadas fueron las que el castaño dio en la espalda de su amigo para calmar su exasperación y Shiryu, viendo que aquello no lo iba a hacer cambiar de parecer solo suspiró derrotado. Eso había sacado una sonrisa en el castaño volviendo a tomar a su amigo del brazo para llevarlo justo al lugar a esperar por su turno en la cola, sacando esas identificaciones cuando el de seguridad se las había pedido.

    Seiya mostraba una sonrisa confiada, tan seguro de que los dejaría pasar como que el sol saldría al día siguiente. Shiryu solo estaba esperando el momento en que los corrieran a patadas y le revelaran al mundo que los dos eran menores de edad, y entonces ¡Ta dah! al día siguiente todos en la escuela sabrían de su vergonzosa y fallida visita a un nightclub, y a él en casa lo castigarán hasta que llegara a la mayoría de edad en serio. Para sorpresa del de pelo negro el gorila de la entrada los dejó pasar y Seiya nuevamente lo jaloneo del brazo antes de que cambiara de opinión.

    Virgenes” pensó el sujeto de la entrada con una sonrisa maliciosa, pensando que no duraría mucho ahí dentro y el escarmiento les valdría para no volver jamás cuando los encontrara el dueño. Así habían aprendido todos los chiquillos curiosos e insistentes que no paraban de intentar entrar.

    Ambos jóvenes se movieron por el interior del lugar entre la gente. Seiya miraba el sitio verdaderamente emocionado, hacía el escenario como los bailarines se lucen con movimientos sugerentes y por el otro la barra conservaba algunos lugares libres. No lo pensó mucho para movilizarse hasta ese lugar, parte de lo que quería era probar algún cóctel. No cayó en cuenta en ese momento del punto en que se separó de Shiryu en medio de la gente cuando esta se aglomeraba emocionada por los bailarines.

    -¿Seiya?- llamó en vano el de cabello largo cuando dejó de sentir el agarre y jaloneo del otro. El movimiento de la gente solo pudo hacerlo avanzar aún más hasta quedar más cerca del escenario y contemplar con cierta fascinación el baile de chico pelirrojo que vestia ese apretado traje de policía con una punzada en el pecho y un leve color rosáceo en las mejillas que se disimulaba con las luces de neón del lugar.

    ¿Y Seiya? Bueno, Shiryu en ese momento olvidó que debía buscarlo.
     
    .
  3.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Hobbit Mochaflecos

    Group
    Godwarrior Alberich de Megrez Delta
    Posts
    1,104
    Cosmos
    +542
    Location
    Asgard

    Status
    Death
    Lucifer había permanecido vigilante entre la oscuridad del local para asegurarse que nada perturbara el orden con que pretendía llevar la rutina de su negocio. Con cierta desaprobación observó al muchacho encargado de las bebidas cuando llegó, pero no prestó mayor atención a su persona hasta que el murmullo de aquella noche soplado en su oído le hizo pasar un escalofrío por la columna. De verdad que comenzaba a pensar si había sido buena idea contratarlo después de todo: era demasiado impertinente, siempre tratando de invadir su espacio como si no le hubiese dicho más de una vez que le deje en paz. A pesar de su incomodidad respecto al trato que le propinaba, el dueño del local no se encontraba en posición de despedir a una persona que era tan hábil en el manejo y la venta de las bebidas, y aunque sabía que no cerraría su negocio por no contar con un bar, tampoco era el tipo de idiota inconsciente que desaprovecha un buen empleado. Un buen empleado con la mala costumbre de acorralarlo a cada oportunidad que tenía, dejándolo más que confundido.

    Según su lógica, Abel debió haber hecho una apuesta con sus amigos porque no había manera en que un joven tan apuesto, tan hábil y tan dado al arte de la conquista estuviese interesado en un viejo como él que vivía para trabajar. Cada noche tenía que poner su mejor esfuerzo para no mandarlo a volar como hacía con los borrachos, aun cuando estaba muy consciente que de ser otro momento, otra época de su vida, quizás en otra situación donde su trabajo no fuese su prioridad y pudiera relajarse, tal vez en esa clase de circunstancia le habría dado la oportunidad de probar que todas esas palabras 'de amor' eran verdaderas. Pero no tenía tiempo para eso.

    Solo hagan su trabajo—dijo con frialdad, mirando a la nada pero dirigiéndose a Abel y a los bailarines. Un paso en falso podía significar la caída de su negocio.

    Mientras tanto el joven bailarín de ojos verdes se dedicaba a bailar al ritmo de la música, acaparando las miradas y robando el aliento de los clientes que observaban cada movimiento como si no quisieran perderse ni un solo milímetro de su piel deslizándose en el tubo. El corazón le latía con fuerza, por la emoción y por el esfuerzo que conlleva mantener su cuerpo en equilibrio, elegante y sensual.

    Para Alberich aquella clase de actuación era casi tan natural como respirar, su cuerpo que se había acostumbrado poco a poco a esas danzas sin embargo estaba quedándose sin fuerzas esa noche. Estaba cansado por la rutina de la escuela, los exámenes, agobiado por la vida en general que llevaba fuera del local y en la cual debía mantener la máscara de un chico normal. Pero pensaba que podría soportarlo, al menos hasta que sus ojos se cruzaron con los de un muchacho que había sido arrastrado casi hasta pegarse al escenario. Ese joven de largo cabello negro que le miraba como si fuese un oasis en el desierto o alguna clase de tesoro apenas descubierto hizo que su respiración se cortara por un instante. De ninguna manera ese chico tenía edad para entrar en el local, incluso hasta le pareció reconocer su cara de algún lado.

    Pánico. Lo más probable era que lo conociera de la escuela.

    El pelirrojo preocupado de que el otro lo llegara a reconocer terminó su acto y como un rayo volvió a los vestidores, debía avisarle de inmediato a su jefe.

    Del otro lado del local se encontraba un grupo de hombres que canturreaban algunas estrofas de una canción que ninguno se sabía bien, festejando porque uno de ellos iba finalmente a casarse con la persona con la que había estado saliendo desde la secundaria. Y entre ellos, con cara de no aguantar ni un minuto más la situación o ser asociado a esos locos cantantes, se encontraba un profesor de secundaria que aprovechó la mínima distracción para huir entre la gente. Sabiendo que Saga no bebía, sus amigos lo habían llevado para que pudiera repartirlos por sus casas al final de la noche cuando estuviesen tan perjudicados que no pudieran volver por sus propios medios. Él se había prestado, porque no quería que causaran un accidente y porque su hermano lo había echado del departamento que compartían por un asunto de una cita o algo.

    "Cita, si claro" pensaba el de largo cabello azul, si Kanon no había tenido una relación estable desde que ellos estaban en la escuela.

    Sus pies lo llevaron a la barra, sin prestar atención a los bailarines que hacían divertidas coreografías en el escenario, y decidió pedir algún trago sin alcohol al barman de los ojos claros. Su vista se giró cuando escuchó una voz suave y familiar. DEMASIADO. Mucho más de lo que le gustaría. Y al llevar los ojos hacia la fuente de esa voz se encontró con el revuelto pelo castaño de un muchachito que con toda la confianza del mundo buscaba comprar alcohol.

    ¿Qué...?—ni siquiera él mismo pareció reaccionar, como poseido por una fuerza extraña agarró a Seiya por el cuello de la camiseta y lo arrastró fuera del local. Saga pidió a dios que se apiade de ese hormonal adolescente porque él no lo haría.

    Una vez fuera, tomó al menor por los hombros con algo de fuerza, pero era preocupación y enojo lo que lo movían y desbordaban su persona. Ya entendía por qué ese mocoso se dormía en las clases y no prestaba atención, si se la pasaba de fiesta.

    Seiya, ¿me puedes explicar qué carajos estás haciendo?
     
    .
2 replies since 20/5/2020, 01:29   50 views
  Share  
.
Top