Al Final

Milo x Afrodita [Oneshot]

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    Santo de Oro

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    ◇ Título: Al final.
    ◇ Autor: Angy_Geli
    ◇ Resumen: Todo principio tiene un final, aunque este no nos agrade.
    ◇ Rating: PG
    ◇ Género: Angust, Drama.
    ◇ Advertencias: Yaoi.
    ◇ Personaje/pareja Principal: Milo x Afrodita.
    ◇ Comentarios adicionales: Creo que las relaciones se deterioran en base a nuestras acciones o falta de ellas. Y simplemente tenía ganas de escribir algo luego de tanta ausencia.
    ◇ Estado: Finalizado
    ◇ Última actualización: 20 / Noviembre / 2020
     
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    Santo de Oro

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    Las cosas con Milo habían comenzado de forma apasionada, como un veneno extendiéndose a través de su torrente sanguíneo. Un juego que les llevó a bajar los escudos que ambos habían construido con esmero. Sería hipócrita de su parte decir que era el único lastimado cuando el escorpión también lo estaba, pero se había esmerado en curar y cuidar el corazón del griego así que… ¿Era mucho pedir que le demostraran amor con acciones y no sólo palabras? Estaba cansado, le había dicho ya al de cabellos índigo que para ser alguien que se describía así mismo como un hombre de acciones, con él; había sido solo palaras. Un suspiro escapó delos labios del pisciano mientras ingresaba al templo del Antares.

    Esa madrugada Afrodita pudo sentir el momento en que su relación moría.

    Ellos no rompieron en un fiero matiz de emoción, aunque el de hebras celestes a veces deseaba que lo hubieran hecho, sólo porque eso significaba que tenían alguna emoción guardada para mostrar. Su conexión se fue desvaneciendo poco a poco cual hoja cayendo al suelo tras marchitarse y Dita no creía que hubiese algo que la pudiera fortalecer de nuevo. No con un Milo imposibilitado a mostrar su afecto con acciones y no entre las sábanas como usualmente lo hacía. El sueco mismo era un mero impedimento al estar cansado de esperar y considerar que sus emociones eran unilaterales.

    Era mejor dejar de amarse porque las personas que se aman no se destruyen a sí mismos por el otro ni dañan con dudas, amar implicaba dedicar tiempo, recordar promesas y detalles, hacer un esfuerzo tangible y Afrodita estaba cansado, tan cansado de esperar por algo que en el fondo sabía que no llegaría como Milo de esperarle en su templo en vano. Pues el sueco había estado manteniendo su distancia para proteger lo que quedaba de su corazón. Guardar las bolsas de comida para llevar intactas que el griego dejaba se había vuelto una rutina cuando atravesaba el octavo pilar pues ninguno de los dos parecía tener apetito esos días y estas terminaban por ser desechadas.

    Había muchas fechas que Milo olvidaba, fechas importantes como el aniversario cuando se conocieron, las celebraciones de cumpleaños, festejos de amor e incluso promesas pactadas con antelación, el griego parecía tener tiempo para todo excepto para el pisciano y parecía que no tenía intención alguna de remediarlo. Cada pequeña cosa fue un golpe para el cariño que el sueco le profesaba;toda cuerda por muy resistente que fuese terminaba por romperse. Afrodita sabía que había terminado por ignorarle, esperanzado a que este reaccionara pero ese tiempo solamente fortaleció su resolución. No podía y no quería seguir entregando su afecto a una persona incapaz de valorarle, a sus ojos no tenía sentido lastimarse más.

    Como siempre el octavo templo era un desastre. Zapatos arrojados en la esquina, ropa esparcida por los sillones y un Milo dormido con el cabello desparramado por el sofá. Una sonrisa teñida de nostalgia de formó el bonito rostro de piscis al pensar que probablemente esa sería la última vez que vería aquella escena. Se mordió el labio inferior y cedió al impulso de acariciar la piel bronceada del rostro contrario ates de retirarle la manta que le cubría. No deseaba alargar las cosas más de lo necesario pero no puedo evitar apreciar un momento más la pacífica imagen para guardarla en sus recuerdos. La forma en que la nariz del griego se arrugó logró que el estómago se le torciera en un nudo que estaba intentando evitar a toda costa.

    — Milo. — Comenzó a llamarle tranquilamente, ignorando la forma en que la voz se le quebraba al sacudir el hombro ajeno así que tras aclarársela le llamó de nuevo. — Milo… Vamos a la cama. — Intentó nuevamente congelándose cuando las palabras salieron de su boca. La súbita comprensión de que esa era la última vez que pronunciaba esas palabras le impactó al grado de hacerle titubear. — Estás en casa. — La entonación adormilada le llevó a un sinfín de recuerdos. Unos donde esas palabras habían sido pronunciadas con mucho mayor anhelo y le habían provocado felicidad infinita. El nudo en su estómago se retorció con fuerza y quiso besar al griego para poder evitar su mirada, pero no lo hizo porque él siempre enfrentaba las cosas de frente.

    La rutina nuevamente les envolvió cuando Milo se levantó a lavarse los dientes tras dejarle un breve beso en la frente. Un logro para el pisciano quien se negaba a besarle si no lo había hecho, en ese lapso de tiempo aprovechaba para poner en orden la sala de estar, meses atrás habría tarareado e incluso se habría unido al impúdico escorpión para una ducha, pero aquello había quedado atrás. En realidad hacía tiempo que el sueco había dejado de pedirle que lo hiciera porque lo que realmente deseaba le era negado con frecuencia con un sinfín de absurdos pretextos. Siempre era Milo quien subía a la cama primero, quien se desnudaba y le invitaba a unirse tras darle un espectáculo y siempre era Afrodita quien buscaba el control e iniciaba un duelo por las mantas solo por molestarlo. Eran dulces recuerdos, tanto que se arrastraban por la garganta del de ojos celestes provocándole una sensación de ahogamiento.

    Esa noche el griego subió a la cama y le observó tristemente, Dita apagó las luces antes de unirse a él apenas unos segundos después. Milo siempre pasaba un brazo bajo su cuerpo y su piel desnuda le brindaba el suficiente calor como para no necesitar mantas así que agradeció que esa noche no ocurriera lo contrario. Pasó un brazo por el pecho bronceado, delineando los músculos con las yemas de los dedos. Apoyó la cabeza en el pecho ajeno, cerrando los ojos para concentrarse en los latidos del corazón que ahora le parecía más inaccesible que nunca. Era irónico, hacía varias noches que habían dejado de dormir tan cerca y a pesar de ello encajaban a la perfección. Podía sentir la respiración contraria golpeándole el cuello, erizando la piel a su paso y en respuesta envolvió una pierna sobre la cadera opuesta, podía sentir la erección contraria rozando la suya como si de un beso indecente se tratara y tuvo que morderse los labios para no sucumbir nuevamente.
    — No podemos seguir haciendo esto. —
    Las palabras abandonaron sus labios de forma tan repentina que Afrodita deseó fervientemente poder retractarse durante un segundo, pero no. No se retractaría porque sabía que aquello era lo mejor. Pudo sentir la tensión en el cuerpo de Milo y la forma en que apretó el abrazo al punto de cortarle el aliento y sentir un poco de dolor. La respiración acelerada le golpeó la clavícula y cuando el repentino movimiento de la pelvis empujando contra la suya le obligó a ocultar un jadeo se encontró cerrado los ojos. Tal vez en el fondo tenía el deseo de escuchar una promesa de compromiso por parte del griego nuevamente, una que sabía que no iba a cumplir pero que deseaba poder creer. El abrazo se apretó nuevamente alrededor de su cuerpo y pudo sentir el asentimiento del otro contra su cuello.

    — Lo sé. —

    Afrodita deseo llorar, gritar, irse, golpear a Milo para hacerle reaccionar porque podía percibir su anhelo y la forma en que no deseaba dejarle ir en su abrazo, quería algo más que esa triste aceptación cargada de justificaciones estúpidas que le dejaban un amargo sabor en la garganta. Pero tenía orgullo y jamás rogaría por una atención y cuidado que el griego no iba a darle porque no le valoraba lo suficiente para luchar por el sentimiento que les unía. Levantó el rostro para observar los ojos más oscuros que los suyos y pudo apreciar el enrojecimiento en estos, una gota cayó sobre el pulgar con que acariciaba la mejilla del caballero dorado y apreció nuevamente las rebeldes hebras color índigo enmarcar el rostro que extrañaría.

    Deslizó los dedos por las largas hebras hasta llegar a la nuca y depositar un breve beso sobre los labios contrarios. — Lo siento. — Se disculpó por no poder soportar más la falta de atención, por decidir irse cuando había prometido quedarse. Pero Afrodita se amaba lo suficiente como para no permanecer en un lugar que comenzaba a amargarle. Trató de tragar todo lo que sea que aquella situación asentaba en su boca y evitó las lágrimas que amenazaban con destrozarlo. Esa noche durmieron más unidos de lo que habían estado nunca y el sueco no sabía si era porque Milo no desea dejarle ir o el no deseaba irse. Pero sabía que a pesar del dolor y de que a partir la mañana siguiente serían dos extraños. Había tomado la decisión correcta.
     
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    Fabulosidad alada

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    Myu de Papillon
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    Voy a llorars TOT

    Me encanto este fic! Que buen refleja cuando el amor se agota , cuando ya nadie hace nada por rescatar nada v.v . Creo que hicieron lo mejor en separarse sin más dramas de promedio v.v aún así duele , más por la nostalgia de lo que fue y lo pudo haber sido . Pero si no es parejo el asunto , así menos pinches se puede XD

    Lindo y muy triste tu fic que me encanto !!

    Te mando hamors
     
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2 replies since 21/11/2020, 05:01   36 views
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