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Lys Garden
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Scarlet Poison ♏
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El golpe verbal que Megrez lanzó contra Milo llegó más pronto de lo que hubiera imaginado.
No fue extraño oírle mencionar con tal discreción a Camus de Acuario, en un comentario punzante y por supuesto hiriente como respuesta a lo que también había dicho él; sin embargo conocía las consecuencias al relacionarse con los Asgardianos, y sabía bien que en el algún momento alguien haría mención sobre Camus y Surt por lo ocurrido frente a Loki; esperaba, por supuesto, que fuese el pelirrojo antes que cualquier otro, no obstante el destino había resultado así y ahora veía como su enemigo huía con esa actitud altiva como sí hubiera quemado todas sus cartas.
Milo pretendió no darle importancia cuando avanzó hasta las doncellas y se postró ante ellas en signo de respeto.
—Diosa Atenea, señorita Hilda...— debía ser más listo que su presa, pues sí Alberich no conocía de escorpiones, los escorpiones se devoraban entre sí y sólo el más letal sobrevivía al final—. Me temo que el sol ha debilitado a uno de tus invitados, Athena, así que debo cumplir con la misión que me has encargado. Con su permiso—. La princesa de Polaris debía conocer a su guerrero y el porqué decidió irse, tanto como Saori lo conocía a él para permitirle actuar libremente. Después de todo, le había pedido no dejar solo al Dios guerrero e intentar afianzar los lazos de amistad.
Milo se levantó y realizó un movimiento elegante con su capa cuando se dio la vuelta en dirección al de cabello rosa, para seguirle como un hábil cazador cuando este se marchaba.
Sus pasos eran firmes y largos, a diferencia de los otros del nombre con piernas y altura corta.
—Había oído decir que el guerrero de Delta era el más sagaz de todos, pero sólo me haz demostrado lo incompetente que eres—. Milo río divertido mientras jugaba con sus propios dedos para ejercitar su Antares y bajar un poco la tensión que sentía en el aguijón.
No parecía ser necesario aclarar porque lo habían enviado a él, y no a Shiryu, y sobretodo porque había entendido algo que jamás mencionó. Comprendió lo egocéntrico y poco preparado que estaba aquel hombre.
—Por supuesto que con alguien superior me refería a la señorita Hilda, pero creí que tu cerebro de hombre diminuto lo comprendería… aunque si quieres hablar de niveles obviamente tú y yo no estamos en el mismo escalón—. Esbozó una sonrisa sarcástica y se inclinó apenas un poco hacía él mientras caminaban —. Dime sí necesitas que te cargue. Odiaría que te desmayes y ensucies este hermoso jardín. .
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