Fabulosidad alada
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Hogar , dulce Hogar.
El fuego crepitaba en la chimenea de ladrillo. Shion quedó absorto en la danza de las llamas naranjas. Estaba sentado, un codo sobre el descansa brazos, recargando su rostro sobre su mano, la otra acaricia la cabeza de su pareja que dormía en su regazo.
Dohko mantiene los ojos cerrados y entonces sin razón aparente suelta una risa suave, infantil. Shion desvía la mirada del fuego a Dohko. Las arrugas en el rostro del chino se marcan más por la sonrisa. Parece tan joven y tan anciano al mismo tiempo.
— ¿Qué es tan divertido? — pregunta.
Dohko abre los ojos y se encuentran con los de Shion. Tiene una mirada serena, como de un lago en medio del bosque. Observa con detenimiento lo hermoso que es Shion, con todo y sus arrugas... Piensa que las ama todas, las que estan siempre, las que se forman cuando frunce el ceño, las que aparecen cuando rie o cuando guarda un secreto. Han pasado muchos años, conoce cada detalle de su pareja. Y visceversa.
— Pensaba en lo de hoy. — responde Dohko atrapando la mano del lemuriano con la suya , guiando esta en dirección a su rostro.
Shion hace una mueca que termina convirtiéndose en una sonrisa. Por un momento levanta la mirada hacia otra dirección, donde están las habitaciones de su hogar. Vuelve a hacer una mueca al notar el desorden en la cocina al fondo de la mirada.
— No los esperábamos . ¿Me aseguras que no fue plan tuyo? — hablaba entre susurros, con temor de despertar a los demás si acaso levantaba la voz.
La sonrisa fue de lo más adorable. El corazón de Shion se endulzó casi hasta derretirse. Más su faz se mantuvo severa.
Ya hacía tiempo que ellos dos no recibían visitas.
Vivían en las entrañas del bosque, en lo alto de la montaña. Un lugar místico , casi mágico, con el aire más puro, de naturaleza exuberante y salvaje. Morada donde Dohko se había criado. Lugar donde él, con solo 15 años, había escapado con el propósito de “ser libre”.
Dohko siempre ha sido un alma inquieta. Era impaciente e impulsivo. La tranquilidad del campo le aburría, la calma lo volvía loco. !Deseaba aventuras sin igual!.!Deseaba conocer el mundo!
¡Era tan joven! Tan voraz e insaciable!.
— Ey … ¿en donde estás? — le pregunta Shion con aquella voz aterciopelada, una caricia al oído. Dohko se da cuenta que, de nuevo, había estado soñando despierto. Mira los ojos purpúreos de Shion.
Se estira cual felino viejo, con pereza. Sus huesos truenan y lo hacen quejarse con una risa adolorida. Luego se endereza rabajosamente..
— Me fui por unos instantes a otros tiempos, de cuando era joven e impulsivo —- responde el chino, peinando su barba cana con los dedos.
— Ahora eres viejo e impulsivo. — responde divertido Shion, quien ha tomado una cobija que los envuelve a ambos. Sus arrugadas manos se encuentran y entrelazan debajo de la cobija.
Ante el anterior comentario, Dohko emite una risa fresca.
— Al salir de aquí , a los quince años, quería comerme el mundo entero y el mundo me pateó directo a las bolas. Me perdí en el bosque ¡en el primer día!, y al tercer día unos maleantes se robaron todas mis pertenencias, ¿que hice? quise enfrentarme a ellos con una arrogancia y furia estúpida. — Dohko niega con la cabeza — me dejaron como trapo sucio en la nada. Golpeado y desnudo. Ja! Menuda estampa. A la semana una serpiente me mordió y un zorrillo me bañó ¡qué jodido.!
Shion chasqueó la lengua. Odiaba las malas palabras, pero ha aprendido a tolerarlo en Dohko. Así lo había conocido, y odiando sus palabrotas también llegó a amarlas. Pero solo con él.
Sobre lo dicho, él ya conocía la historia, pues al chino le encantaba narrarla una y otra vez. Con la edad la repetía siempre que podía. Cosas de la edad, algo de lo que Shion ya se había acostumbrado.
— Mi padre te recogió…y te llevó a nuestro pueblo. !cuanto me quejé! ¡Cuanto me opuse a que te quedaras! Un vago oloroso y enano bajo mi techo…¡en mi habitación!— continuó Shion cerrando los ojos y alzando el mentón, en una actuación de su propia actitud de antaño. Dohko besó su mejilla en respuesta.
— Hakurei fue un gran hombre, no como su engreído hijo.
Su opuesto absoluto, Físicamente y mentalmente. Shion siempre fue mucho más alto que él, más delgado. De facciones finas, andróginas, con una madurez de un anciano amargado.
Era calmado y educado, pero en el fondo tenía las mismas inquietudes que Dohko, la misma curiosidad por conocer el mundo. Quizá esa fue la razón del por que se hicieron amigos después.
Dohko no permaneció mucho tiempo en el pueblo de Shion, fiel a su naturaleza inquieta e hiperactiva volvió a intentar salir al exterior solo.
El mundo era un lugar hermoso. Conoció muchos lugares, comió diferentes platillos, conoció gente buena, gente malvada. Otros continentes, otros idiomas. Mismos y diferentes atardeceres. Hermoso y cruel mundo lleno de guerras, de disputas en donde se involucró sin malicia alguna.
Dohko se volvió guerrero y soldado. Pensando de ese modo encontrar las aventuras anheladas. No fue así, solo conoció la guerra y la tragedia que conlleva. Siendo lo único rescatable de ella que, años después de haber partido, se encontrará con un Shion convertido en médico.
Médico del bando opuesto.
A este punto, Dohko se abraza más a Shion, pues las memorias de la guerra aún lo torturan. Ver a la cara la muerte. Te deja marcado, te mata un poco.
Shion lo consuela lo mejor que puede. La calma se rompe cuando a lo lejos se escucha un llanto infantil que hace que Shion se levante despacio y refunfuñando.
Regresa cargando un bulto regordete de una criatura que pide atenciones urgentes. Shion parece muy acostumbrado a los bebés, Dohko también se levanta rumbo a la cocina para calentar biberones, regresando al poco tiempo cuando Shion ha terminado de cambiarle los pañales.
— Aún no puedo creer que seamos bisabuelos. — dice Dohko entregando el biberón a Shion — ¿tienes hambre, pequeña Raki?. Tiene el mismo apetito feroz que Kiki, ¿verdad?
Es ahora quien Shion se pierde en las memorias que guarda, se queda viendo a la pequeña en sus brazos y recuerda.
No solo cura a Dohko, sino que también ayuda a huir de prisión. Es en las visitas medicas de la prisión que lo hace conocerle más. Comparten más de lo que había podido imaginar y aparte, claro, esta esa extraña atracción que siente hacía el chino hiperactivo.
Trata de convencerse que le ayuda por que es su trabajo: al ser médico hizo un juramento: debía ayudar a quien necesita ayuda, curar a los enfermos, fuera quien fuese. Pero en el cuartel de guerra es obligado a curar a sus enemigos para que estos puedan ser torturados y luego, morir de formas horribles.
Shion quería ayudar a los heridos en esa guerra sin sentido..y se encontró con un verdadero infierno.
Hasta que lo conoció
La tragedia los unió. Huyeron de ese infierno juntos, pues Dohko había vuelto por él antes de que el tribunal sentenciara su condena como traidor. Dohko volvió por él en un rescate digno de una novela heroica y de caballería. Efectos especiales y artes marciales incluidas..
Shion de malhumor no tuvo que aceptar que en esa historia había asumido el papel de la princesita rescatada.
El anciano Dohko besa en la mejilla a Shion quien, absorto en sus pensamientos y recuerdos se veía como una pintura de esas qué hay en las iglesias Europeas. Se veía tan hermoso. Dohko susurra al oído:
— ¿Recuerdas nuestro primer beso?
Shion vuelve acomodarse en el sillón, con la bebe en los brazos quien sostiene un mechón verde de sus cabellos.
— Ese que me robaste cuando estaba dormido y por eso tuve que golpearte? — respondió con una sonrisa de lado, cargado de esa ironía que tanto caracteriza al lemuriano. La ironía al hablar.
— Sigo pensando que fue algo muy romántico .
— Te rompí la nariz — añade la realidad que el romántico de Dohko no quiere ver ni querrá ver.
Quedan ambos sonriendo, mirando el crepitar del fuego, recordando como han llegado hasta ahora, a ese punto. En la cabaña apartada de todo, siendo visitados por los hijos adoptivos de estos.
— Me parece curioso de como solías repetir que odiabas a los niños, y que al final fueras el que terminaras abriendo una casa hogar para los huérfanos de la guerra.
Shion bufa. Sigue impacientando con los mocosos, pero su alma compasiva fue mayor y !aquien engañaba!, esos pequeños diablos le dieron un mayor sentido a su vida.
Dohko lo apoyo desde el principio.
“Es lo mínimo que puedo hacer” se decía, atormentado por su pasado como soldado y asesino.
Ahora ayudaba a los niños y les enseñaba Kung fu.
Hubo niños que si pudo conseguirles buenos padres, otros se quedaron hasta terminar sus estudios y algunos hasta los adoptó el mismo Shion; como Mú, que ha sido el primer hijo adoptivo.
Había casos perdidos como Okko que terminó en pleito y posterior huida de este del hogar. No fue sino 30 años después que había vuelto para limar asperezas con sus padres.
Y eso era lo increíble de esa noche. Noche buena lo llamaban en algunas partes del mundo. La familia separada por la vida, había regresado al hogar que los vió crecer.
Llego Mu, el primero. Con su hijo kiki y su nieta que ahora Shion cargaba. Llego Shiryu con toda su familia, su esposa Shunrei y Rhyho. Llego Benhu, llego la oveja negra que era Okko. Nadie lo planeo, simplemente la nostalgia del lugar que los cobijó cuando nadie lo había hecho los llamó.
No podía creer que esos dos ancianos siguieran igual. Dohko era un remolino lleno de energía, un huracán de intensidad. Shion poseía el porte aún, era severo y no dudaba en repartir bastonazos a quien tuviera alguna falta de educación.
Verlos a ambos, a los ancianos, aun tan enamorados entre ellos los hacia sonreír , el hogar y su familia no estaba completa si no estaba alguno de esos dos.
Ahora todos dormían después de la cena que todos habían compartido. Felices.
Poco a poco Shion se quedó dormido con la bebé en brazos y Dohko lo contempló enamorado. Así como esa vez en que lo vió dormido bajo la sombra de un árbol, Tan perfecto que no tuvo otro impulso que besarlo.
Justo como siempre lo hacia que se quedaba dormido.
FiN.
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Con mucho cariño a Xerxes! Creo que me salió bien pinchis cursi el fic xDD...aw...es que los viejitos estos no inspiran más que eso.
Te mando hamors.
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creo que ya se me olvido xDD
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