[AU] Up to no good

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    20170424151015-oficina



    7:30 am. Horario de entrada a la compañía con la que había estado trabajando los últimos dos años, y que para su sorpresa se había convertido en la experiencia más satisfactoria y a la vez la más estresante que tuvo nunca. Se trataba de una gran empresa de desarrollo y venta de productos cosméticos que abastecía a una gran parte de los comercios de la región, eran sin dudas los primeros en calidad.

    Valentine no estaba en la parte de producción, pues era un secretario para uno de los jefes del sector de finanzas quien era su mayor modelo a seguir. Ah, si pudiera pasaría todo el día hablando del hombre de rubio cabello y mirada severa, ese que de a momentos parecía tener la intención de llevar el peso de toda la empresa sobre sus hombros, trabajando horas extras y cargándose cada horario disponible con reuniones y juntas. Podría pasar todo el día hablando de él, pero al mismo tiempo no sabía mucho de su persona. Tenía entendido que era un hombre solitario, que bebía por las noches y que si bien no le gustaba estar con gente no se podía sacar de encima a otros dos jefes que estaban allá donde fuera. Radamanthys era un superior estricto, serio, que no necesitaba alzar la voz para demostrar su autoridad y, obviamente, hacerle temblar las piernas. Porque así de fuerte había caído el pobre Valentine, había caído por la actitud, la personalidad fuerte, pero tampoco iba a engañarse y decir que ese cuerpo tallado en mármol no tenía nada que ver.

    Así que su día se resumía en llegar al trabajo, hablar como cotorra en la hora del almuerzo junto con otros secretarios que se quejaban de sus jefes, y admirar al mayor mientras arreglaba sus horarios y ponía en orden los archivos de los clientes a los que tenía que ver en el día. Luego al volver por la noche a casa se lamentaba hasta dormir sabiendo que nunca tendría nada con aquel sujeto. Nada. No tenía ni la esperanza. Solo le quedaba la imaginación.

    Por otro lado, en esa misma hora del almuerzo siempre podía hablar y contarle sus penas a Byaku, un secretario del área de ventas que solía escapar hasta su piso solo para no quedarse a solas con su propio jefe. El joven británico había entrado pocos meses después que Valentine a la empresa y le había tocado quedar 'al cuidado' del que consideraba el hombre más desorganizado sobre la faz de la tierra. Cada vez que entraba era algo nuevo que había perdido, o había dejado la corbata en casa, o quería salir a comer con algún (alguna) cliente y en vez de dejar los archivos ordenados había dejado las carpetas y folios en cualquier sitio. Escondidos, como si Byaku hubiese sido contratado para armar rompecabezas.

    Otra cosa de la que se quejaba siempre era que Manigoldo, ese jefe italiano que siempre se salía con la suya y tenía locas a muchas de las mujeres del sector, no dejaba de llamarlo por tonterías fuera del horario de trabajo. El rubio específicamente le había dicho que era su número particular para emergencias, emergencias como que lo hayan apuñalado o estuviese secuestrado, no para saber 'qué camisa combina con mis ojos'. Muchas veces pensaba pedir que lo transfieran a otro lado, incluso con Radamanthys, que al menos parecía tener ordenadas las ideas.

    Por último alguien que había acabado hacia menos de una semana su periodo de entrenamiento, y que parecía fuera de lugar entre los secretarios, tanto que le habían confundido con un nuevo jefe o cuanto menos un guardia. Incluso Byaku y Valentine pensaron que habían contratado a ese pedazo de hombre nada más para amedrentarlos y que no hablaran mal de los jefes. Y resultó todo lo contrario, Aldebaran, un muchacho que había llegado desde Brasil y estaba aprendiendo el idioma, era la amabilidad hecha persona. Parecía trabajador, incluso no tenía problemas en asistir a otros si estaban atascados con algo, así que era el héroe del resto de los trabajadores administrativos.

    Aunque aún no lo habían asignado a su puesto permanente, así que los otros empleados hacían apuestas. El que ganara tenía su café pagado por dos meses.

    -----**----
    Ay espero te guste :heartt:

    Radamanthys - Orfeo - Manigoldo — Howl L. Din
    Valentine - Aldebaran - Byaku — Ayame

    Edited by CatSnake - 7/4/2021, 23:48
     
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    Bostezó tapando con su mano la boca abierta. Por educación.

    Invadido por el sueño luego de que el fin de semana saliera de fiesta hasta muy noche y durmiera pocas antes antes del comienzo de su jornada laboral esa semana, suerte para él que su muy eficiente secretario iba a estar con él. Manigoldo era ciertamente un jefe atípico con un currículum impresionante lleno con maestrías y certificados enfocados en el mercadeo, la administraciòn y las ventas con el pequeño inconveniente de ser un desastre, y muy posiblemente el dolor de cabeza de su secretario, mismo que estaba ahí casi que para resolverle la vida.

    Byaku ¿viste el reporte de la semana pasada?” fue el mensaje que envió.

    Ese pobre muchacho que le había tocado aguantar sus desórdenes era el mejor secretario que había tenido en todo el tiempo que llevaba trabajando para esa empresa, el chico era eficiente, competente y con una cara bonita, pero principalmente, lo soportaba. Radamanthys, del departamento de contabilidad y finanzas, se lo había recalcado sin pelos en la lengua y ni una pizca de misericordia. Textual “La mayor virtud de ese chico es tener paciencia para tratar con un sujeto insoportable como tu que no puede mantener ninguna de sus cabezas en su lugar”. Junto a su indignación también estaba el recuerdo de las risas del jefe de calidad quien estuvo al borde de ahogarse con un flan al surgir el comentario en horas de almuerzo- Estupido Radamanthys- murmuró solo en su oficina ante el recuerdo.

    Era bastante extraño, no es que fuera amigos cercanos o algo, de hecho Manigoldo lo acusaba de ser una persona demasiado amargada para él, más la estrecha relación entre departamentos y demás asuntos de la empresa los había hecho convivir lo suficiente como para incluso llegar a tenerse confianza para ciertas cosas, como hablar con una cruda verdad sin llegar a entrar en conflicto por ello. Ambos decían que jamás pondría su vida en las manos del otro, pero se les podía ver conversar por el pasillo, almuerzo o incluso en la oficina después de atender algún asunto del trabajo; principalmente con Manigoldo metido en la oficina del rubio, estorbando, en palabras de Radamanthys.

    Y con ellos muchas veces también se podía encontrar a otro jefe. Orfeo estaba a cargo del departamento de control de calidad. Algo más joven que los otros dos, con menos años de trabajar para aquel lugar pero altamente calificado para su puesto, había conocido al Italiano el día que llegó a la empresa pues había sido el encargado de mostrarle la empresa e indicarle que a partir de ahí su vida sería subsistir debajo de una montaña de papeles todos los días. Pero era una persona medianamente positiva que tenía una mano derecha con muchos años de experiencia como era su secretaria, una dulce mujer de unos 50 años con quien contaba ciegamente. Por lo que constantemente se decía a si mismo que no tenía porqué preocuparse.

    -¡Ay, Marta!- por lo menos hasta que Marta renunció el viernes pasado.

    -Bueno, ya supéralo- dijo el italiano al entrar por la puerta luego de haber dejado de nuevo todo tirado en la oficina nuevamente dejando que su lindo secretario resolviera el mundo otra vez. Así como a veces se metía en la oficina del rubio lo hacía también con él. Traía con él una carpeta que dejó sobre el escritorio donde el otro jefe desperdigaba sus desgracias volándose algunos papeles por el leve viento que levantó el expediente, se lo había quitado de las manos a la chica de recursos humanos con un coqueteo descarado y los regaños de Radamanthys a sus espaldas.

    -¿Sup..? ¡Llevo unos días sin Marta y parece que se me acomulo el trabajo de un mes!-señaló despegando su frente con una gran marca roja de donde la estuvo clavando en la mesa en pleno lloriqueo para señalar los diferentes documentos que tenía que revisar.

    - ¿Y Marta era la que hacía todo tu trabajo o qué? -dijo con descaro y señaló el expediente-anda, mira eso. Es de uno de los chicos nuevos, ocupara su puesto- Orfeo entrecerró los ojos indignado con tal acusación, pero a diferencia de Radamanthys no diría absolutamente nada.

    - No. Por cierto ¿Donde esta tu reporte de ventas del mes pasado? Hay que adjuntar la estadística al archivo y la ausencia de tu reporte atrasa mi trabajo - le reclamó señalando acusador y tomando en sus manos el expediente.

    - Pff, por ahí debe estar. Lo sabrías si ordenaras. En fin -dijo fingiendo víctimismo y levantándose de la silla del acusado para salir por la puerta con algo de prisa, por el pasillo vio a su propio secretario buscándolo- Suerte con eso, adiós - canturreo y prácticamente huyó de ahí antes de Byaku lo atrapara.

    - ¿Qu..? ¡Manigoldo! - lo llamó y se dejó resbalar un poco por la silla derrotado. Siempre le hacía lo mismo, lo descolocaba de sus acusaciones y después se iba campante. Vaya descaro. Ojeo el expediente - Aldebaran - pronunció viendo detenidamente la foto tamaño pasaporte del archivo, leyó un poco del expediente y se levantó de su asiento para salir de su oficina a recibir y dar la bienvenida a quien sería su nuevo secretario
     
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    Aldebarán comenzaba el día al amanecer, tomaba un desayuno y salía a correr, hacía sus ejercicios de fuerza para luego regresar a casa a darse una ducha rápida antes de presentarse a trabajar. Y agradecía que el periodo de prueba terminó finalmente para darle paso a un puesto permanente con un horario de trabajo normal que le permitía no salirse demasiado de esa rutina, porque siendo sincero odiaba los cambios repentinos. No le gustaba nada pasar de un día estar a la mañana, a entrar otro día por la tarde y teniendo en cuenta que los que debían enseñarle tardaban más de lo necesario tomando café o en la pausa para fumar, su infinita paciencia era una bendición.

    Ahora podía ayudar al resto de personas del área administrativa con los problemas técnicos de las computadoras, puesto que aunque su puesto sería de secretario del jefe de control de calidad, le era muy difícil decir que no cuando veía a alguien con problemas como no poder conectar el wifi.

    ¿Cómo dijeron que se llamaba el jefe? Ahh Orfeo...—pronunció el nombre en la pequeña carpeta donde le habían anotado los datos como el piso y la oficina o el escritorio que le correspondía para realizar sus tareas. Iba tan concentrado en ello que no se dio cuenta que venía alguien de frente y terminó tropezando con esa persona. Él no se movió para nada puesto que su cuerpo fuerte y pesado le daba estabilidad, pero en cuanto vio a la otra persona trastabillar y perder el equilibrio le tomó de la cintura—¡Ah! Lo lamento muchísimo, iba distraído... ¿Se encuentra bien?

    Aldebarán miró con preocupación al joven de ojos celestes al que por reflejo había pegado a su cuerpo para que no terminara en el suelo, y lo soltó con cuidado cuando escuchó una voz suave detrás de él.
    Oh, venía a ver si Manigoldo estaba por aquí... No se preocupen por mi—el secretario rubio soltó una risita y negó con la cabeza antes de mirar al más alto—Aldebarán, este es tu jefe, cuida que sea organizado y no se le peguen las malas costumbres del mío por favor...—Byaku suspiró un poco desanimado antes de voltear hacia Orfeo con una ligera sonrisa resignada—Supongo que él ha estado por aquí molestando, siempre está en cualquier sitio menos en su oficina... Veré que los documentos te lleguen lo antes posible. Que tengan buen día.

    El brasileño miró por un instante a su jefe y con una sonrisa pintada en la cara le extendió la mano, era su primer día trabajando con él y casi lo había desnucado.

    Jefe, lamento mucho lo abrupto de nuestro encuentro. Aldebarán Paiva a su servicio para lo que necesite, me han dicho cosas muy buenas de su persona. Espero nos llevemos bien de ahora en adelante.

    En otro sector de la empresa Valentine soltaba un largo suspiro mientras observaba con aburrimiento los informes en su escritorio y la ajustada agenda de Radamanthys en la computadora, preguntándose por momentos si ese hombre se daría un respiro para comer y dormir. Era como si viviese para trabajar, aunque si tenía tiempo para hacer ejercicio porque el secretario dudaba mucho que ese cuerpo estuviese así solo por la magia de la conveniencia ¿Alguna vez habría tenido citas? De hecho, eso era algo sobre lo que no tenía ni idea ¿le gustaban las mujeres? ¿o los hombres...?

    Oh dios—se llevó ambas manos a las mejillas al notar que el calor le subía a la cara, su imaginación le atacaba en los peores momentos. También podía ser que le gustara todo o nada, o según el caso. Quizás si se enamoraba de alguien entonces...—Oh no, Valentine, contrólate...—se dio unas palmaditas en la cara ¿Podría estar más desubicado? No podía sacárselo de la cabeza y eso le impedía tener citas a él, aun cuando sabía que con su jefe no tenía posibilidades. Además era inapropiado.

    En abstinencia, enamorado de un hombre que nunca le haría caso.

    Que desgracia—se lamentó con un nuevo suspiro antes de levantarse para llevarle las listas de precios actualizadas a su jefe.
     
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2 replies since 20/12/2020, 19:36   35 views
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